Mary Anne Goossens, de 48 años, viajó el pasado 15 de junio a España para pasar diez días de vacaciones. Tenía previsto trasladarse a Nerja para hacer excursiones de la provincia. Sólo un día después de su llegada, su familia dejó de tener contacto con ella aunque en un primer momento no se alarmaron. Una semana después, el pasado 23 de junio, denunciaron su desaparición y su ex y sus hijos se trasladaron a España para participar en la búsqueda.
El teléfono de la mujer parecía estar apagado y no había usado sus tarjetas bancarias, ni dormido en el hotel donde tenía reserva en Nerja pese a que sus maletas permanecían en la habitación.
Dieciocho días después, tres senderistas hallaron a la mujer cuando hacían una ruta por el río Chillar, a 1.500 metros de altitud. Se encontraba en el cauce del río en el fondo de un barranco de difícil acceso por cuya parte superior pasaban los excursionistas, a unos 200 metros al sur del nacimiento fluvial. Tuvo que ser rescatada por un helicóptero de la Guardia Civil.
Una vez trasladada al Hospital Comarcal de la Axarquía, su estado físico sorprendió a los médicos. Estaba "estable, consciente y hablando" y de hecho descendió a pie del helicóptero pese a no haber ingerido comida durante 18 días. No presentaba fracturas. Sólo requirió curas en los pies.
Ella misma relató a los médicos cómo había terminado en el fondo de un barranco. El día 17 se fue al río Chillar para hacer senderismo, se desorientó y se cayó a la poza, sin que pudiera salir de ella. Explicó que al menos logró meterse varias veces en una oquedad para no estar permanentemente en contacto con el agua.
También contó que sobrevivió bebiendo agua y tapándose con hierbas para evitar el frío, introduciéndolas dentro de la ropa por las noches. Trataba de cobijarse bajo una piedra inclinada y disponía de un silbato que hacía sonar para intentar hacerse oír. La mujer, según el portavoz de la familia, sabía que "debía esperar y no moverse, porque más abajo no había agua y tampoco se atrevía a subir, por lo que optó por no alejarse del agua".
Su estado físico y mental –se ha declarado "feliz" y animada tras el rescate– ha sorprendido a su familia y los médicos. Los hijos de Goossens, Fritz y Jantje Korten, y su exmarido, Johan Korten, han explicado algunos de los trucos que empleaba la holandesa para aliviar el hambre. Cuentan que pensaba en cómo preparar la comida "y con eso, tenía la sensación de haber comido". También trataba de mantener la mente ocupaba y planeaba, entre otras cosas, cómo sería la fiesta de su 50º cumpleaños.
El exmarido ha señalado que la mujer nunca perdió la esperanza y que pensar en sus familiares le ha dado fuerzas todo este tiempo, "una fuerza y una calma" que también han podido sentir ellos.
La mujer, contaron, ha estado tentada de comer hormigas, aunque finalmente no lo ha hecho, y lo único que ha probado de comida han sido hierbas. También mordió algo de madera.
Diez kilos menos
Los expertos, sorprendidos por el suceso, destacan que fue determinante la presencia de agua y la fortaleza de la mujer. Según el jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Carlos Haya de Málaga, Federico Soriguer, también fue clave que las temperaturas no fueran excesivamente bajas. Si hubiera hecho mucho frío o hubiera hecho un gran esfuerzo físico, que hubiera implicado un gasto extra de calorías, no hubiera sobrevivido.
El médico ha explicado a Efe que la supervivencia depende de cada persona porque unas gastan menos calorías que otras para mantener la temperatura corporal basal, así como de la psicología, de la "capacidad de defenderse ante el riesgo de vida".
A su juicio, no resulta sorprendente que una persona pueda sobrevivir dieciocho días sin comer si tiene agua al lado. Ante la falta de alimento, el cuerpo echa mano de las reservas de glucógeno hepático, luego del tejido adiposo y cuando empiezan a agotarse se producen cuerpos acetónicos que producen calorías, tras lo que recurre a las proteínas de los músculos, fase en la que empieza el riesgo vital. Después, las proteínas se obtienen de tejidos vitales, por lo que muchas veces las personas que no se alimentan mueren por fallos cardiacos.
Por su parte, el médico internista José María Romero, del comité científico del Colegio de Médicos de Málaga, ha afirmado a Efe que en este caso ha sido fundamental la salud física y mental de la mujer.
Goossens ha perdido unos diez kilos de peso por el uso de las reservas de grasa y músculo empleadas para producir energía de su propia "despensa", que con el paso de los días se hubiera quedado vacía, y ahora tendrá que reponer.