La investigación va más allá y señala que tan sólo el 59,7% de los empleados contrataría a su actual superior si tuviera una empresa propia en la que necesitara un directivo, y que casi uno de cada cuatro (22%) preferiría arriesgarse a que llegara un nuevo jefe antes de quedarse con el suyo.
La capacidad de los directivos también se pone en entredicho ya que solo 3 de cada 4 considera a su jefe competente para sus funciones, es más, solo 2 de cada 3 afirma sin dudar que la presencia de su superior supone una ayuda útil para su equipo.
El estudio también analiza las impresiones de los jefes a los que se les preguntó previamente qué nota pensaban que les iban a poner sus colaboradores y cómo se veían ellos respecto a los mismos temas que se les preguntaría a sus equipos. El resultado fue que se sobrevaloran en su autoevaluación en un 59% de los casos.
Estas son las conclusiones del estudio dirigido por Paco Muro, presidente de Otto Walter, que afirma al respecto que "si bien afortunadamente es superior el conjunto de la cifra de jefes buenos y válidos, el colectivo de mandos sale claramente con nivel insuficiente, ya que bastan unos pocos jefes incorrectos en una empresa para que el nivel de dirección medio percibido sea deficiente. Unos pocos jefes equivocados bastan para generar malestar, perjudicar el clima y desmotivar a la mayoría".
Los resultados se obtenido tras analizar 80 comportamientos y parámetros cotidianos asociados a la gestión de personas dentro del liderazgo a través del método de medición de calidad directiva 180° propio de Otto Walter.
Paco Muro asegura que "el puesto de jefe no admite mucho margen de error, un 80% de profesionales válidos y un 20% de mediocres no es viable en ninguna organización, y mucho menos en estos casos. ¿Daría alguien por válido a un soldador que hiciera bien sólo un 80% de las soldaduras que realiza?, ¿y a un arquitecto al que "solo" se le cayeran un 10% de los edificios que construye?"
Por eso el baremo que se ha utilizado en el estudio para valorar a los jefes se traduce en definir como "bueno" a todo aquél que alcance o supere la puntuación de 45 sobre 50. Por debajo de 35 se considera mediocridad absoluta. Entre 35 y 40 están por debajo del nivel mínimo adecuado, y entre 40 y 45 dentro del nivel válido mínimo aunque con varios aspectos a mejorar.
¿Cuáles son los peores aspectos de los jefes?
El reconocimiento: poco y malo. Es el aspecto peor valorado de los mandos. Solo un 43% logra que su jefe, al menos una vez al año, le diga de manera formal que está satisfecho de su trabajo y sólo un 60% de los empleados siente claramente que se valora su labor.
Mucho estrés y poco "tacto". Gestionar correctamente las emociones propias y del equipo es otra asignatura pendiente de los jefes. Los trabajadores afirman que el 40% de los jefes genera presión negativa, estrés y agobio, y que el 44% no es capaz de reconocer sus errores o limitaciones.
Casi un tercio (30,4%) asegura que su superior no controla sus prontos y se descontrola dando más voces de lo debido, aspecto preocupante porque, como señala Muro, "un mal día del jefe en el que pierda los papeles con su equipo deja heridas y marcas difíciles de cicatrizar. Más tarde o más temprano ese mismo jefe necesitará del esfuerzo especial de ese equipo, y difícilmente podrá tener fuerza moral para exigirlo y mucho menos motivarlo si no estuvo a la altura en momentos clave".
Por si esto fuera poco, tan sólo uno de cada tres jefes es reconocido como capaz de cambiar fácilmente de opinión cuando se le argumentan otras alternativas, y sólo la mitad (55%) suele sumar ideas en vez de imponer siempre la suya. Apenas la mitad de los jefes (55%) tolera bien que los demás se equivoquen.
¿Cómo tratan a los colaboradores?
"El "ven pacá" sigue usándose en exceso" señala Paco Muro. Un 44% de los empleados reconoce que su jefe suele citarles con ese tipo de llamada. Además sólo la mitad de los colaboradores afirma que su jefe dedica tiempo suficiente a su gente (49,7%).
"Reunionitis" desastrosa. Como asegura Muro "la gestión de reuniones parece el espejo en el que afloran las virtudes y defectos de los jefes. Es un momento de alta exposición al "público" ya que todo queda en evidencia y a la vista del grupo".
La puntualidad en inicios y finales es deplorable, sólo un 44,4% de los jefes cumple los horarios establecidos según los empleados, que además en muchas ocasiones son convocados sin saber ni para qué. Ni siquiera la mitad de los jefes (48%) tiene planificadas reuniones periódicas del equipo para compartir información útil.
·Del "búscate la vida" a la "venta de moto". La dirección y seguimiento del equipo también deja bastante que desear.Los empleados afirman que sólo el 41% de sus jefes no va directo a los fallos cuando controla el trabajo que han hecho y tan sólo el 66% los aprovecha para aprender en vez de limitarse a echar la bronca ante el error.
"La mitad de los jefes cuando "delegan algo importante" se limita a dar el objetivo y aplicar el "búscate la vida" en vez de dedicar tiempo para que queden claras las acciones y posibles incidencias" indica Muro. Eso sí, el 78% de los trabajadores reconoce que sus jefes dejan muy claros los objetivos, aunque uno de cada tres percibe "ventas de moto" en vez de decisiones razonables y consecuentes. Por otro lado los trabajadores aseguran que el 66% de los mandos delega adecuadamente, explicando bien las cosas y dando respaldo, mientras 1 de cada 3 "encasqueta sin más".
·El "siempre positivo nunca negativo" no parece cumplirse ya que eloptimismo se reconoce sólo en el 68% de los jefes. Los empleados también afirman que el 29% de sus jefes no fomenta el trabajo en equipo. Además sólo el 70% afirma que su superior suele hablar bien del resto de áreas de la empresa y de la dirección de la compañía y 1 de cada 3 trabajadores no ha podido afirmar que su jefe sea un buen comunicador o que les traslada valores y normas de la compañía.
¿En qué comportamientos destacan los jefes?
Los dos únicos ámbitos en los que el conjunto de los jefes han alcanzado o superado el correcto 45 sobre 50 son en comportamiento respetuoso y en lealtad a la empresa.
·Aparte de algún pronto aislado, la mayoría de los trabajadores (82%) reconoce que sus jefes se comportan con la educación debida, y un 15% restante lo deja en "casi siempre". En opinión de Paco Muro "esto indica que los errores en el comportamiento directivo no son cuestión de que los jefes personalmente no sean personas educadas y de rato correcto, sino que les cuesta muchísimo mantener esa compostura cuando afrontan situaciones propias de la jefatura".
Con respecto a la lealtad, el 92% de los empleados afirma que sus jefes son leales a la empresa y administra los recursos como si fueran propios, "lo que refuerza la clara capacidad de manejo de los recursos financieros o técnicos de los mandos, frente a mayores problemas a la hora de gestionar personas y emociones" concluye Muro.
Comparativa entre jefes y sus colaboradores
El experto Paco Muro analiza esta comparativa de resultados que demuestra que "como línea general los jefes se han sobrevalorado en su autoevaluación. Eso explica por qué tantos de ellos no se comportan a la altura del puesto". En concreto se han sobrevalorado a sí mismos en un 59% de las 80 cuestiones estudiadas, han estado próximos a lo que realmente les han valorado sus equipos en un 25% y se han infravalorado en un 16% de los comportamientos investigados.
Los aspectos en los que los jefes más se han sobrevalorado frente a la opinión de sus subordinados son: su capacidad de cambiar de opinión o dedicar tiempo a la formación de sus equipos, el reconocimiento del trabajo bien hecho, la admisión de sus propios errores, la aportación de su trabajo, y el nivel de respeto y apoyo de su equipo.
·Los jefes estuvieron próximos a la valoración de sus subordinados en todo lo relacionado con la dedicación de tiempo a sus colaboradores, la tendencia a focalizarse más al fallo que al acierto y a trabajar demasiado, y en encuentros de feedback individual.
·No obstante los mandos se infravaloraron en el tema de las reuniones y en la dedicación de tiempo al equipo, "es decir que saben perfectamente que no lo están haciendo y sin embargo el equipo comprende en parte que no es fácil disponer de tiempo para ellos", señala Muro. También pensaron que si les dieran la posibilidad a sus empleados de decidir si se les contrarían o no como mandos obtendrían un peor respaldo del que tienen.
Ante estos resultados, Paco Muro reflexiona "¿Por qué tantos jefes están convencidos de que suspenderían en esto y sin embargo se han autoevaluado por encima en la mayoría de los comportamientos concretos? Pues una vez más queda patente la confusión de tantos jefes en esto de ejercer el liderazgo. Muchos no se dan cuenta de la relación entre los pequeños momentos del día a día y el grado de calidad como jefe que se obtiene. Parece que algunos se ocupan en eso de ser jefes sólo cuando hay que tratar algo de importancia, descuidando todo lo demás".