El pasado 14 de enero se confirmó el milagro, reconocido por Benedicto XVI y atribuido a la intercesión de Juan Pablo II, por el cual el Pontífice polaco podrá ser beatificado en Roma el próximo domingo. Tras superar investigaciones, informes y exámenes se ha reconocido el milagro de la curación de una religiosa francesa.
Su nombre es Marie Simon Pierre y pertenece a la Congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas y nacida en 1961. Esta religiosa padecía Parkinson, curiosmanente la misma enfermedad que afectaba a Juan Pablo II y que fue muy visible durante sus últimos años de vida.
El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, aseguró que "la enfermedad fue diagnosticada en el año 2001 por el médico que la atendía y por otros especialistas. La religiosa recibió los tratamientos paliativos que, obviamente, más que curarla, atenuaban parcialmente los dolores".
En este sentido, el purpurado afirmó que la causa de beatificación fue sometida "a un escrutinio particularmente detallado, para evitar toda duda y superar toda dificultad". Además, el postulador de la causa, el sacerdote polaco Slawomir Oder, explicó que se escogió el caso de la hermana Marie Simon Pierre entre muchos otros recibidos principalmente por dos motivos. Por un lado, por haber quedado curada de la enfermedad que también sufrió el Papa y por otro porque tras su restablecimiento siguió trabajando en "la batalla por la dignidad de la vida" en su congregación.
La misma religiosa explicó su curación milagrosa y la atribuyó desde un primer momento a la intercesión del papa Wojtyla. Tras explicar que la enfermedad le impedía realizar cualquier trabajo y que iba a pedir renunciar a su trabajo, toda la comunidad y ella misma comenzaron a pedir su intercesión.
"Para mí, es como nacer por segunda vez", dijo Marie Simon. Fue la noche del 2 de junio de 2005 cuando descubrió que ya estaba curada. Poco antes su superiora le pidió que escribiera el nombre de Juan Pablo II y sólo pudo hacer un garabato y esa misma noche antes de acostarse sintió el deseo de intentarlo otra vez.
En ese momento, relata, "vi que mi mano se deslizaba sobre la hoja de papel sujetando el bolígrafo cuando antes no conseguía escribir ni una línea ni agarrar el bolígrafo". Así, indicó que "al día siguiente me di cuenta que mi cuerpo ya no era el mismo. Estaba convencida de mi curación. Le dije a una de mis hermana: mira, mi mano ya no tiembla, Juan Pablo II me ha curado, señaló y desde entonces no he vuelto a consumir medicinas".
Sobre la milagrosa curación aseguró que "me es difícil explicarlo con palabras. Fue demasiado fuerte, demasiado grande, un misterio. Juan Pablo II me curó. Fue obra de Dios, gracias a su intercesión". Y además indicó que "él fue en cierto sentido, mi Papa, el Papa de nuestra generación. Cuando murió, sentí que había perdido a un amigo".