En los últimos meses se han hecho públicos un gran número de incidentes que han puesto de manifiesto la grave situación que viven las minorías cristianas en países de mayoría musulmana. Algunos mandatarios internacionales han denunciado estos actos e incluso el Consejo de Europa ha llamado a luchar contra la cristianofobia. Sin embargo, la respuesta de España, país de tradición cristiana, ha sido el silencio.
De hecho, es muy reseñable lo que este martes desveló el ministro de Exteriores de Italia, Franco Frattini. El que fuera vicepresidente de la Comisión Europea afirmó que España se opuso a la defensa de las minorías cristianas en un documento que preparaba el Consejo de Ministros de Exteriores de la Unión Europea celebrado esta semana.
Frattini indicó, tal y como recoge Europa Press, que el Ejecutivo español fue junto a Irlanda, Portugal, Chipre y Luxemburgo los únicos países de la UE que se opusieron a la aprobación de un documento que hiciera una referencia explícita a la defensa de estas minorías.
En este sentido, el político italiano recordó que en "materias de política exterior" la UE "decide por unanimidad" por lo que debido a la oposición de España y los otros cuatro países no se pudo aprobar el documento que denuncia la grave situación que viven. Además, Frattini aclaró que los países que se han opuesto a esta iniciativa no pertenecen al Partido Popular Europeo.
La Comisión de Obispos de la Unión Europea "ha lamentado mucho" que los 27 ministros hayan fracasado en la redacción de la declaración. Los obispos han insistido en que "esta vacilación diplomática" es aún "más incomprensible" cuando los ataques a los cristianos y otras minorías en todo el mundo están costando la vida a personas inocentes.
La Comisión considera que el acuerdo fracasó "debido a las disputas internas entre los ministros" aunque ha asegurado que "la opinión pública en Europa es consciente de la situación particular de los cristianos en Medio Oriente", después de los recientes ataques contra las iglesias en Irak y Egipto.
Hay que recordar que Benedicto XVI, en nombre de los católicos y del Vaticano, denunció los ataques a los cristianos, lo que le ha supuesto duras críticas desde Egipto tanto desde las autoridades civiles como desde los líderes islámicos.
Del mismo modo, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha sido el político que se ha manifestado con mayor contundencia. Durante el discurso de Año Nuevo ante las autoridades religiosas francesas, denunció el "plan particularmente perverso de depuración religiosa en Oriente Medio", tras el atentado que costó la vida a 23 coptos en Egipto y la persecución que sufren algunas comunidades cristianas en esa región.
Por otra parte, un grupo de países formado por Francia, Italia, Polonia y Hungría, envió una carta a la Alta Representante de la Unión Europea, Catherine Aston, en la que se pedía una condena clara de estas persecuciones. Tampoco España estaba entre estos países, pese a ser como la mayoría de ellos un país de mayoría católica.
La última medida fue la decisión tomada por el Consejo de Europa, que instó a los países miembros a luchar contra la cristianofobia desde sus países. Dos países islámicos de este grupo, Turquía y Azerbayan, se opusieron a esta medida al igual que el presidente del grupo parlamentario socialista, el suizo Andreas Gross, único occidental en decir no.
El silencio de España quedó muy de manifiesto con dos hechos muy concretos que han conmocionado a la comunidad internacional. El grave atentado en Egipto y el drama de Asia Bibi en Pakistán. Pese a las movilizaciones y las campañas internacionales, el Ejecutivo español no se pronunció sobre la condena a la horca de esta campesina cristiana por haber vulnerado la polémica ley antiblasfemia. En contraposición se sitúan los diputados italianos que se manifestaron frente al Parlamento en Roma.
La escalofriante situación de los cristianos en estos países contrasta con el miedo de occidente, donde España está a la cabeza, en cuanto a la permisividad con el islam radical en sus países. No condenó por ejemplo las amenazas a una discoteca en Murcia, que se llamaba La Meca, y que cambió su nombre ante las presiones. O las amenazas por las polémicas viñetas publicadas en medios europeos e incluso su silencio ante la policía islámica del imán de Lérida. El silencio del Ejecutivo socialista se da en el interior con los musulmanes y en el exterior con la persecución a los cristianos.
De hecho, en un plano más cercano está lo ocurrido en Marruecos durante el pasado verano. Más de 120 personas fueron expulsadas del país acusadas de proselitismo y de querer difundir el cristianismo. Tampoco se escucharon quejas en el Gobierno pese a que en esta ocasión el PP si que censuró esta actuación.