L D (EFE) Los resultados preliminares de la campaña desarrollada por el Buque Oceanográfico Vizconde de Eza en la Costa de la Muerte frente a Galicia y en el Cantábrico, entre Estaca de Bares y el Cabo de Peñas, revelan una escasa distribución de galletas de galipote en el fondo marino.
Los sondeos no han detectado presencia de hidrocarburos en el Cantábrico mientras que las mayores concentraciones corresponden a las zonas de Malpica y Muxia, en la Costa de La Muerte, con una densidad media de 300 kilogramos por kilómetros cuadrado. El responsable de estos estudios, el biólogo del Centro Oceanográfico de Santander, Francisco Sánchez, explicó en una rueda de prensa celebrada a bordo del Buque Oceanográfico Thalassa que esta distribución es equivalente a "encontrar dos galletas de cinco centímetros en un campo de fútbol".
Los buques Vizconde de Eza y Thalassa coincidieron este lunes en el Puerto de Gijón, en una escala de sus respectivas campañas de estudios sobre los vertidos del Prestige, el primero, y sobre la evolución de las especies pelágicas -sardina, caballa, jurel y anchoa- en los caladeros del Cantábrico, el segundo. La cantidad de hidrocarburos detectada en la plataforma submarina ha ido decreciendo desde los primeros sondeos al ser absorbidos por el sustrato residual y ahora la "densidad es pequeñísima", aunque los efectos sobre las especies con interés comercial se conocerán dentro de unos tres años, estimó Sánchez.
El científico explicó que las sustancias más contaminantes del fuel se han volatilizado con los vertidos en superficie y lo que ha caído al fondo marino es una sustancia "similar a la brea" que esta siendo reabsorbida por el sustrato residual. Las probabilidades de que estos restos de hidrocarburos penetren en la cadena trófica son "prácticamente nulas" por la capacidad que tienen los tejidos de los peces para metabolizar los hidrocarburos, aseguró Sánchez.
Los sondeos no han detectado presencia de hidrocarburos en el Cantábrico mientras que las mayores concentraciones corresponden a las zonas de Malpica y Muxia, en la Costa de La Muerte, con una densidad media de 300 kilogramos por kilómetros cuadrado. El responsable de estos estudios, el biólogo del Centro Oceanográfico de Santander, Francisco Sánchez, explicó en una rueda de prensa celebrada a bordo del Buque Oceanográfico Thalassa que esta distribución es equivalente a "encontrar dos galletas de cinco centímetros en un campo de fútbol".
Los buques Vizconde de Eza y Thalassa coincidieron este lunes en el Puerto de Gijón, en una escala de sus respectivas campañas de estudios sobre los vertidos del Prestige, el primero, y sobre la evolución de las especies pelágicas -sardina, caballa, jurel y anchoa- en los caladeros del Cantábrico, el segundo. La cantidad de hidrocarburos detectada en la plataforma submarina ha ido decreciendo desde los primeros sondeos al ser absorbidos por el sustrato residual y ahora la "densidad es pequeñísima", aunque los efectos sobre las especies con interés comercial se conocerán dentro de unos tres años, estimó Sánchez.
El científico explicó que las sustancias más contaminantes del fuel se han volatilizado con los vertidos en superficie y lo que ha caído al fondo marino es una sustancia "similar a la brea" que esta siendo reabsorbida por el sustrato residual. Las probabilidades de que estos restos de hidrocarburos penetren en la cadena trófica son "prácticamente nulas" por la capacidad que tienen los tejidos de los peces para metabolizar los hidrocarburos, aseguró Sánchez.