En 2009, según los datos que arrojaron varias encuestas, más de la mitad de españoles echaría a los judíos de nuestro país. Un año después, el Ministerio de Exteriores estimó que este porcentaje se había reducido a "sólo" el 34,6%. Pero las diversas asociaciones judías de nuestro país consideran que tras los datos, se esconde otra realidad menos esperanzadora.
Sobre esta premisa se ha articulado el III Seminario Internacional sobre Antisemitismo, que se celebra estos días en Madrid y organiza Casa Sefarad junto a la Federación de Comunidades Judías, entre otras entidades. "No temo tanto el retorno de los fascistas con la máscara fascista como el retorno de los fascistas con la máscara de los demócratas" decían en la sesión inaugural, citando a Theodor Adorno. Frase que ha sido el leitmotiv de toda la jornada.
¿En qué ha cambiado el odio a los judíos? Según explicó Raphael Schutz, embajador de Israel, "ahora es un antisemitismo amarillo". Este no ataca tanto al judío por los prejuicios básicos – amor por el dinero, huraños- sino que canaliza, a través de Israel, el odio hacia todo lo judío. "Antes era un rechazo a los judíos, ahora es contra Israel", insistió. Esta identificación sistemática de una confesión religiosa con un país deriva irremediablemente en antisemitismo, aseguraron.
Y es que el avispero de Oriente Próximo ha transfigurado por completo la concepción de los españoles sobre el colectivo judío, y ha desembocado en reduccionismo: "Se puede ser pro todo, propalestino, proizquierdista, pero no hace falta ser antisemita" señalaron.
"Las críticas son normales pero la solución no debe terminar en que desaparezca Israel", decía Schutz, en referencia a un informe de Casa Sefarad y Exteriores que desveló que uno de cada diez españoles haría desaparecer a Israel para solucionar el conflicto de Oriente Próximo."Es el único conflicto bilateral, el de Israel y Palestina, en el que se afirma que la única solución es la desaparición de uno de los países", sostuvo el embajador.
El embajador de EEUU, Alan Solomon, hizo un llamamiento a la unidad y la convivencia rechazando "la islamofobia, homofobia y judeofobia" y pidiendo "la tolerancia en la que han podido convivir las tres religiones". En este sentido, la subsecretaria del Ministerio de Justicia, Purificación Morandeira calificó como "xenofobia" los actos cometidos contra los judíos en nuestro país. La categorización causó controversia, ya que los judíos españoles no se sienten extranjeros –y la xenofobia tipifica la agresión a este sector-.
Unión contra la intolerancia: bereberes y judíos, el mismo rechazo
Además de estas cuestiones, el Seminario también ha abordado la situación de la comunidad judía en países islámicos, como es el caso de Marruecos. La visión de Abdellah Benhassi, que comanda la plataforma en el reino alauí resultó reveleadora. Desde su experiencia, Benhassi abordó la difícil tarea que resulta barrer estereotipos sobre un colectivo en un país que "ni mucho menos es baluarte de la moderación".
Según explicó, la dificultad parte de la impunidad con la que actúan los grupos radicales que atacan a los judíos: "A pesar de que el propio asesor del Rey de Marruecos es judío" apostilló. El soporte que se brinda desde el poder, perpetúa el problema: "Los mismos líderes de los grupos parlamentarios niegan que exista el antisemitismo en Marruecos" lo que considera, de todo punto, un embuste. Las agresiones que han sufrido judíos en ciudades como Casablanca, con peligrosa asiduidad, lo desmienten.
Benhassi dio cuenta del sinúmero de actos que habían fomentado un odio indisimulado, en los que las consignas contra los "perros judíos" inundaron las calles de las ciudades marroquíes. "Lo peligroso de este discurso de odio a los judíos es la ignorancia que provoca, y que se convierte en algo normal en los jóvenes" explicó, "resulta imposible explicarle a un ciudadano de a pie que judío e Israel no es lo mismo, que antisionista y antijudío no son sinónimos".
Pero existe una excepción: los bereberes. El único sector que, por empatía hacia la marginación del colectivo judío, apoya sus manifestaciones en el país vecino. Desde el Seminario, se insistió en varias ocasiones en la necesidad de un hermanamiento con este pueblo, lejos de considerar quimérica una convivencia en paz entre el Islam y los judíos.
Sobre este aspecto habló también Mohamed El Morabet, de la Asociación madrileña de Memoria Colectiva. Como musulmán, también manifestó su comprensión hacia la frustración de ser un sector odiado en nuestro país, recordando que sólo los gitanos y los musulmanes provocan más rechazo que los judíos dentro de nuestra sociedad.
El Morabet, que trabaja por la plena integración de los inmigrantes marroquíes, y reconoció el arraigo que tienen las ideas de odio hacia los judíos, pero también el desconocimiento: "Mezclan el rechazo al judaísmo con el sionismo" insistió, señalando como uno de los culpables a la "diplomacia marroquí": "¿Acaso hace algo contra el antisemitismo?" se preguntó. Con lo cual, esas conductas alentadas siembran el gen del odio hacia lo judío, mostrando el enfrentamiento como única vía de convivencia entre estos colectivos, que también exportan a España cuando emigran. "Hace falta invertir en educación, ya que la voz social y cultural resulta más complicada de combatir".