En la carta, a la que ha tenido acceso elmundo.es, dan una definición de política. “Es todo aquello que concierne a la convivencia: cómo nos organizamos para vivir juntos y a ser posible, en paz. En este sentido, todos somos seres políticos, todos tenemos el derecho y la responsabilidad de participar en la decisión de cómo vivir en comunidad. (…)”.
Realizada esta apreciación pasan a expresar su “más firme apoyo” hacia el actor Willy Toledo, hecho que, a pesar de ser el motivo de su misiva, les lleva a ocupar seis escasas líneas: “Consideramos que nuestro compañero Guillermo Toledo ha sido objeto de una reacción agresiva y desproporcionada en los medios de comunicación por ejercer el derecho ciudadano a participar públicamente del debate político. (…) A nuestro parecer, la reacción contra las declaraciones de Guillermo Toledo se ha convertido, en muchos casos, en una auténtica campaña contra su persona”.
La polémica comenzó cuando Willy Toledo dijo que la gran mayoría de los "presuntos disidentes" encarcelados en Cuba "son terroristas", y que Orlando Zapata "no era más que un delincuente común". Al día siguiente no sólo no rectificó sino que añadió: “Nadie puede demostrar que un solo preso cubano haya sido torturado”.
En esRadio, tuvo un cara a cara con Luis Herrero, donde el periodista intentó sin éxito que rectificase sus comentarios. Toledo llegó incluso a comparar las cárceles castristas con las españolas. Entonces los sindicatos policiales señalaron que el actor “está para que le encierren”.
Ahora, cuando la polémica parecía apagarse, algunos de los habituales abajo firmantes han publicado una carta para mostrarle su apoyo y, ya de paso, hacer un poco de corporativismo. Y es que la mayor parte de la misiva la utilizan para lamentarse y hacerse los sorprendidos porque los medios de comunicación les critiquen por sus declaraciones y actos partidistas y de partido. Incluso sacan a relucir la guerra de Irak. Pero ni una palabra para el preso cubano muerto, Orlando Zapata.
"Creemos que desde una parte considerable de los medios de comunicación existe un mensaje permanente de rechazo a la implicación política de los ciudadanos que trabajan en el mundo de la cultura. Muy especialmente de los actores, desde su participación en las movilizaciones contra la guerra de 2003. El cine, el teatro, cualquier trabajo creativo, busca, entre otras cosas, reflexionar sobre los conflictos humanos, en las relaciones personales y sociales. La cultura es, en gran parte, el aprendizaje de la convivencia. Hay una lógica, por tanto, en la frecuente implicación política de los ciudadanos que trabajan en este campo. Implicación que no tiene mayor validez, ni menor, que la de cualquier ciudadano, sea cual sea su profesión.
Hacemos una llamada a todos -y a nosotros, los primeros- para intentar recuperar un lenguaje que nos sirva para entendernos, un lenguaje despojado de violencia, que se sustente en los hechos y no en los juicios personales, un lenguaje riguroso y basado en la buena fe, que sirva para trabajar juntos, aunque sea desde distintas ideas, por un mundo mejor".
La carta está firmada tan sólo por 19 artistas, la mayoría de ellos desconocidos: Alberto San Juan, Luis Tosar, Lola Dueñas, Candela Peña, Juan Diego Botto, Raul Arévalo, Antonio de la Torre, Pilar Castro, Víctor García León, Andrés Lima, Javier Gutiérrez, Nancho Novo, Carmen Ruiz, Sergio Peris Mencheta, Secun de la Rosa, Inma Cuesta, Diego París, Alfonso Lara, Roberto Alamo, Luis Bermejo, María Morales, Luz Valdenebro, Estefanía de los Santos, Eleazar Ortiz, Aitor Merino, Laura Ramos, Ramiro Alonso, Sandra Collantes, Font García Rodríguez, Manuel Baqueiro e Inma Montalá.