En el Grupo Popular están que trinan con la actitud del presidente del Congreso, José Bono. En la Cámara hay una regla no escrita de que en los plenos monográficos, como el celebrado este miércoles a propósito del Consejo Europeo, el líder de la oposición puede sobrepasar los 15 minutos de los que disponen los portavoces de partido habida cuenta de que “representa a la mitad de la población española”.
Sin embargo, y para indignación de la bancada popular, Bono ha mandado callar al presidente popular una vez pasados esos 15 minutos -"señor Rajoy debe ir acabando", le apremió-, lo cual no había ocurrido antes en la presente legislatura. “Es indignante, pero todos sabemos porqué lo ha hecho”, aseguraba, en corrillo con Libertad Digital, un miembro de la plana mayor.
En el PP lo tienen claro. El dirigente socialista “se ha tomado la revancha” en respuesta a la petición reiterada de explicaciones -salvo en el caso del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón- por su abultado patrimonio. “La herida le sangra, es una venganza”, aseguran. Otros van más allá: “está nervioso y se le nota, algo tiene que ocultar”.
Es el segundo incidente en menos de 24 horas a raíz del caso Bono. El martes, el presidente de la Cámara leyó ante los miembros de la Mesa y luego en la Junta de Portavoces una relación de sus bienes, extremo “insuficiente” para el PP, que reclamó a los servicios jurídicos del Congreso que definan qué órgano parlamentario es competente para tratar su patrimonio y para que en él dé las explicaciones pertinentes.
En la Mesa los representantes del PP hicieron incluso el amago de levantarse en señal de protesta.
“El presidente del Congreso es un diputado y, como todos, se tiene que someter al reglamento y a los procedimiento”, sentenció entonces la portavoz popular, Soraya Sáenz de Santamaría. Por su parte, desde Génova, la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, le instó a aclarar si hay “desajustes patrimoniales” ateniendo a que “siguen las informaciones”.