El escritor acaba de publicar un relato infantil y por ese motivo aprovecha para demostrar sus dotes reescribiendo un cuento que pueda contentar a Igualdad y al políticamente correcto gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. "He decidido echar un cable. Ayudar a que nuestra ministra de Igualdad y Paridad, rubia joya de la corona, haga realidad su bonito proyecto" y sirvan para formar "futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas ejemplares y ejemplares", dice.
Cuenta Reverte que quería intentarlo con Blancanieves y las siete personas de crecimiento inadecuado, pero tuvo que dejarlo por ser demasiado complicado: "intolerable violencia machista", "no hay paridad de sexos en el número de individuos que trabajan en la mina"... . También probó con La soldadita de plomo y ploma, con una protagonista de la "Unidad Legionaria Femenina Feroz" enamorada de un bailarín de ballet. Pero le echó para atrás su proyecto de retratarle con "una bonita lentejuela en el prepucio".
Así que finalmente emprendió su labor con Caperucita Roja. La protagonista es una mujer en paro, "emigrante rumana, sin papeles, magrebí pero tirando a afroamericana de color, musulmana con hiyab, lesbiana y soltera", por lo que le han concedido plaza a su hijo en el colegio. Su abuelita, a la que visita, vive sola, desde que la nieta le denunció "por maltrato infantil" al haberle propinado una colleja.
El lobo, mientras, es "facha que te rilas" y con una delatora "sonrisa machista". Caperucita, sin embargo, no se acobarda cuando se lo encuentra en su camino: "Voy donde me sala del mapa del clítoris". La historia termina cuando el lobo, que se ha comido a la abuela y a la niña, es encontrado por "un cazador y una cazadora". No le matan, porque no pueden "ejercer la violencia contra un animal de la biosfera azul". Así que, tras una reprimenda, el lobo se transforma: "Deja el tabaco, se hace antitaurino y funda la oenegé Lobos y Lobas sin Fronteras".