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22 RELIGIOSOS Y UN SEGLAR, EJECUTADOS

Beatifican en Madrid 23 mártires fusilados en 1936 tras perdonar a sus verdugos

Veintidós religiosos oblatos y un padre de familia serán beatificados por la Iglesia, mártires de la brutal persecución religiosa de 1936.

El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, beatifica este sábado 17 de diciembre a 23 mártires en Madrid (España) asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil, y que además perdonaron a sus verdugos antes de morir.

La beatificación de los llamados Mártires de Paracuellos hará que sean elevados a los altares un laico y 22 miembros Oblatos de María Inmaculada. Esta ceremonia se realiza coincidiendo con 150 años de la muerte de San Eugenio de Mazenot, fundador de la congregación, y con los 200 años de su ordenación sacerdotal.

El postulador de la causa, Joaquín Martínez Vega, cuenta en la edición para el 17 de diciembre del diario vaticano L’Osservatore Romano que los Oblatos abrieron un seminario en Pozuelo de Alarcón en 1929, lo que nunca fue bien visto por las filas anticlericales del lugar que "tenían como objetivo a los ‘frailes’".

En los primeros meses de 1936 la tensión era intensa y recuerda que "todos los fines de semana los jóvenes marxistas que se reunían en el lugar llamado Fuente de la salud, cerca al convento, gritaban en sus puertas: ¡muerte a los padres!" El 22 de julio, a las 15 horas "un nutrido contingente de milicianos, armados con escopetas y pistolas, atacó el convento. La primera cosa que hicieron fue arrestar a los religiosos que eran 38, reduciéndolos en una sola sala para vigilarlos, con las armas apuntándoles. Luego los milicianos comenzaron a buscar en el convento para buscar armas".

La búsqueda, relata Martínez, fue infructuosa: "solo encontraron cuadros religiosos, imágenes, crucifijos, rosarios y ornamentos sacros. El 24 de julio, hacia las 3 o 4 de la mañana, ocurrieron las primeras ejecuciones". "Sin interrogatorios, sin acusaciones, sin juicios, sin defensa, llamaron a siete religiosos separándolos del resto del grupo", prosigue.

Ellos fueron Juan Antonio Pérez Mayo, Manuel Gutiérrez Martín, Cecilio Vega Domínguez, Juan Pedro Cotillo Fernández, Pascual Aláez Medina, Francisco Polvorinos Gómez, Juan González Lorente.

En este primer grupo fue fusilada también un laico, Cándido Castán San José, "conocido católico, padre de familia, casado y padre con dos hijos. Tenía 42 años". El 25 de julio, los que quedaban fueron liberados. Sin embargo en octubre fueron arrestados todos y llevados a la cárcel Modelo. "Aquí sufrieron un lento martirio de hambre, frío, terror y amenazas, hasta que 15 de ellos sufrieron un cruel fin", añade.

El postulador de la causa relata luego que el 7 de noviembre fue fusilado en la localidad de Paracuellos de Jarama el sacerdote y formador del seminario, P. Jose Vega Riaño, de 31 años de edad, y Servillano Riaño Herrera, profeso temporal de 20 años de edad.

El 27 de noviembre fusilaron a 13 oblatos más: "el procedimiento fue el mismo para todos. No hubo acusación ni juicio, no hubo defensa ni explicaciones. Solo la proclamación de sus nombres por potentes altavoces".

Los oblatos asesinados ese día fueron el sacerdote y superior provincial, Francisco Esteban Lacal; Vicente Blanco Guadilla, superior del seminario; Gregorio Escobar García, Juan José Caballero Rodríguez, Publio Rodríguez Moslares, Justo Gil Pardo, Ángel Francisco Bocos Hernández, Marcelino Sánchez Fernández, José Guerra Andrés, Danile Gómez Lucas, Justo Fernández González, Clemente Rodríguez Tejerina y Eleuterio Prado Villarroel. El postulador concluye el artículo señalando que los oblatos "murieron haciendo profesión de su fe (de la cual nunca renegaron) y perdonando a sus verdugos".

 

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