Comienza Ansón explicando la situación de ABC en 1982, cuando Luca de Tena le ofreció la dirección del periódico. "Las deudas de ABC sobrepasaban los mil millones de pesetas. El periódico perdía anualmente varios cientos de millones". "Cuando dejé el diario, quince años después, sólo las acciones de Guillermo en la empresa editora de ABC valían más de 30.000 millones de pesetas".
Ansón también pone de relieve que en 198 "ABC no llegaba a los 120.000 ejemplares de venta media... la redacción que tuve la suerte de dirigir, llevó al periódico a 335.000 ejemplares de venta diaria, la cifra más alta de su historia centenaria".
Citando un párrafo de las Memorias de Rafael Pérez Escolar, cuenta que ambos mantuvieron reuniones por separado con banqueros para hablar de la situación del periódico. Pérez Escolar se reunió con Alfonso Escánez y José Ángel Sánchez Asiaín y Ansón con Pablo Garnica y Emilio Botín. "Todos sin excepción mostraron algo más que un explicable recelo sobre la escasa capacidad de Guillermo Luca de Tena como gestor empresarial", dice Escolar en sus Memorias. Pero aún más, les propusieron "tomar la mayoría del capital social de Prensa Española para desplazar de la empresa a los Luca de Tena y nombrar sin pérdida de tiempo un gerente de nuestra confianza, en cuyo caso los bancos estarían dispuestos a otorgar la financiación que requiriese el relanzamiento del periódico".
Según el texto de Escolar, "Luis María y yo acordamos rechazar la propuesta, aunque sin dar cuenta a Guillermo de lo sucedido, dada la fragilidad de su carácter, para no acentuar la depresión y desconcierto que lo aquejaban. Aquella noche, por tanto, se decidió la subsistencia de la familia Luca de Tena en Prensa Española".
Dice Ansón que tiempo después tuvieron que repetir la operación, pero los banqueros les reiteraron lo mismo "y, tal vez, no les faltaba razón". "Sólo cuatro años después de que Pérez Escolar y yo dejáramos el periódico", Guillermo Luca de Tena "se vio obligado a vender ABC". "Con Guillermo, la familia Luca de Tena, después de cien años, perdió la mayoría de la propiedad de ABC y el control del periódico".
Sin piedad, Ansón narra que cuando mejor iba ABC con él como director "Guillermo decidió que él también sabía vender periódicos y se metió en la insensata aventura de Claro, a la que me opuse frontalmente... cuatro meses después, sólo cuatro meses, Guillermo Luca de Tena tuvo que cerrar el nuevo periódico". "En el mundo profesional se subrayaba que Guillermo Luca de Tena había cosechado el mayor fracaso de la historia de la empresa editora de ABC y uno de los mayores fracasos de la historia del periodismo español", se ensaña Ansón.
Dice el colaborador de El Mundo que cuando se fue de ABC, Luca de Tena le "imploró" que siguiera como presidente de El Cultural. Lo hizo, pese a las reticencias de su nuevo empresario. En cuanto a la parte económica, señala que Luca de Tena le pagó 500.000 euros en moneda actual y "tuvo la alta generosidad de firmar un documento por 360.000 euros más para cuando me jubilara". "Durante los quince años que dirigí ABC no me tomé un día de vacación".
Sus relaciones se fueron así deteriorando poco a poco, pero la gota que colmó el vaso fue, según cuenta Ansón cuando le pidió a Luca de Tena que le apoyara en la creación de La Razón. Concretamente, le pidió que el nuevo periódico lo editara Prensa Española, con las acciones que deseara del 1% al 100%, que fuera vespertino, que se imprimiera en la maquinaria de ABC. "Me contestó con una carta desabrida vaticinándome el fracaso absoluto de la iniciativa".
Para colmo, según relata Ansón, "cuatro meses antes de la aparición de La Razón, Guillermo Luca de Tena traicionó abiertamente mis quince años de servicios como director de ABC y visitó a una serie de financieros para amenazarles con ataques del periódico si me prestaban apoyo o créditos" y ordenó "que no se volviera a mencionar mi nombre en ABC".
Y al final, da la razón del por qué de este demoledor artículo. "A la muerte de Guillermo Luca de Tena, ABC publicó un recuadrito con clara voluntad de denunciar mi ingratitud porque yo había declinado escribir un artículo sobre el editor fallecido. Así que, tras dejar pasar un mes, aclaro todo esto porque, en primer lugar, publiqué el artículo en El Mundo; en segundo lugar porque el director de ABC, ocupadísimo, no tuvo un minuto para llamarme, tras doce años de ridículo silencio. Alguien del periódico habló con mi secretaria para encargar que escribiera yo un artículo".