Las subvenciones al cine español son una constante, a pesar de que sean buenas o malas producciones. Sin embargo, para conseguir algunas de ellas hay que conseguir un mínimo de espectadores. Y para esto, algunos productores falsifican las cifras de las taquillas o incluso compran las entradas para optar a estas ayudas ya que hacerse con los tickets puede salir hasta rentable.
"Se tiene que acabar con el hecho de que se haga la película que se haga, el Ministerio corra con los gastos de un tercio", dijo Ignasi Guardans, en la Academía, aunque nadie pareció darse por aludido. Y es que según recoge El Mundo, al llegar a un umbral de recaudación, el productor recibe un tercio de lo invertido. Por cualquier película que alcance la cifra de 330.000 euros, el productor automáticamente recibe un tercio de la inversión.
Un ejemplo. Según el Ministerio de Cultura la película Hot Milk, de Ricardo Bofill, hizo una taquilla que superó los 200.000 euros. Sin embargo, los datos de la consultora EDI-Nielsen revela que en todos los cines de España, esta producción consiguió en su primer fin de semana 13.329 euros, y 489 euros en el segundo.
Un productor advierte que "el problema es que el propio sistema ha invitado al fraude todos estos años. Sale rentable hacer películas y comprar tú tus propias entradas". Entonces, para vivir de la subvención bastaría con inflar hasta tres veces el presupuesto real.
Una empleada de una productora denuncia también que con la película "Soy un pelele", "en los estrenos, me daban un cuadro con tres cifras: los espectadores reales, los que se declaraban al Ministerio y las entradas que se compraban a dos cadenas de salas para justificar la diferencia". "Los espectadores reales eran poquísimos. No se gastaba nada en promoción", sentencia.