Menú
Emilio J. González

El alarmismo del FMI

El Fondo Monetario Internacional ha presentado su habitual informe de primavera escrito en un tono más bien alarmista. El FMI reduce drásticamente su previsión de crecimiento económico mundial para 2001, que pasa del 4,2% al 3,2% y dice que es una rebaja muy superior a “lo previsto y lo deseable”. Sin duda, hay motivos de preocupación si se cumplen sus estimaciones. De hecho, la economía de Estados Unidos, principal responsable del pesimismo que reina entre los técnicos del Fondo, no está para bromas: hay signos que sugieren que la crisis ha tocado fondo, pero también hay indicios acerca de que la situación puede ser aún peor de lo que parece. Además, los efectos del frenazo en seco de la actividad productiva estadounidense todavía no se han dejado sentir plenamente en el resto del mundo. Y eso es preocupante.

No obstante, el FMI no se caracteriza, precisamente, por la exactitud de sus previsiones. Por el contrario, suele fallar más que una escopeta de feria. Por ejemplo, fue incapaz de ver la crisis financiera internacional en 1997, cuando la tenía delante de sus narices. Igual que se equivocó cuando no hacía más que insistir año tras año en que EEUU iba a entrar en crisis, cuando lo que sucedió fue que aceleró aún más su crecimiento económico. Eso no quiere decir que su análisis de la situación esté equivocado, pero conviene tener en cuenta su falta de precisión con el fin de matizar un alarmismo que parece un poco exagerado.

Por otra parte, el FMI comete un error fundamental cuando pide a la Unión Europea que tome el relevo de EEUU como locomotora del crecimiento mundial. A la UE le gustaría desempeñar ese papel, pero en un mundo tan interrelacionado como el actual, nadie escapa así como así de una situación de desaceleración cuando una economía como la estadounidense, que supone la cuarta parte del PIB mundial, pierde fuelle.

Pero lo que ya resulta surrealista es que el Fondo pida al BCE una rebaja de tipos para estimular el crecimiento económico europeo y mundial. En primer lugar, eso es pan para hoy y mucho hambre para mañana, debido a que la inflación no está, ni mucho menos, controlada en la zona del euro. Una relajación de la política monetaria en estos momentos supondría un duro golpe para la estabilidad de precios que, en no mucho tiempo, podría llevar a los Doce a una crisis económica seria. Además, no se puede decir que el precio oficial del dinero en la eurozona sea en estos momentos elevado. Por el contrario, está donde tiene que estar, en el 4,75%. Y una rebaja apenas se dejaría sentir sobre el crecimiento económico. ¿Para que bajar tipos entonces?

El FMI ha sido criticado muy duramente en los últimos años, entre otras cosas porque se considera una institución desfasada. Desde luego, su forma de entender la política económica lo está bastante

Temas

En Opinión