
L D (Europa Press) El testigo, Mohamed Chaoui, hermanastro de Zougam indicó ante el tribunal que ambos ocupaban la misma habitación en la casa de sus padres y que la mañana del 11-M se despertó a esa hora. "Me levanté y él estaba durmiendo conmigo", dijo. Añadió que Zougam se levantó aproximadamente a las 10 de la mañana y que esperó a que él saliera de la ducha para arreglarse antes de acudir a trabajar.
El testigo añadió que su hermano "nunca" le comunicó que fuera seguidor de doctrinas islamistas de tipo radical ni defendió ante él la comisión de atentados por la intervención extranjera en Irak o la perpetración de actos relacionados con la yihad.
Zougam se levantó el 11-M a las diez de la mañana
Según su relato, la noche previa a los atentados Zougam llegó a la vivienda sobre las once de la noche, la hora habitual. Agregó que, después de salir del locutorio, su hermanastro solía acudir a un gimnasio que permanecía abierto las 24 horas. En otras ocasiones, añadió, iba a jugar al fútbol con un amigo que trabajaba en una peluquería de Lavapiés llamada "Paparazzi". Este conocido tenía un contacto policial en el CNI que, agregó, se dedicaba a investigar en el barrio "cosas relacionadas con ETA". Tras la detención del procesado, se interesó por su situación y se presentó en la Comisaría hablando bien de él. Una o dos semanas después murió.
Además, también a preguntas de Abascal, Chaoui señaló que durante el registro de la vivienda paterna posterior a la detención de su hermano la Policía incautó una cantidad de dinero, 7.000 euros, que permanecía guardada en la habitación de la madre. El dinero fue devuelto recientemente, casi tres años después de la masacre, denunció.
El testigo negó que su hermano fuera el encargado de adquirir las tarjetas móviles que se vendían posteriormente en el local de telefonía. Indicó que si en su declaración policial admitió que Zougam realizara las compras fue debido a que "le pegaron e insistieron" en este punto.
Los vecinos de la finca de Morata
Tras esta declaración la sala escuchó los testimonios de cuatro personas que poseen viviendas cercanas a la finca de Morata. El primero de ellos, Luis Pozo, destacó como detalle que en una ocasión vio que en la vivienda había "tres mujeres" vestidas completamente de blanco y "tapadas de arriba a abajo". Destacó que en ocasiones contactaron con él para pedirle algún favor, como su ayuda cuando "extraviaron una cabra".