Dice El Mundo que Francisco Javier Guerrero, el ex alto cargo de la Junta mundialmente conocido por gastarse la pasta de los ERE en farlopa, "implicó en la trama a los presidentes" de la Junta, Chaves y Griñán. Pedro J. se lleva las manos a la cabeza porque le parece "evidente que el PSOE montó en Andalucía un entramado de corrupción de arriba hacia abajo" y las excusas socialistas –que han sido los funcionarios, que ellos no sabían nada, que se enteraron por la prensa- le traen a la cabeza los viejos tiempos de Felipe González, Juan Guerra, los GAL y se pone nostálgico. Pero "el más inconsistente de los pretextos del PSOE es que estos escándalos son producto de unas filtraciones del PP con fines electoralistas", opina Pedro J., porque él está convencido de que "a los ciudadanos les da igual de quién proviene la información y qué pretende, lo que les importa es la corrupción y la malversación de recursos públicos".
Para ABC, la declaración "del exdirector que desvió fondos para cocaína" demuestra que el escándalo de los ERE "es fiel reflejo de la crisis terminal del régimen socialista en Andalucía" y critica, dale que te pego, "el despilfarro del dinero público en drogas y diversiones de muy dudoso gusto", con lo chupi guay que te lo puedes pasar, por poner un ejemplo, con la Crítica de la Razón Pura de Kant o viendo uno de esos peliculones franceses subtitulados. Por cierto que Ignacio Camacho me hace la competencia con un resumen de prensa. "El chófer cocainómano, el conseguidor de bigotes de punta, los enjoyados peleles malayos, el curita místico, el capataz putero, el yerno guaperas, la mosquita muerta que se inventaba expedientes, los siniestros alcahuetes de la gasolinera". Vale Ignacio, me ganas. Me retiro.
La Razón cambia de tema y nos cuenta lo que le han hecho al pobre Gobierno del PP los pocos pérfidos socialistas que quedan. "Si se revisa el objetivo de déficit, minimizaremos el conflicto social", dice que amenazaron a Montoro en Andalucía. Y es que lo que resta de "la izquierda está inmersa en una inquietante dinámica (...) El chantaje y la algarada son recursos que retratan al PSOE". En fin.
En La Gaceta se escandalizan por la que se ha montado con Gallardón, que ayer dijo que "las mujeres ven violentado su derecho a ser madres por la presión que generan a su alrededor determinadas estructuras". Clarísimo, ¿no? "Brutal acometida de la izquierda contra Gallardón por su defensa del derecho a la vida", titula. Cuenta que los socialistas han "salido en tromba contra el ministro" y que una de ellas, Soledad Cabezón, hasta le llamó "machista" porque ahora "las mujeres parecemos gallinas ponedoras". Si es que ya lo dice Javier Quero con su enorme sabiduría. "Sólo hay una cosa más pesada que una feminista, dos feministas".
Pero donde dan realmente leña a Gallardón es en El País. A su antaño querido futuro presidente le ponen a caldo por su "giro radical". "Se entiende que un dirigente que siempre ha pretendido situarse en el ala más moderada del PP, y que se ha presentado a sí mismo como exponente de modernidad y cosmopolitismo, tenga dificultades para justificar una involución como la que propone con la reforma de la ley del aborto", le abofetea. "Ayer hizo un nuevo alarde de contorsionismo ideológico al justificar la reforma en aras de evitar una violencia de género estructural", le arrea. "Lo que no puede hacer es engañar a la ciudadanía pretendiendo que la forma de proteger al libertad de las mujeres que quieren continuar su embarazo sea privar a todas las mujeres que quieren interrumpirlo de la libertad de decidir (...) Eso sí que es violencia de género estructural".
Pero claro, es que la izquierda está triste, decaída, sola, abandonada. Josep Ramoneda se empeña en buscarle trabajo. "¿Por qué la izquierda ha desaparecido ante la crisis? ¿Por qué no existe como proyecto ni como alternativa?", se pregunta al borde de las lágrimas. Y como está missing, pasa lo que pasa, "la violencia simbólica" se ejerce "sobre la ciudadanía con un discurso atemorizador" con "el miedo como instrumento político" y la izquierda, a por uvas, que no viene a "defenderlos".