La investigación de la Policía Nacional sobre el paradero de los dos niños cordobeses que desaparecieron el pasado sábado 8 de octubre dio este martes un paso adelante con la detención del padre de los menores. Un arresto sobre el que se venía especulando ya desde hace varios días.
El propio padre se había trasladado hasta en dos ocasiones en las últimas semanas hasta la Comisaría de Campo Madre de Dios de Córdoba, a la que hace unas horas llegó en calidad de detenido. La primera, para prestar declaración en calidad de denunciante – fue quien denunció la supuesta desaparición de sus dos hijos en el parque Cruz Conde– y, posteriormente, como testigo
Esta decisión es la primera tomada por los nuevos mandos investigadores del caso, después de que a finales de la pasada semana fuera sustituido el máximo responsable de localizar a los niños desaparecidos. Exactamente, el pasado jueves, tras una reunión mantenida en la capital cordobesa por altos cargos de la Policía Nacional y miembros de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), se decidió retirar del mando de la investigación al comisario que la estaba llevando a cabo.
El encargado hasta ese día no era otro que Manuel Piedrabuena, comisario de Policía Judicial en la Jefatura Superior de Sevilla, el mismo que durante meses fue el encargado de dirigir las investigaciones sobre el asesinato de Marta del Castillo y que fuera el encargado de intentar localizar su cadáver.
El encargado de dirigir a partir de ahora la investigación el comisario Serafín Castro, jefe de la Unidad Central de Violencia Especializada y Violenta (UDEV), quien ha formado un equipo compuesto por 15 agentes que se están dedicando de manera exclusiva a la investigación de este caso. Este grupo especial está compuesto por 10 agentes de la UDEV y se completa con investigadores policiales de Córdoba y Sevilla, entre los que está incluido el propio comisario Piedrabuena.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado reciben anualmente varios millares de denuncias por la desaparición de menores, aunque la inmensa mayoría de ellos se corresponden a fugas temporales y de carácter voluntario, que se producen por el enfado de los menores con los padres. En estas ocasiones, los menores suelen regresar a sus domicilios o ser localizados pasados un par de días.
También están creciendo el número de denuncias por la desaparición de menores que han sido 'secuestrados' por sus propios progenitores. Esto se produce cuando uno de los padres del menor, que suele estar divorciado de su pareja y no tiene la custodia del mismo, decide huir con el hijo. La localización es aún más complicada en los casos en que los matrimonios son mixtos, es decir, que uno de los progenitores no es español, y huye con el menor a su país de procedencia.
Un número muy reducido de ellos son los que los menores desaparecen sin dejar rastro por la interacción de personas supuestamente extrañas, aunque lógicamente son los que más impacto causan en la opinión pública, entre otras cosas, porque van asociados a delitos como el de secuestro, asesinato o violación.
Ejemplo de ello fue el de la niña onubense Mari Luz Cortés, una niña de etnia gitana que abandonó su domicilio para comprar chucherías, y que acabó en las manos de su supuesto asesino, uno de sus vecinos, Santiago del Valle. Se dio la circunstancia de que el imputado contaba ya con antecedentes por pederastia y se encontraba en libertad y no cumpliendo condena por un error judicial.
Otros casos recientes están aún sin resolver. Es el caso de los niños canarios Yeremi Vargas y Sara Morales. El primero desapareció en marzo de 2007 en la localidad de Vecindario (Gran Canaria) cuando tenía 7 años. La segunda, lo hizo en Las Palmas de Gran Canaria en julio de 2006 cuando tenía 14 años. Tampoco se conoce el paradero Josué Monge, de 13 años, desaparecido en la localidad sevillana de Dos Hermanas en abril de 2006, ni de la joven irlandesa Amy FitzPatrick, de 15 años, desaparecida en diciembre de 2007 en Mijas (Málaga).