Según un comunicado divulgado entonces por el Ministerio del Interior, el misionero pretendía difundir el credo evangélico y captar nuevos fieles entre un grupo de 14 marroquíes, compuesto principalmente de mujeres y niños.
La intervención de los servicios de seguridad tuvo lugar tras la filtración de informaciones relativas a la celebración de una reunión "secreta" susceptible de "quebrantar la fe de los musulmanes y atentar contra los valores religiosos del Reino".
El registro efectuado por los agentes llevó además, según la nota, a la incautación de "importante documentación proselitista", incluidos folletos y vídeos.
Marruecos permite el desarrollo de cultos diferentes a la religión oficial, el islam, pero no el proselitismo, y la celeridad con la que se procedió a la expulsión del estadounidense se debe a que la ley marroquí no prevé que haya juicios en los casos relacionados con esa práctica.
En marzo del año pasado, fueron expulsadas cuatro evangélicas españolas y una alemana, detenidas en Casablanca y acusadas también de hacer proselitismo.