Parece que algo está cambiando en Joaquín Sabina. En sus últimas declaraciones públicas resulta difícil reconocer al mismo cantante que confraternizara con Zapatero y con la zeja, la misma que ahora quiere afeitarse.
Lo mismo ocurre con el tema cubano. El que fuera defensor a ultranza de la ‘revolución cubana’ y admirador confeso del Che Guevara comienza a despertar a la realidad. Ya lo dijo en Público, donde tiene una columna dominical, y ahora lo confirma, precisamente, en un diario cubano.
Con motivo de su concierto en la isla, concede una entrevista a El Nuevo Herald, donde expresa sin rubor su cambio de planteamiento: "Yo amo mucho la isla, menos que los exiliados cubanos que la aman más que yo, pero la amo mucho y vivo todas las contradicciones que vive esa isla, que últimamente está siendo algo muy parecido a un tremendo fracaso histórico", asegura.
Después de su concierto allí, dará otro en Miami, donde vive la colonia de anticastrismo más importante y combativa, precisamente porque está conformada por exiliados cubanos que huyeron de la dictadura. Sabina sabe que acudirá a un terreno hostil, como le ha ocurrido en otras ocasiones: "Vamos con mucha adrenalina y entusiasmo, con ganas de dar un concierto que sea una panorámica de nuestro trabajo y sabiendo que va a haber un grupo de cubanos con pancartas en la puerta''. Según cuenta, no es la primera vez que le ocurre, ya que las ocho o diez visitas a la isla era tratado como "un turista privilegiado y no como un cubano que sufriera y soportara la dictadura cubana''. Sabina habla ya de "dictadura".
"Ahora hace mucho que no voy a Cuba porque me sentiría muy triste. Leo los periódicos, hablo con gente y sé lo que está pasando y sé que el país está en bancarrota'' confiesa. Se desconoce si, en las dos ocasiones en las que se reunió con Fidel Castro, le transmitió el mismo pesar.
Sabina explica este tardío cambio de parecer porque: "La gente de izquierda en España y en Europa nunca compartimos nada de lo que pasaba detrás del muro de Berlín, porque lo considerábamos un horror. La revolución de nuestra juventud fue la cubana, y hemos vivido eso como una emoción y también como una tragedia desgarradora durante muchos años''.