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Pérez Reverte llama a Rahola "joya de la telemierda" y ésta le tacha de "moscón pesado"

La tertuliana de La Noria dedica un artículo entero a Pérez Reverte en La Varguardia porque su nombre salió a relucir en un texto de éste.

Arturo Pérez-Reverte, en su columna del suplemento dominical de ABC, hablaba de lo manoseado que están algunas palabras de nuestro idioma, perdiendo de esta manera su verdadero significado. Como ejemplo, el término fascista.

"Así, alguien que se peine con fijador o vista con corrección puede ser calificado de fascista, igual que el aficionado a los toros, o quien enciende un cigarrillo o el que ejerce la violencia doméstica. Todo se presenta en el mismo paquete, como si fuese improbable que uno de izquierdas se peine con raya, fume o le guste ir a los toros".

Recuerda Reverte su etapa de reportero en Eritrea, donde "tuve el amargo privilegio de asistir, impotente, a la caza de cuanta mujer de nacionalidad etíope quedaba a mano". Y es aquí donde sale a relucir la ofendida –por más que se empeñe en negarlo – tertuliana de La Noria.

"Supongo que para individuas como Pilar Rahola, María Antonia Iglesias y otras joyas de la telemierda, que tras vivir de la política viven ahora viven de la demagogia pseudofeminista imbécil, el arriba firmante tendría que haber evitado aquello... así que seguramente me llamarán violador pasivo, por defecto. Y fascista".

Y es a esto a lo que responde Pilar Rahola, que para decir que siente indiferencia por el escritor, le dedica un artículo enterito titulado Reverte, el Pérez.

"Dicen que uno tiene la altura de sus enemigos, y debe de ser que Pérez-Reverte, a medida que avanza en su delirante camino hacia la nada argumental, se va haciendo pequeño, porque a enemigo no me llega. Quizás a mosca de verano, uno de esos moscones pesados que distraen la beatífica siesta estival".

Pilar Rahola compara a Pérez-Reverte con Camilo José Cela, "tan excelso cuando caminaba por la Alcarria o se sumergía en los Pascual Duarte, como escatológico, basto y simple cuando argumentaba sobre la realidad".

Y termina diciendo: "(...) Por mí, puede continuar, porque cuanto más grueso sea el insulto, más razón tendré. Y no tanto por el peso de mis argumentos, como por la vacuidad de sus exabruptos. Puede que Reverte crea que dispara a matar. El pobre no sabe que sólo consigue el ridículo de soplar un matasuegras".

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