L D (Raúl Vilas) Ni un solo ministro del Gobierno de Zapatero acudió a escuchar la intervención del consejero delegado del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián en el Foro de la Comunicación de Nueva Economía. Ni uno. El secretario general del PSM, Tomás Gómez y la diputada Elena Valenciano, las únicas caras conocidas del PSOE. Tendrán que contarle a Zapatero los continuos reproches de Cebrián a cuenta del apoyo del Gobierno a Mediapro que le ha birlado a Prisa los derechos del fútbol. Eso ha dolido mucho, y Cebrián no lo oculta.
Mejor representado estaba el PP. Esteban González Pons, Manuel Fraga y Elvira Rodríguez escucharon como Cebrián volvía a su habitual discurso que distingue entre la "derecha democrática" y la "fascistoide". Esta vez, además, puso nombre a una y a otra: "El talante democrático de Ruiz Gallardón desdice de la pulsión autoritaria de algunos de sus compañeros del PP", que, en seguida, identificó con Esperanza Aguirre. Más elogios: "Si el PP tuviese un líder como Gallardón al frente, el Gobierno tendría que ponerse las pilas". Parece que Mariano Rajoy tendrá que seguir intentándolo.
Cebrián habló mucho de "independencia" y de "competencia" en el mercado de la comunicación. Sí, independencia y competencia. "En Prisa creemos en la competencia, para organizar la convivencia en democracia, pero competencia que sea leal ", dijo Cebrián que sostuvo, sin sonrojarse, que "Prisa siempre ha sido independiente, no estamos ni hemos estado alineados con ningún Gobierno, otra cosa es que en Gobierno esté contra nosostros". Pero hay más, dijo con una tranquilidad asombrosa que su grupo "jamás" ha actuado "en función de sus intereses, o para lograr privilegios o licencias". La cosa llegó al punto de afirmar que Felipe González le llevó a los tribunales por "criticar las acciones del GAL entonces apoyadas por Pedro J. Ramírez". Claro que pocos minutos después dijo que él y Felipe eran amigos.
Aunque no se olvidó de sus obsesiones, con alusiones a Aznar y su apoyo a la Guerra de Irak que "ha provocado cientos de miles de muertos" o a Javier Gómez de Liaño, al que insultó de nuevo, pese a la reciente sentencia de Estrasburgo, llamándole "juez delincuente", las iras de Cebrián se centraron en esta ocasión en el binomio Mediapro-Gobierno. Tras recordar convenientemente que la "línea editorial" de sus medios ayudó a Zapatero a ganar las elecciones, exigió una nueva ley audiovisual "sin amiguismos, sin favorecer a unos para perjudicar a otros".
Después de este discurso tan agrio con el Gobierno, y tras algunos editoriales de El País muy críticos con Zapatero, se le preguntó al consejero delegado de Prisa si creía que existía malestar en el Ejecutivo, ausente por completo en el desayuno informativo. Cebrián dijo que le "sorprendería que el Gobierno estuviese enfadado", y recordó el apoyo del periódico en temas como el aborto o educación para la ciudadanía, frente al PP y la Iglesia. En ese momento, y tras una hora ejerciendo de campeón de la libertad de expresión, Cebrián aprovechó la presencia del Nuncio del Vaticano, para arremeter contra los medios "de la derecha" a los que acusó de generar "crispación, y alguno vinculado a la Iglesia de manera singular", en referencia a otro de sus demonios, el director de La Mañana de la COPE, Federico Jiménez Losantos.
En cuanto a la venta de Digital Plus, Cebrian dijo que era una posibilidad que se estaba barajando, pero insistió en que es un "negocio rentable". De su valor, dijo que la última transacción de televisión por pago que realizó Prisa "se valoró en once veces el EBITDA (beneficio antes de impuestos y amortizaciones), que es de 350 millones de euros", o sea 3.850 millones de euros.
No había muchos vips en el Ritz. Menos de lo habitual en este tipo de saraos de la capital. Se vio al presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, o al realizador y productor de televisión, Valerio Lazarov, entre otros. En una de las mesas reservadas a la prensa, destacaba la presencia de González Urbaneja –presidente de la APM y supuesto defensor de periodistas que se posicionó a favor de la querella de Gallardón contra la libertad de expresión– tomando notas de las palabras de Cebrián .