Probablemente la mentira sobre el Valle de los Caídos más comúnmente aceptada es que Franco ideó el complejo monumental como una gran tumba para sí mismo, un rasgo de megalomanía que no es poco habitual en dictadores como el anterior Jefe del Estado, y que tampoco sería muy sorprendente teniendo en cuenta el culto a su propia persona que Franco instauró en vida.
Pero resulta que todos los datos llevan a pensar que esa afirmación no es cierta: en primer lugar porque Franco no expresó nunca en vida su deseo de ser enterrado en el Valle de los Caídos, aunque tampoco señaló su oposición a tal posibilidad, quizá porque ni siquiera la contemplaba.
Además, hay que tener en cuenta que Franco sí construyó una tumba en principio destinada a sí mismo: la que está en el panteón familiar de los Franco en El Pardo, muy cerca de la que era su residencia oficial. Hoy en ese panteón reposan los restos de la que era su esposa, Carmen Polo.
Tampoco según la documentación oficial
Pero aún más revelador respecto a las intenciones del régimen y del dictador es un documento oficial, editado nada más y nada menos que por el Ministerio de Información y Turismo, que se repartió a los pocos altos cargos y representantes extranjeros que acudieron a la inauguración.
En este documento, curiosamente calificado como "Reservado y secreto" se explicaban las características constructivas del monumento y las intenciones "programáticas" del mismo como espacio de enterramiento de las víctimas "de los dos bandos" y de reconciliación nacional.
Lo más curioso, sin embargo es que en él se decía sin ningún género de dudas que no se contemplaba el lugar como espacio para el futuro enterramiento Franco. Veamos el párrafo literal:
Nadie puede afirmar que haya proferido el Jefe del Estado palabras que pudieran justificar tal rumor [el de que iba a ser enterrrado en el Valle] aun de modo más vago e indirecto. Es más, nadie que conozca los planos de la Cripta o la Basílica o el Valle entero puede señalar el menor indicio de que se haya previsto, ni lejanamente, un posible emplazamiento donde en el futuro pudieran reposar los restos mortales del hoy Jefe del Estado español.
Así, en contra de lo que comúnmente se cree la decisión final de enterrar a Franco en el Valle de los Caídos no la tomó el propio dictador sino que fue la "solución" que encontraron en los días en torno a su muerte el todavía Príncipe de Asturias y Carlos Arias Navarro, a la sazón presidente del Gobierno, que consultaron después a la familia del dictador y esta dio su visto bueno. El propio Juan Carlos I firmó la orden al abad para enterrar a Franco en el Valle.
¿Y las demás personas enterradas allí?
Otra polémica que rodea al Valle de los Caídos es que muchos de los enterrados allí estarían en el Monumento en contra de sus creencias y opiniones o haciendo caso omiso a la opinión de sus familias.
Desde luego, entre los más de 40.000 personas enterradas en los osarios de Cuelgamuros habrá algunos en esta situación, pero para valorar esta realidad hay que acercarse al proceso que se siguió para trasladar al Valle de los Caídos los restos de todas las personas que reposan allí.
Al acabar la Guerra Civil había un importante problema en España por las numerosas fosas comunes abiertas por los dos bandos durante la contienda para dar sepultura a los fallecidos en los frentes. En muchas de ellas, además, no había ningún tipo de identificación sobre la identidad de las personas en su interior, situación que curiosamente era más frecuente en el caso de las fosas del bando republicano.
El problema hizo que en el año 46 y por medio de la Orden Ministerial de fecha 11/07/1946 se prolongase durante toda una década el permiso para que las fosas se mantuviesen en uso, entre otras razones para poder terminar el Valle, destino previsto de muchos de esos restos.
Mientras tanto, se promulgaron órdenes en todos los Gobiernos Civiles para que desde estas instituciones se facilitase a las familias que lo deseasen la exhumación de los restos de sus fallecidos y su traslado al Valle, asumiendo el Estado todos los costes. Y del mismo modo, cuando se acercaba el final de ese nuevo plazo fijado para 1956 se hicieron los respectivos anuncios para que aquellos que lo deseasen exhumasen a sus fallecidos todavía en fosas comunes.
Sólo aquellos que no fueron reclamados antes del final del plazo (y por supuesto los cuerpos no identificados) fueron finalmente trasladados al Valle de los Caídos. Hay, eso sí, algunas aclaraciones que resultan pertinentes en este punto: hay que reconocer que no pocas familias estarían en contra de que sus muertos reposasen en el Valle, pero no pudieron impedirlo bien porque llegado el momento no podían asumir el coste del traslado a una nueva tumba, bien porque en la España de 1956 reclamar los restos de determinados fallecidos podía suponer colocarte en una posición complicada.
33.832 personas en el archivo
La comunidad Benedictina en el Valle ha llevado un archivo con los nombres o los datos de los que se dispusiese en cada momento. Este fondo documental tiene datos sobre los restos de 33.832 personas, pero la realidad es que en los osarios hay restos de muchas más y muchísimos restos no identificados, ya que fueron enterrados en el lugar donde encontraron la muerte sin ningún dato sobre su identidad.
Además de esto, hay que tener en cuenta que el estado de los osarios es poco menos que lamentable, por lo que actualmente, incluso en el caso de las personas correctamente identificadas, encontrar sus restos sería una tarea titánica y con un coste descomunal, por lo que resultará prácticamente imposible satisfacer las demandas de algunas familias de personas enterradas allí que desean exhumar los restos.
De hecho, en este sentido se manifestaron los mismos forenses del Ministerio de Justicia que recientemente abrieron los osarios con el fin de realizar "catas" o "prospecciones" del estado de los restos, asegurando que era "inviable" cualquier labor de exhumación.
Como dato anecdótico, pero bastante revelador, apuntaremos que los últimos restos que llegaron al Valle de los Caídos para encontrar allí su eterno descanso lo hicieron... ¡en el año 83 y siendo presidente del Gobierno Felipe González!
Se trataba de un abogado que murió con 32 años, Juan Álvarez de Sisternes, de Villafranca del Penedés (Barcelona). Sus restos fueron inscritos con el número de orden 33.847 y fue situado en el columbario 11.074.
Primer artículo de esta serie: ¿Hubo decenas de miles de presos trabajando en el Valle de los Caídos?
Segundo artículo de esta serie: ¿Morían en masa los obreros del Valle de los Caídos?
Tercer artículo de esta serie: ¿Construyó Franco el Valle de los Caídos como tumba monumental para sí mismo?