En un artículo de opinión publicado en la revista La boutique del fumador, Leguina censura la "oleada de antitabaquismo" reinante – una deriva que da miedo, dice – y defiende que muchos de los argumentos esgrimidos por el Gobierno para endurecer una ley aprobada "no hace mucho tiempo" son "más falsos que un duro sevillano".
"Se asegura que el tabaquismo le sale muy caro al erario público y, a la vez, se dice que la adición al tabaco reduce en diez años la vida media de los fumadores...y, como es evidente, si lo segundo es cierto, lo primero es falso", defiende en este sentido a modo de ejemplo.
En la misma línea, el ex diputado critica el uso de la figura del "fumador pasivo" – que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, defiende – como si "sufriera" las mismas consecuencias que una persona que fuma y, sobre este punto, se pregunta en qué medida puede molestarles la existencia de "lugares reservados para fumar".
En su opinión, en el fondo de este debate existe "un evidente cinismo estatal" ya que si lo que el Estado quiere es prohibir el consumo de tabaco lo puede hacer y si lo quiere es luchar contra la adicción al mismo, lo debe hacer por la vía del convencimiento y no a base de "vaivenes legislativos".
"Si el Estado lo que quiere es prohibir el consumo del tabaco, que lo haga y nos atendremos a las consecuencias", sostiene Leguina, quien recuerda que la primera de estas consecuencias sería renunciar a los ingresos que la veta del tabaco reporta al Estado y que podrían ser "nefastas" como ocurrió con la Ley Seca para acabar con el consumo del alcohol.
"Y si lo que quiere es luchar contra la adicción al tabaco, eso no se conseguirá a base de vaivenes legislativos, sino mediante otras vías, las del convencimiento, sobre todo entre los jóvenes", concluye el ex presidente madrileño, quien deja claro que le "repugna" que se pretenda "maltratar a los fumadores por el hecho de serlo".