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José Ignacio del Castillo

Pablo Neruda, poeta comprometido

Se cumplen, el 23 de septiembre, treinta años del fallecimiento del poeta chileno Neftalí Reyes Basualto más conocido por Pablo Neruda. No es mi intención apreciar los valores poéticos de la obra de Neruda. Ni siquiera presentar su semblanza biográfica completa. Solamente se trata de que el lector tenga un mayor número de elementos de juicio para evaluar adecuadamente al personaje. Aquellos elementos que difícilmente le serán presentados en los medios de comunicación más “neutrales” y “objetivos”.

A nadie se le escapa que Pablo Neruda fue un escritor políticamente comprometido. La palabra hasta suena bien, sobre todo si se oculta con quién, y para qué, fue el compromiso. Veamos la siguiente joyita:

Unión Soviética, si juntáramos
toda la sangre derramada en tu lucha,
todo lo que diste como una madre al mundo
para que la libertad agonizante viviera,
tendríamos un nuevo océano
grande como ninguno
viviente como todos los ríos,
activo como el fuego de los volcanes araucanos.
En este mar hunde tu mano
hombre de todas las tierras,
y levántala después para ahogar en él
al que olvidó, al que ultrajó,
al que mintió y al que manchó,
al que unió con cien pequeños canes
del basural de Occidente
para insultar tu sangre,
Madre de los libres...


Supongo que los responsables del Premio Nobel de Literatura, los mismos que negaron el premio a Borges por recoger un galardón en el Chile de Pinochet, debieron valorar que bautizar a la Unión Soviética comoMadre de los libres, que considerar aOccidentecomo unbasuraly que hacer un llamamiento al asesinato de todos aquellos que denunciaran el bolchevismo, significaban méritos extra a la hora de su elección. Si no, que se lo pregunten a Günther Grass, a José Saramago o a Dario Fo.

Como no van a tener la oportunidad de escucharlos en las hagiografías que se avecinan para este aniversario, allá van estos versos, perla de la poesía de habla hispana:

Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo.
Stalinianos. Es esta la jerarquía de nuestro tiempo.
En sus últimos años la paloma
La Paz, la errante rosa perseguida, se detuvo en sus hombros
y Stalin, el gigante, la levantó a la altura de su frente.
Así vieron la paz pueblos distantes.


Supongo que entre los pueblos benditos con la paz estaliniana a los que se refería Neruda se incluían Corea, Lituania, Letonia. Estonia, Rumania, Grecia, Bulgaria, Polonia o Finlandia. No seamos impertinentes. Seguramente se referiría a la paz de los cementerios...

Para concluir, bueno será reproducir los infames, especialmente para las decenas de millones de sus víctimas, versos de “Las uvas y el viento”

Junto a Lenin
Stalin avanza
Y así, con blusa blanca
Con gorra gris de obrero
Stalin,
Con su paso tranquilo
Entró en la Historia acompañado
de Lenin y el viento...


¿Recuerda alguien dónde están los poetas que escribieron algo similar de Hitler o Mussollini? ¿Recibiendo homenajes y recuerdos o en el estercolero de los olvidados? En fin, descansen en paz los tres –Lenin, Stalin y Neruda–. Tanta “gloria” se llevaron como paz nos dejaron.


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