(Libertad Digital) La visita del Secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, se ha mantenido en las portadas de la prensa durante dos días, en parte por el impulso que le ha dado el propio Gobierno, que aprovechó lo que en principio era una invitación de la Conferencia Episcopal para concertar una serie de entrevistas con prácticamente medio Ejecutivo: Moratinos, De la Vega, el propio Zapatero. Se interpretó como un intento de marcar diferencias entre la Conferencia Episcopal liderada por Rouco Varela y un Vaticano presuntamente mucho más "moderado".
Sin embargo, la conferencia pronunciada ayer por el propio Bertone desmontó toda esta pantomima, ya que como no podía ser de otra forma el Cardenal defendió la vida "desde su concepción hasta su ocaso natural" y atacó con dureza la asignatura de EpC.
Tras esto, la indignación ha corrido por los medios más representativos de la izquierda y más "laicistas", así Iñaki Gabilondo atacó con dureza en Cuatro las formas entre las que se había desarrollado la visita:
"¿Era necesario ese jubileo, ese despendole político y social? ¿España toda convertida en un gigantesco botafumeiro para llenar de incienso cada minuto de estancia entre nosotros de monseñor Bertone?"
El gran problema parece ser que, pese a ese esfuerzo de acercamiento, la Iglesia no puede dejar de defender su doctrina y sus creencias, algo que parece sorprender a Gabilondo y que, desde luego, le indigna lo suficiente como para arremeter contra una institución que "siempre ha considerado España como su cortijo".
Y eso que, según Gabilondo ha habido favores de todo tipo, desde un "el Gobierno más desprendido en cuestiones monetarias"; hasta, lo más sorprendente: "Un despliegue casi humillante de brazos y piernas abiertas".
Mientras, El País, señala en su titular que "Bertone critica políticas del Gobierno, arropado por Rouco y 60 obispos", destacando una presencia de miembros de la Conferencia Episcopal y de su presidente que parece difícil considerar tan excepcional. Que el ministro Fernández Bermejo estuviese también en el acto, un hecho quizá más sorprendente, sólo merece honores de subtítulo.