Han pasado más de cinco meses desde que monseñor Mario Iceta fuera nombrado obispo titular de Bilbao. Su situación fue difícil incluso antes de que se hiciera oficial su nombramiento puesto que era un secreto a voces que el Vaticano estaba decidido a cambiar el rumbo de la Iglesia en el País Vasco por las buenas o por las malas. Incluso un grupo de 700 sacerdotes y laicos, entre los que había importantes miembros de la curia, desafió al Vaticano ante su inminente llegada.
Meses después, las aguas bajan más calmadas, si bien Iceta, que ya era auxiliar de la Diócesis vizcaína, conoce a la perfección a lo que se enfrenta. Su política es clara: cambios tranquilos pero siempre hacia adelante. Sigue mimando al Seminario, que poco a poco va mejorando, y los sectores más nacionalistas comienzan a aceptar que el ahora segundo obispo más joven de España estará con mando en plaza muchos años.
Ahora ha llegado el turno de ir modificando la cúpula de Diócesis y para no caldear más los ánimos el obispo natural de Guernica decidió respetar los mecanismos utilizados por sus antecesores para nombrar a los vicarios. La fórmula pasa por consultar a los sacerdotes, religiosos y laicos, que votarían a sus favoritos. Aunque aquí está la primera confrontación. Los sectores más nacionalistas quieren que éste sea un órgano con capacidad de decisión mientras que Iceta ha dejado claro que tan sólo es consultivo y que la última palabra será únicamente suya.
Según informa El Correo, Iceta ha apostado por nombrar a dos vicarios generales además de a los vicarios territoriales. Entre los más votados están algunos de los críticos con su nombramiento.
Sin embargo, en la lista de nombres más votados también hay algunas sorpresas agradables lo que supone al menos un pequeño brote verde en Bilbao. Iceta sabe lo que quiere e irá poco a poco diseñando una Diócesis que mire más a Roma que a la sede del PNV.
Hay dos nombres muy votados para ser vicarios territoriales: Luis María Vega y Jesús Sánchez Maus. Dos sacerdotes relativamente jóvenes y que han manifestado un apoyo claro y con hechos su apoyo a las víctimas del terrorismo y su enfrentamiento a ETA.
Hay que remontarse a 2003 para conocer un acto que revolucionó a la Iglesia vasca y que descolocó a aquellos que pensaban que los sacerdotes eran todos nacionalistas. Dejando a un lado su ideología política, fueran nacionalistas o no nacionalistas, conservadores o progresistas, cinco curas convocaron una rueda de prensa para anunciar que irían en las listas del PP y del PSE en las elecciones municipales para ayudar a llenarlas y denunciar la situación de los objetivos de ETA.
Luis María Vega y Sánchez Maus fueron dos de estos sacerdotes. El primero fue en las listas del PP por Ermua y el segundo también por esta formación en Durango. Participaban de manera simbólica pero su iniciativa consiguió animar a un colectivo que durante años se sintió desamparada por sus pastores.
"En conciencia, no podemos atender con generosidad otras cuestiones mientras haya en nuestra sociedad mujeres y hombres que, para ejercer, la acción política, tengan que estar sometidos indignamente a extraordinarias medidas de inseguridad con grave riesgo para sus vidas y la de sus familias", aseguraron en esa inesperada rueda de prensa. En ese momento, el propio obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, aplaudió la "valiente" decisión que tomaron.
Destacable es la historia de uno de estos dos curas. Luis María Vega es primo de Iñaki Totorika, ertzaina asesinado por ETA. En una entrevista concedida en 2005 a la revista nacionalista Elkarri, este sacerdote dejó las cosas muy claras. Sobre los terroristas de ETA dijo que "se les juzgue correctamente y que cumplan la pena, ni un año más, pero ni un año menos".
De este modo, indica que "siempre es más fácil perdonar al que se ha arrepentido" pero añadía que mientras ETA "sigue amenazando, intentando matar y sin renunciar a las armas, es muy difícil perdonar". "Desde que mataron a mi primo, desde cierto resentimiento, no miro de la mima forma".
Sobre los presos de ETA y sus continuas reivindicaciones, este sacerdote vasco afirmaba que "al final no puedo olvidar que las personas que están presas son miembros de una organización que ha matado a mi primo" y consideraba que le resultaba difícil "comparar situaciones entre una familia a quien le han matado un hijo y entre otra que tiene un hijo preso".
Otro de los curas que se fue en las listas de manera simbólica fue Pedro Villarroel. La consecuencia de sus actos fueron amenazas, pintadas en su coche y pintadas como "puto clero español". No se amilanó y animó a otros curas a manifestarse. Y también retrató al clero más nacionalista y su indiferencia ante las víctimas de ETA.