"Ahora representas un problema para el Ayuntamiento". Esa fue la respuesta de la alcaldesa socialista Judith Alberich cuando Ghailan le explicó que la Asociación Islámica recogía firmas para que la despidieran. La representante del Senado por Tarragona siguió reuniéndose con ellos, pero nunca le explicaron de qué hablaban.
"La alcaldesa lo ha sabido todo y no hicieron nada" asegura la marroquí. La mediación de Alberich se resume en decirle a Ghailan que si retiraba la denuncia se acabaría todo, y que lo sucedido era por haber denunciado al imán.
No sólo le dió la espalda, además la misma Alberich permitió a los imputados que rompieran la orden de alejamiento contra ella: "Le pedí a la alcaldesa que le denunciara por haber roto la orden de alejamiento. Dijo que no lo haría". Gracias a eso a Ghailán se le denegó la renovación de la orden de alejamiento.
La marroquí sigue sufriendo muchas presiones y en el mismo ayuntamiento le ha dicho que si quiere irse "le facilitarían las cosas".
"Decián que iban a quemar mi casa"
Ghailan lleva viviendo en Cunit desde hace casi veinte años. Entre las pocas familías marroquíes de la localidad no había problemas hasta que logró ser "mediadotra cultural".
"En Marruecos, trabajar en la Administración da poder". Gailán asegura que esa es la única razón por la que el imán del pueblo empezó su persecución. El imán siempre ha tenido poder fáctico, hasta que llegué yo era el único interlocutor entre la comunidad musulmana y el Ayuntamiento. Cuando empecé a trabajar creyó que peligraba su situación" añade.
La musulmana asegura que se sirvieron de que no llevaba velo para movilizar a su gente y por ello "han instrumentalizado la religión". Las presiones sobre ella y sobre sus hijos iban cada vez a más hasta recibir llamadas anónimas en árabe avisando de que iban a quemar su casa.