El presidente del Congreso, José Bono, respondió este martes, primer día del nuevo periodo ordinario de sesiones, a la carta que le enviaron en julio los grupos minoritarios pidiendo que dé vía libre al uso de las lenguas cooficiales en el Pleno de la Cámara. En su escrito, al que tuvo acceso Europa Press, Bono vuelve a dejar claro que hablar en catalán, vasco o gallego en las sesiones plenarias requiere cambiar el Reglamento y que no cabe resucitar un uso limitado de estos idiomas, como intentó su antecesor, Manuel Marín, pues éste acabó incluso revocando su propia doctrina por falta de consenso.
A instancias de Esquerra Republicana, los portavoces de CiU, PNV, BNG, IU, ICV, Coalición Canaria y Nafarroa Bai enviaron una carta a José Bono para que facilitara el uso de lenguas cooficiales en el Congreso y al menos permita utilizarlas en las intervenciones ante el Pleno del Congreso, aunque sea de forma limitada y facilitando la traducción a los servicios de la Cámara, como intentó Marín la pasada legislatura. Sólo el PSOE, el PP y UPyD rechazaron estampar su firma a la petición. Precisamente ese permiso de Marín tuvo que ser revocado por los continuos abusos de los nacionalistas, que pretendieron imponer, como hacen en sus comunidades autónomas, sus propias lenguas en el Congreso nacional.
En su respuesta, el presidente recuerda que el propio Marín ya dejó claro entonces, en febrero de 2005, que su iniciativa carecía "de valor normativo o como precedente" y que además tuvo que revocarlo todo al cabo de un mes, reconociendo que se había equivocado y lamentando que su criterio abierto había sido interpretado como un primer paso para sentar nuevas reclamaciones que no tenían consenso en la Cámara. Eran los tiempos en que Marín chocaba frecuentemente con ERC, y especialmente con su diputado Joan Tardá, por el uso del catalán en cada intervención pese a las continuas advertencias de Marín.
En ese contexto, Bono responde a las minorías que su pretensión no debe dirigirse a la Presidencia del Congreso porque se trata de una cuestión que "debe ser objeto, en su caso, de la oportuna reflexión y acuerdo en el seno de los órganos natural y legalmente llamados a ello, esto es la Comisión de Reglamento y, eventualmente, el Pleno de la Cámara".
De hecho, señala que ya en la última tentativa para reformar el Reglamento del Congreso, allá por 2005 en el Parador de Sigüenza, ya se habló del uso de las lenguas cooficiales y no hubo acuerdo. "Sin poder afirmar que este tema fuera la causa única o principal del fracaso de la tentativa de reforma reglamentaria, es evidente que no contribuyó en absoluto a su éxito", indica. Así las cosas, Bono "se ve obligado a declinar responsabilidades" por la utilización o no de las lenguas cooficiales en el Congreso, máxime cuando "además de tener un encaje jurídico muy discutible, ofrecen experiencias no precisamente satisfactorias".
En una reciente entrevista con Europa Press, Bono insistió en que, aun cuando no le molesta oír hablar en catalán y no tiene antipatía alguna a las lenguas cooficiales, "el único imperio que debe quedar meridianamente claro es el imperio de la ley y la Constitución establece con claridad cuál es la lengua que debe utilizarse en el Congreso".
"El reglamento del Congreso puede ser modificado pero no le corresponde al presidente del Congreso hacerlo. Si los diputados, mayoritariamente, creen que debe modificarse, no han de pedirle permiso al presidente, lo pueden modificar ellos. Lo que no puedo hacer, obviamente, es transformar en mayoría a una minoría", aseveró.
En ese sentido, insistió en que el presidente del Congreso ayudará a los diputados si quieren cambiar el Reglamento "pero si no quieren, como ocurrió en anteriores legislaturas, la voluntad del presidente es poco relevante". "Hasta el presente, todos los que han querido abanderar reformas reglamentarias no han tenido el éxito que hubieran deseado --recordó--. Si me piden ayuda la tendrán pero no promoveré debate de cambio del Reglamento que no cuente con mayoría que lo avale".