El prestigioso semanario Der Spiegel publica esta semana un artículo centrado en ridiculizar la forma en que desayunan los españoles. El autor, Andreas Douve, que vive en Pamplona desde los noventa, ve en el desayuno español tradicional un "drama" por ser siempre dulce, escaso y poco saludable, pese a que su patria esté muy lejos de mantener una dieta sana. Critica que como mucho se tome un café fuerte que te hace "un agujero en el estómago", una "esculálida" tostada, una magdalena o un pan de leche al que compara con el lomo de un gato.
La palma para el autor se la llevan los churros (que traduce como rosquillas de grasa) con chocolate. Apunta que es un fenómeno extendido por todos los bares españoles, donde se ve a los ciudadanos "pringando" el churro en el "denso líquido" con los dedos. Para el periodista, el espectáculo de los franceses mojando los croissants en el café con leche y tratando después de llevárselo a la boca "es el colmo de la estética" en comparación con la escena de los churros llenos de chocolate.
El autor, que ensalza manjares alemanes como el "pan con queso", el quark y el muesli, pone como ejemplo de lo que toman los españoles los testimonios que escuchó en un programa radiofónico. Cita una mujer que desayunaba "una cucharada de aceite" y a un hombre que tomaba un café y un potito.
Tampoco se salvan los desayunos de hotel. Admite que ahí sí pueden encontrarse desayunos continentales pero critica que los españoles se lancen en grupo a llenar sus platos "con miedo de que alguien se lleve lo mejor". Después, "la mayoría" se lo deja sin comer.
No se libran de las críticas las cafeterías que sirven el café en "vasos de cristal" hasta el borde, algo que hace casi necesario, dice, coger la bebida con guantes para no quemarse, y el pan tumaca catalán que acompañan de un huevo pasado por agua "servido siempre helado" y "duro como una piedra".