Dice Rahola que "que Sánchez Dragó tilde a los catalanes de nazis en El Mundo no debería ni parecer extraño ni indignar demasiado, no en vano estamos vacunados de tanta suciedad dialéctica. Y en el caso catalán, hace años que hemos blindado el hígado. Sin embargo, no por normal deja de ser grave que se puedan hacer este tipo de ataques denigrantes con total impunidad".
Sin atacar, se pregunta Rahola. "¿Por qué somos "nazis" los catalanes, según este practicante del sexo tántrico, escritor a ratos libres? Se responde a sí misma que "la inmensa mayoría de los catalanes" solo quieren que el catalán "tenga garantizada una cierta presencia saludable" y se lamenta de que por eso y solo por eso Dragó les equipare con los nazis. "El insulto grueso al catalán es un deporte nacional. Vale el todo vale porque, a un lado del puente aéreo callarán, y al otro lado les reirán las gracias. Lo de Sánchez Dragó, pues sale gratis".
Naturalmente, Sánchez Dragó no llamo "nazis" a los catalanes, sino a los nacionalistas. En su artículo, Pilar Rahola parece incapaz de concebir que exista alguna diferencia entre una cosa y otra.
Asegura la periodista que aunque le ocurren "algunos insultos gruesos como respuesta" no lo va a hacer porque "sólo alimentaría el diálogo estomacal, cuyo último tránsito, como bien sabemos, tiene un único depositario: el water closet". Así que prefiere "elevar un lamento sentido por los puentes rotos, por la imposibilidad de hablarnos sin denigrarnos, por no encontrar voces libres que nos respete, incluso cuando disientan".
Y concluye. "En fin. Sólo me queda saludar a Dragó y desearle unas lindas vacaciones en Japón. Eso sí, querido amigo, que sean eternas".