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Los leones del Congreso, víctimas de las obras de Gallardón

Daoíz y Velarde, los dos leones de bronce que flanquean la escalinata principal del Congreso de los Diputados han "desaparecido" de su emplazamiento por obra y gracia de las obras acometidas en la plaza de las Cortes, que han obligado a taparlos con sendas estructuras de madera para evitarles daños.

Los turistas que esta mañana se han acercado al centro de Madrid con intención de ver el Palacio de las Cortes no han podido contemplar las dos esculturas obra de Ponciano Ponzano que, según reza la leyenda inscrita bajo sus dos pedestales, fueron fundidas "con los cañones tomados al enemigo en la guerra de África de 1860".

Dos grandes cubos de madera, en cuyo exterior aparecen sendas fotografías de los felinos a tamaño natural, cubren las dos figuras. En la parte inferior de estas estructuras puede leerse, en grandes letras de imprenta, la expresión "Protección Temporal".

Fuentes parlamentarias han explicado que la protección se mantendrá al menos hasta finales de enero o principios de febrero, cuando se prevé que finalicen las obras en esta zona concreta de la plaza de las Cortes; también las hay en la Carrera de San Jerónimo.

Se trata de una remodelación integral de la plaza y su entorno, abordada por el Ayuntamiento de Madrid, pareja a la construcción de un aparcamiento subterráneo para el Congreso, en el subsuelo de la Carrera de San Jerónimo, en este caso a cargo de la Cámara Baja.

Las obras han modificado sustancialmente el aspecto de esta zona de la capital, poblada de grandes grúas, perforadoras y maquinaria pesada, ocupadas en excavar grandes zanjas y en preparar la estructura del futuro estacionamiento parlamentario.

La envergadura de los trabajos ha obligado a cortar varias calles del entorno y reconducir la circulación en diversos tramos. Incluso el acceso al patio del Congreso desde la Carrera de San Jerónimo ha tenido que cerrarse temporalmente.

Hasta que las obras hayan avanzado lo suficiente, los curiosos y turistas que quieran contemplar la fachada del Congreso tendrán que conformarse con retratarse ante el infernal laberinto de máquinas y grúas que custodian ahora la sede del poder legislativo.

"Benavides" y "Malospelos", como también apodaron los castizos a los leones de las Cortes, seguirán escondidos, y quienes quieran hacerse una foto bajo sus fauces deberán esperar, por lo menos, hasta el año que viene.

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