En una nueva entrevista-masaje de Público, la ministra peor valorada del Ejecutivo socialista, aporta "su perfil amable, gaditando" lejos del "corsé ministerial" dice el diario.
En ella, además, le dejan espacio para que proteste a gusto: "Todas mis amigas han cumplido sus sueños: la que quería ser arquitecta, es arquitecta; la que quería ser enfermera, es enfermera; la que quería ser abogada, es abogada". ¿Y ella? ¿No soñaba acaso, con ser ministra de Igualdad? Por mucho que les sorprenda, no: quería ser periodista. En el diario cuenta como su padre la filmaba de pequeña, y cómo participaba en una radio local. Pero las letras, se le daban peor: "Siempre me gustó escribir, pero nunca lo he hecho tan bien como para pensar que pudiera dedicarme a ello. Aunque tampoco lo hago mal del todo, creo. Si quieres, te dejo uno y me lo publicáis" le ofrece al diario de Roures.
Pero, optó por estudiar Dirección y Administración de Empresas, opción elegida por sus "muchas salidas". Azuzada y apoyada por la inestimable ayuda del redactor, Aído incide en la ironía de que precisamente ahora esa profesión que soñaba sea la que más la ataca. Pero el periodista le echa un capote memorable: "Todavía sangra por las heridas que le han infligido las reiteradas puyas, generalmente inventadas, desde los medios más conservadores", dice.
Y es que, les parece mal que Bibiana Aído, y su ministerio, sean objeto de crítica porque es una cartera muy baratita, "sólo supone el 0,0029% de los Presupuestos" dice la gaditana. Pero ni una palabra de su efectividad.
Y así, recordando, recordando, recordando....Bibiana Aído desentierra su pasado más remoto y desvela que estudió en un colegio de monjas, sólo para chicas: "Y que conste que estoy totalmente en contra de la segregación en la escuela" apostilla con rapidez.
Aún así, dice que de aquello guarda "un recuerdo precioso" porque ellas le transmitieron "muchos de los valores que siguen vigentes en mí: me enseñaron a valorar la tolerancia, el respeto, la empatía". La ministra vuelve a recalcar rápidamente que "no eran nada carcas" y destaca a hermana María del Amor, "muy cariñosa y buena, con ese tono de voz que tranquilizaba a todas las niñas cuando surgía una preocupación".