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¿cómo engañó a todo el mundo?

La crueldad de la madre que mató al 'niño de la maleta'

Conociendo la historia de Mónica -mató a su hijo y lo abandonó en una maleta- cuesta creer que haya algo más escalofriante que el asesinato mismo, pero lo hay: envió fotos a los abuelos fingiendo que estaba vivo, y conmovió a la gente contando cómo había perdido un hijo en un accidente. Entre otros crueles gestos.

Conociendo la historia de Mónica -mató a su hijo y lo abandonó en una maleta- cuesta creer que haya algo más escalofriante que el asesinato mismo, pero lo hay: envió fotos a los abuelos fingiendo que estaba vivo, y conmovió a la gente contando cómo había perdido un hijo en un accidente. Entre otros crueles gestos.

No es difícil asumir que, tal y como dice la familia de Mónica, la parricida lo tenía todo preparado para acabar con la vida del pequeño César. La historia de cómo mató a su hijo, conmovió a la sociedad hace unos días, pero lo que se esconde detrás de los grandes datos es aún peor.

La treintañera, que se marchó de Galicia para estar al lado de su 'cibernovio', tejió una sólida red de mentiras que le permitió mantener el oscuro secreto durante dos años para que nadie sospechase nada. Una sólida y cruel red.

El primer flanco que tenía que cubrir eran sus padres. A pesar de que no tenía buena relación con ellos, sabía que preguntarían por el niño. Por ello, se inventó que César ya había hecho la comunión -cuando su cadáver permanecía en la maleta- y les envió una fotografía. "Era una imagen que, estaba sacada de una manera tan particular que resulta totalmente imposible adjudicar al pequeño una edad", cuenta a ABC uno de los allegados de Mónica. "Aparece riéndose, pero así como para atrás, sin que se aprecie bien. Se supone que fue tomada en los diez días que estuvo en la isla, y por tanto tenía solo 9 años", subraya. El envío no fue directo, sino a través de una prima que desconocía que el menor había sido asesinado en 2008.

Además, chateaba con los familiares como si fuera su hijo, y en la red social Facebook llegó a hacerse fan de los comic que le gustaban al pequeño, y con los que le enterró en la maleta.

Ahora, los abuelos miran esa fotografía y piensan que quizás fuera la última de la triste vida de César. "Seguro que lo tenía todo pensado, por eso cuando llegó el niño a Mahón ella le dijo que le llamara tía y no mamá" cuentan los padres de Mónica a La Voz de Galicia, "lo hizo por venganza" apostillan. "Sacó las fotos para mandárselas a las primas ese mismo verano y así tener engañada a la gente" asegura otro pariente al diario gallego.

A su pareja, le contó que el niño era su sobrino y que sólo se quedaría diez días. Dicho y hecho, al décimo día el niño se fue para siempre. Su madre lo ahogó en la bañera. Para que nadie hiciera demasiadas preguntas, a su novio le contó que sus padres habían fallecido en Galicia.

Otro de los frentes en los que Mónica no quería generar sospechas era el ámbito laboral. De los diversos trabajos que tuvo en la isla, es en un concesionario de coches donde mejor recuerdan la triste historia que les relató la asesina: contó que había tenido un hijo, pero que lo había perdido en su Galicia natal en un accidente de tráfico. La confesión dejó tocados a sus compañeros, y una compañera cuenta cómo pidió al resto de personal que en los ratos del café, no hablaran de niños ni hijos, y así no incomodar a la sufrida Mónica. Así lo hicieron. Y César, seguía esperando que alguien lo encontrara en aquella maleta.

Los testimonios del entorno de Mónica ayudan a dibujar, en cierto modo el carácter de la asesina. Cuentan quienes la conocieron en Noia que "siempre le gustó hacer daño", según recoge La Voz. Y eso, inevitablemente, se reflejó en el trato que le dispensaba a su propio hijo: el niño sufrió las turbulencias de varios cambios de hogar en Galicia – por el cambio de parejas de la madre- y los vecinos cuentan que en los pocos meses que convivió con el chico que reconoció a César, recuerda "que el niño estuvo alguna vez en el portal sin poder entrar y llorando".

Sobre la actitud ante la vida de la madre, ha indagado ABC. Los amigos gallegos cuentan que siempre tuvo fama de fantasiosa y de disfrutar con el pitorreo. "Nos decía por ejemplo que no nos iba a contar quien era el padre del niño, que era suyo y ya está; y se reía cuando le hablábamos de los posibles candidatos, respondía con un 'ja, ja, ja'".

Su interés por el trabajo, mínimo: "Ella contaba que con el paro, y mantenida por sus padres, vivía estupendamente", desvelan. Su perfil en Facebook tiene en su lista diez contactos –hombres, la mayoría.-. Según pudo saber ABC, estos días están recibiendo mensajes privados, de tono injurioso, con preguntas del tipo: "¿Qué se siente al ser amigo de una asesina?".

A su novio le contó que César era su sobrino, y que sus padres habían muerto. A sus amigos del trabajo, que fue madre pero perdió a su pequeño en accidente de tráfico. Ante sus padres, fingió ser César y le envió fotos del niño una vez muerto. Mentiras que han hecho tener enterrado a César dos años, hasta que su estuche habló por él.

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