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La calle Jazmín, escenario de otro crimen

La madrileña calle Jazmín no es la primera vez que se convierte en un improvisado macabro escenario. 

Ocurrió el pasado 26 de febrero de 2003. Eran aproximadamente las siete y media de la tarde cuando varios vecinos fueron testigos de una escena más propia de una película de acción.

Un jeep Cherokee se detuvo frente al número 34. Dos hombres salieron de su interior para comprobar el estado de una rueda pinchada. De pronto, apareció un tercer hombre armado con un Kaláshnikov y disparó varias ráfagas. Uno de los sorprendidos trató de empuñar una pistola para defenderse, pero ya fue tarde: las balas habían entrado en su cuerpo. El pistolero acabó su trabajo rematando a los malheridos en el suelo, regresó al coche, donde le esperaba una cuarta persona, y se dio a la fuga. Un trabajo profesional.

La policía llevaba tras la pista del cabecilla mucho tiempo. "¡Coño, El Calvo! ¡Es él!" El Calvo era Iván Dimitrov, de 45 años, búlgaro. Su colega, Miroslav Petrovich, de 29.

Cundió la alarma en la capital pues ésta se vio envuelta en una espiral de violencia –tres tiroteos en 15 horas – más propia del Chicago de los años 20.

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