Aunque podamos tener una imagen adinerada y glamurosa del mundo de la joyería, en la inmensa mayoría de los casos estamos hablando de un negocio de pequeños empresarios, artesanos, familias... Es decir, de un sector como otro cualquiera que tiene la suerte o la desgracia, hoy en día parece más lo segundo, de trabajar con materias primas de alto valor.
Materias primas que han provocado que el sector sufra una ola de delincuencia en los últimos años que pone en cuestión su propia supervivencia, más todavía al unirse a otros dos factores negativos: la crisis económica que a todos nos afecta y la escalada del precio de los metales preciosos.
Así, el panorama es poco menos que desolador, tal y como nos cuenta el secretario general del Gremio de Joyeros, Plateros y Relojeros de Madrid, Armando Rodríguez: por un lado el incremento de los costos directamente derivados de la propia delincuencia, por ejemplo las primas de los seguros, que "han subido mucho, entre un cuatrocientos y un quinientos por cien", por el otro los efectos de cada atraco en la vida de las empresas, en muchos casos pequeñas compañías familiares, y todo unido a una crisis que, como en cualquier tipo de comercio, lleva años golpeando con dureza.
Una década de delincuencia desbocada
Según Armando Rodríguez el cambio se produjo alrededor del año 2000, cuando se da "un nuevo fenómeno" que, aunque sea políticamente incorrecto decirlo, estaba "relacionado con la inmigración".
A partir de ese año empiezan a operar en nuestro país "grupos delictivos muy violentos" que se dedican primordialmente a distintas formas de robo con intimidación. Estas primeras bandas son detenidas con relativa facilidad, pero "eso dio lo mismo: se había generado un efecto llamada".
Después, el método de moda fue el alunizaje hasta que, siempre según Armando, los delincuentes van aprendiendo y "se generaliza el robo con violencia (el que se realiza sin amenazas o intimidación contra las personas pero dañando las propiedades) como forma más habitual de operar, un tipo de delincuencia que ofrece a los delincuentes más seguridad y penas menores".
Otra mentira de Rubalcaba
Sin embargo, las cifras oficiales no han reflejado el tremendo aumento de estos tipos de delito. ¿Cómo es eso posible? Según Armando Rodríguez lo es gracias a la manipulación estadística que se ha venido haciendo desde Interior en la etapa de Rubalcaba.
Para que nos hagamos una idea del nivel de manipulación al que se ha llegado, nuestro interlocutor nos habla de un estudio desarrollado por un académico del norte de Europa en el que se hablaba del "misterioso caso de la desaparición de las estadísticas de criminalidad en España".
En él, las palabras sobre la calidad de estas estadísticas no podían ser más claras: "No son fiables ni propias de un país desarrollado, ni siquiera en el caso de los homicidios: los muertos desaparecen".
Tampoco Armando Rodríguez ahorra críticas para el exministro de Interior: "El legado de Rubalcaba es que hemos pasado de 545 delitos en joyerías en 2007 a 971 en 2011", asegura según las cifras que el propio Gremio ha recopilado.
Y mientras esto ocurría el propio Rubalcaba "no ha mostrado ninguna voluntad", más bien al contrario ha demostrado que la situación que se estaba generando "no le interesaba" y "ha despreciado el problema".
Un problema con la legislación
Un artículo de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es el principal problema del sector y ha sido, según la opinión de Armando Rodríguez, lo que ha hecho proliferar este tipo de delincuencia, no sólo en el sector de la joyería sino también en otros negocios o incluso en domicilios particulares.
¿Por qué? Pues porque, tal y como nos cuenta el propio Armando, en virtud de este artículo "aunque sean detenidos, al 99% de los que cometen delitos contra el patrimonio se les da la libertad condicional". Esto significa que en unas 72 horas esta persona estará de nuevo en la calle y, por desgracia, presto a delinquir.
Hay personas que antes de ser juzgadas por los delitos relacionados con su primera detención acumulan docenas de pasos por la comisaría y el juzgado -docenas, literalmente-. Finalmente, cuando se convoca un primer juicio... los delincuentes ya pueden estar fuera de España. Y sin una primera condena firme no existe la reincidencia, es decir, tras 90 o 100 detenciones por el mismo tipo de delito un delincuente sigue sin ser reincidente si no es condenado, algo que, con los retrasos en la justicia, puede demorarse años. Un auténtico coladero en la ley, nos asegura Armando Rodríguez, del que delincuentes de muchos países son bien conscientes.
Por esta razón el sector de la joyería está reclamando con toda la fuerza de la que es capaz de mostrar que se modifique la ley en ese aspecto para que se puedan tener en cuenta criterios más objetivos: "Por ejemplo, el número de detenciones acumuladas", asegura nuestro interlocutor. Además aclara que las medidas que reclaman "no tienen necesariamente que ser el ingreso en prisión. Por ejemplo se podrían usar pulseras de control como en algunos casos de maltrato".
En este sentido, hasta el momento han mantenido ya una serie de reuniones con responsables del nuevo Gobierno para abordar el tema. La respuesta "está siendo muy positiva", aunque todavía es pronto para que se haya concretado en algo.
Las empresas de seguridad, a examen
Desde el sector de la joyería muchas voces critican el funcionamiento de algunas empresas de seguridad, que según Armando Rodríguez han entrado en "una dinámica cómoda en los últimos veinte años" y, a día de hoy, presentan carencias que para los joyeros resultan más que relevantes.
Por ejemplo, en casos que este periódico ha podido constatar de primera mano, los propietarios de instalaciones de seguridad no recibían propuestas ni consejos para actualizarlas, quedando indefensos ante los nuevos tipos de delincuencia más sofisticados.
El resultado es que, según los datos del gremio de joyeros, en ninguno de los 70 robos por el procedimiento del butrón registrados en Madrid en 2010 funcionaron las alarmas. Del mismo modo, en ocho de cada diez robos con fuerza "vienen precedidos por cortes de comunicación que se podrían y deberían detectar". Esto demuestra, según los expertos consultados, que "los sistemas son muy vulnerables".
Se encuentran carencias incluso en las primeras fases: fuentes expertas en el campo de la seguridad han relatado a este periódico que para la mayoría de las instalaciones "no se hacen proyectos de instalación ni estudios de riesgo".
Afortunadamente, no todo el panorama es tan negativo, y "también hay empresas muy buenas que lo hacen muy bien" y con alguna de ellas se ha firmado un protocolo de actuación avalado por el Gremio de Joyeros que puede aportar buenas prácticas para el futuro.
El drama del primer robo, la tragedia del segundo
"Hay gente que ya no levanta cabeza", nos cuenta Armando Rodríguez al hablar de lo que ocurre en un robo. "Incluso si la tienda está bien asegurada no es fácil", dice. Además, dados los precios que están alcanzando las pólizas –según ha podido saber Libertad Digital rondan un coste de 150 euros por cada 6.000 asegurados– muy pocos comerciantes pueden afrontar el coste de asegurar toda la mercancía que tienen en su tienda o su taller.
Y el seguro también tiene sus problemas: incluso en el caso "de que todo vaya bien", el cobro del seguro puede demorarse "cuatro, cinco o seis meses". Mientras tanto, hay que rehacer el inventario, afrontar reformas y reparaciones y, en muchos casos, la instalación de un nuevo sistema de seguridad. En una situación como la actual "en la que no hay crédito" cualquier retraso en el cobro "puede ser trágico", asegura nuestro interlocutor.
Pero lo más trágico es tener la mala suerte de sufrir un segundo robo a partir del cual es casi imposible la recuperación, empezando por algo esencial: "Tras dos robos ninguna compañía se arriesga a asegurarte y si lo hacen es a precios elevadísimos". Además, el descalabro económico suele ser de tal magnitud que lo más habitual es no superarlo: "Sí, hay cierres directamente relacionados con problemas de seguridad", admite Armando Rodríguez con un gesto en parte incrédulo ("cómo puede pasarnos esto a estas alturas", parece preguntarse) y apesadumbrado.
Lean este domingo en Libertad Digital la segunda parte de este reportaje con las historias de los que han sufrido estos robos: "Creía dejar a mis hijos un negocio con el que se ganarse la vida y les dejo un desastre".