En una más que emotiva celebración, Benedicto XVI ha decretado beato a Juan Pablo II. En el momento en el que el actual Papa concluía las palabras del decreto, un increíble estruendo formado por los aplausos enfervorecidos de los fieles recorrió el Vaticano y los distintos puntos de Roma habilitados para seguir la beatificación.
La vista no alcanzaba a ver hasta donde llegaban los fieles que entre aplausos y lágrimas escuchaban como Juan Pablo era declarado beato. Una auténtica marea humana ocupaba todos los rincones posibles con la intención de estar lo más cerca posible del ya beato. Pero una bandera ha destacado sobre el resto, la roja y blanca de Polonia. Como si de una invasión se tratara, miles de polacos han querido acompañar a su paisano y han ondeado sus banderas para recordar al primer Papa polaco, en una imagen conmovedora.
Más de un millón de personas llenaban San Pedro, la Via della Conciliazione y las calles adyacentes desde las 5.30 de la mañana. A las 10.00 los cardenales y más tarde el Papa entraban en procesión a la Plaza para dar comienzo a esta multitudinaria beatificación.
A las 10.40 de la mañana Karol Wojtyla era declarado beato por Benedicto XVI. En ese preciso instante la emoción de los fieles salió a relucir con los aplausos y con los gritos de "¡viva el Papa!". Tal y como anunció el propio Pontífice, la fiesta del nuevo beato se celebrará el 22 de octubre, día en que fue elegido Papa. Posteriormente, en una de las fachadas de San Pedro se desplegó un gran tapiz de Juan Pablo II, lo que terminó de emocionar a los fieles allí congregados, que portaban estampas de Juan Pablo II y pancartas de sus lugares de origen y movimientos apostólicos.
Juan Pablo II, un Papa para la historia y un personajeclave para entender el siglo XX. Ahí estaban sus discipulos: los que fueron jóvenes y a los que el Papa tanto animó, los polacos a los que ayudó a acabar con la dictadura comunista y miles de personas de todos los rincones del mundo a los que acudió para recordar sus míticas palabras de "no tengais miedo", que ya utilizó el día que fue elegido Pontífice y que han ayudado a derribar muros y régimenes políticos.
Como es tradicional en este rito, primero se leyó la petición previa así como una reseña biográfica de Juan Pablo II. Este acto fue realizado por el vicario del Papa para la Diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini.
Posteriormente, tras escuchar la petición de la Iglesia local, Benedicto XVI ha aprobado esta petición. "Nosotros, acogiendo el deseo de nuestro hermano Agostino Cardenal Vallini, nuestro vicario general para la diócesis de Roma, de muchos otros hermanos en el Episcopado y de muchos fieles, después de haber recibido el parecer de la congregación de la causa de los Santos, con nuestra autoridad apostólica, concedemos que el venerable siervo de Dios, Juan Pablo II, Papa, de ahora en adelante sea llamado beato y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, todos los años el 22 de octubre", aseguró el Pontífice.
Con una gran sonrisa,Benedicto XVI, seguía todo el acto de beatificación del que fuera su gran colaborador hasta su muerte el 2 de mayo de 2005. Y antes de dar paso a la Liturgia de la Palabra, la religiosa francesa curada de Parkinson por intercesión deJuan Pablo II llevó al actual Papa la reliquia con la sangre de Wojtyla, que más tarde fue expuesta a los fieles.
"El día esperado ha llegado"
Durante su homilía, un muy emocionado Benedicto XVI afirmo que "hace seis años" los cristianos se encontraban en la Plaza de San Pedro para celebrar los funerales de Juan Pablo II y que, ése día, "el dolor por la pérdida era profundo, pero más grande todavía era el sentido de una inmensa gracia que envolvía a Roma y al mundo entero". "El día esperado ha llegado pronto porque así lo ha querido el Señor. Juan Pablo II ya es beato", dijo exultante. Entre los aplausos de los peregrinos dijo que "ya aquel día del 2 de abril de 2005 se percibía el perfume de su santidad" de modo que "el pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él".
Ante los miles de polacos allí congregados, el Pontífice aseguró que "con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos" y también "ayudó a no tener miedo a la verdad, porque la verdad es garantía de la libertad". "Nos devolvió la fuerza de creer en Cristo", ha destacado.
Igualmente, ha subrayado que "aquello que el Papa recién elegido pedía a todos" aquél 22 de octubre de 1978, cuando pronunció las palabras "No temáis, abrid las puertas a Cristo" él mismo "lo llevó a cabo en primera persona". Así, el Pontífice ha destacado que el Papa polaco abrió "la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos" a Cristo "con la fuerza de un gigante".
Asimismo, Benedicto XVI, que fue durante años uno de los grandes colaboradores de Juan Pablo II, ha agradecido a Dios "por la experiencia personal que le concedió, de colaborar durante mucho tiempo" con el Papa polaco. "Ya antes había tenido ocasión de conocerlo y estimarlo, pero desde 1982, cuando me llamó a Roma como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona", ha añadido el Pontífice.