La gestión de una empresa es una tarea que requiere tiempo, esfuerzo, compromiso de los jefes y de los empleados, así como gran número de variables de las que depende el éxito o el fracaso de la compañía. En la mayoría de las ocasiones los responsables del área de management no suelen llegar rápidamente a acuerdos sobre lo que consideran adecuado, y siempre es más fácil encontrar los puntos débiles de la gestión.
Bajo esta premisa el portal Pymes y Autónomos publica un artículo que destaca las ventajas que tiene este análisis negativo de la gestión empresarial:
"Podemos discutir si una práctica, si un modo de gestión es bueno, muy bueno, regular... pero resulta mucho más sencillo llegar al consenso sobre aquello que es malo o pésimo. Haced la prueba en el mundo del Derecho. No está claro que es lo que es justo, pero seguro que alcanzáis mayores consensos a la hora de determinar con vuestros amigos que es lo que es injusto", señala la web.
Como ejemplo, cita el caso del blog "Cómo hundir una empresa en 100 días", un espacio en la Red donde un ciudadano se define como "un empleado cualquiera en una empresa cualquiera", que tiene como objetivo "ofrecer un manual de uso acelerado para directores que quieran hundir su empresa en 100 días o menos".
Para evitar suspicacias, el autor hace un "descargo de responsabilidad": estas "reflexiones no pretender difamar a los causantes del hundimiento de mi empresa, sino analizar las causas de sus comportamientos y aprender para que no se vuelvan a repetir".
"Para aquellos directores de mi empresa que se sientan identificados, me remito a los hechos: hace un año éramos 50, ahora somos 18 y no llegaremos al 2010 por su incompetencia, arrogancia y sus continuos fraudes", publica este empleado "cualquiera".
El blog va desglosando algunas de las principales prácticas que van minando la empresa hasta acabar con ella. Se pueden resumir en estas principales:
- Negarse a dar la cara ante los clientes.
- Gestionar la empresa sin pasión.
- No conocer a las personas que forman tu equipo.
- Usar a terceros para comunicar decisiones difíciles a tu gente.
- Castigar tarde y mal a los corruptos.
- Establecer "guettos" en la empresa.
- No asumir la responsabilidad de dar el golpe final en los cierres de ventas.
- Pedir compromiso cuando es público que se está preparando la salida hacia otra empresa.
- Afirmar que los activos más valiosos son las personas, mientras se actúa justo al revés.
- Pedir a los de abajo que se ajusten el cinturón y no predicar con el ejemplo.
- Encargar una encuesta de satisfacción laboral y luego enfadarse si las respuestas no son las esperadas.
- Inflar desmesuradamente las expectativas de los candidatos en los procesos de selección (y así rebajar la oferta salarial).
- Establecer un programa de mentoring falso y hueco, que revela que no hay modelos a los que imitar en la organización.
- Aniquilar la calidad y resultados de la empresa a través de los recortes excesivos de recursos invertidos.
- Contratar bluffs para la alta dirección al no querer pagar lo que vale un profesional en el mercado (lo barato sale caro).