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La viuda de El Chino dice ahora que no habló con él antes de la explosión de Leganés

La declaración de la viuda de Jamal Ahmidan, ha dejado innumerables contradicciones sobre la mesa. La más grave choca con la entrevista exclusiva del diario El País en la que la viuda llegaba a relatar frases textuales de su marido antes de morir. Dice la viuda que reconoce a Jamal "por las manos" en el vídeo reivindicativo del 11-M. La viuda habló de ovejas en la finca de Morata pero poco después dijo que nunca las vio. Eso sí, ratificó que fue con su marido al cuartelillo de la Guardia Civil por la desaparición de esas ovejas. Olga Sánchez trató con exquisita amabilidad al testigo: "Esto es un poco mayor que en el juzgado, pero no pasa nada", le tranquilizó. No le reprochó, como hizo el lunes con un testigo, que se hubiera "prodigado en los medios" pese a la entrevista concedida a El País.
Díaz de Mera identifica la fuente | LA CARTA
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La declaración de la viuda de Jamal Ahmidan, ha dejado innumerables contradicciones sobre la mesa. La más grave choca con la entrevista exclusiva del diario El País en la que la viuda llegaba a relatar frases textuales de su marido antes de morir. Dice la viuda que reconoce a Jamal "por las manos" en el vídeo reivindicativo del 11-M. La viuda habló de ovejas en la finca de Morata pero poco después dijo que nunca las vio. Eso sí, ratificó que fue con su marido al cuartelillo de la Guardia Civil por la desaparición de esas ovejas. Olga Sánchez trató con exquisita amabilidad al testigo: "Esto es un poco mayor que en el juzgado, pero no pasa nada", le tranquilizó. No le reprochó, como hizo el lunes con un testigo, que se hubiera "prodigado en los medios" pese a la entrevista concedida a El País.Díaz de Mera identifica la fuente | LA CARTAMás sobre el horario de la Kangoo y el olfato de los perros con lluvia
(Libertad Digital) Fue una auténtica sorpresa la declaración de la mujer de El Chino. Era muy esperada desde que apareció una entrevista en El País con "Rosa". En ella, la viuda de El Chino contaba cómo, el 3 de abril de 2004, "su pareja de toda la vida, un marroquí de 34 años llamado Jamal Ahmidan, le telefoneó dos veces seguidas desde un piso de Leganés. La primera vez Rosa sólo escuchó sus sollozos mezclados con rezos y cánticos. La segunda, ella le pidió que se entregara y él le contestó: Si me entrego os arruino la vida a ti y al niño. Perdóname. Sólo te pido una cosa. Que cada vez que mires al niño a los ojos te acuerdes de mí".
 
Pues resulta que, según su declaración al tribunal que juzga los atentados, Jamal no llamó a su ahora viuda desde Leganés. ¿De dónde ha salido entonces la entrevista titulada "Jamal me dijo desde Leganés que era mejor morirse, que no se iba a entregar". Es un misterio. ¿Mintió Rosa a El País? ¿Ha mentido al tribunal? 
 
Lo que sí es cierto es que esta testigo se ha desdicho de la práctica totalidad de su declaración en el Juzgado, apenas ha reconocido a nadie, y ha puesto en un aprieto la versión oficial.
 
No sólo se desdijo de la llamada que supuestamente le realizó El Chino desde Leganés. En la entrevista concedida a El País, a principios de este mes de marzo, dijo que ella le había visto "llegar a Lavapiés cuando salió de la cárcel, coger a todos los yonquis y llevárselos a la mezquita a rezar". Sin embargo, ante el tribunal afirmó que sabía que su marido iba a este barrio de Madrid "hace diez años" pero que no sabía si en los últimos tiempos había vuelto a ir.
 
La fiscal, que intentaba justificar sus declaraciones diciendo que había pasado mucho tiempo desde que declaró en el juzgado (aunque sólo ha pasado un mes desde su entrevista en El País), le preguntó si a finales de febrero realizó Jamal algún viaje a Asturias. No sabe si en esa fecha se desplazó hasta allí, aunque dijo que "hizo viajes a Asturias" pero no sabe si sólo o acompañado. Tampoco conoce ni a Emilio Suárez Trashorras ni a Antonio Toro, a pesar de que en el diario de Prisa afirmó que se enteró por la televisión de la detención del ex minero.
 
Dos contradicciones llamativas, con respecto a la entrevista en el periódico, se pueden destacar de la viuda de Jamal Ahmidan. En declaraciones a los periodistas afirmó que se empezó a "mosquear" de que algo raro le pasaba a su marido cuando una noche lo vio "con Bin Laden a toda pantalla" en el ordenador. Sin embargo, en su declaración de este martes señaló que no sabía qué páginas consultaba El Chino, sólo que "eran árabes, con letras árabes". Y la segunda contradicción que difiere de lo publicado por El País tiene relación con una presunta agenda que habría entregado al hermano de Jamal: Mustafá. Le preguntaron directamente si entregó por orden de su marido la agenda a su hermano para que la destruyera, pero la viuda contestó que ella no entregó ninguna agenda. "Entregué una bolsa de ropa y ya".
 

La finca de Morata
 
Sobre las famosas ovejas que El Chino habría comprado y que habrían estado en la finca de Morata, dijo que ella no las vio pero que había señales de que estuvieron allí. El 19 de marzo de 2004 fueron a celebrar el día del padre a la finca. Como las ovejas ya no estaban decidieron dar una vuelta "a ver si las encontrábamos". Se desplazaron hasta el cuartel de la Guardia Civil, pero al estar "cerrado volvimos", dijo.
 
Sobre la finca de Morata declaró que la adquirió sobre el mes de noviembre. "Yo fui al día siguiente, creo, cuando le dieron la llave. La primera que fue, fui yo con él. Estuvimos mirando cómo era. El primer día no había nada en la casa". Ya no vuelve a ir hasta que se acerca un día con su hermana, cree que en febrero aunque no lo tiene claro, y no entró en la casa porque Jamal me dijo que estaban los chicos rezando". Volvieron a ir, ya con toda la familia, el 19 de marzo para celebrar el día del padre.
 
Su marido, Jamal Ahmidan, le comentó que la alquiló porque quería tener un lugar tranquilo en el campo, con animales para ir los fines de semana y en el verano con ella y su hijo. Quería hacer reformas en la casa y acondicionar la piscina. "Al día siguiente de llevarme allí (la primera vez) empezó a llevarse cosas: utensilios de cocina, televisión. No se llevó ni colchones ni camas".
 
El Chino empezó a hablar de los chicos "a los días de coger la casa", y que le estaban ayudando a realizar las reparaciones a la casa. El 19 de marzo van toda la familia a la finca. Le enseña las reformas que estaban llevando a cabo. "Había subido una planta de arriba, pero estaba sin acabar, el suelo lo había cambiado por parqué, y las paredes yo creo que también estaban cambiadas. Estaba todo hecho una porquería. Había colchones por el suelo y una litera. En el salón una cinta de andar, de esas para hacer deporte". Dijo que había dos cobertizos: "uno donde estaba una moto y una bicicleta y otro en el que no entré". No vio ningún hueco en el suelo, ni tampoco ningún resto de fogata.
 
Más contradicciones
 
A lo largo de su declaración se contradijo también varias veces. En un primer momento dijo que cuando Jamal vuelve a casa, tras los atentados, éste le manifestó su inquietud por lo sucedido. "Me dijo que había estado en el norte, que quería estar tranquilo. Que se encontraba mal porque había muerto mucha gente y que sabía que ahora iban a ir a por todos los moros". Sin embargo a preguntas de una de las defensas rectificó y declaró que no le había dicho que estaba asustado. Asimismo, afirmó que su marido le dijo a su hijo tras la masacre: "Estos de la ETA se han pasado", para más tarde señalar que no "dijo que quién podía haber sido".
 
Otra de las cosas que no cuadran en su declaración ante el tribunal es todo lo referido Serhane "El Tunecino". A preguntas de la fiscalía dijo que no vio al Tuencino. "Yo no le he visto nunca. Yo sé que era El Tunecino, después, pero nunca le hevisto". Sin embargo, sabía que a éste no le hacía gracia que su marido estuviera con ella y "que pudo influirle, aunque no mucho porque Jamal no se dejaba influir por nadie".
 
Reconoce a su marido en el vídeo reivindicativo por las manos
 
Le preguntaron si en la última época –justo antes de los atentados– notó algún cambio físico en su marido. La viuda contestó que "tenía las manos más ásperas y agrietadas, se le veían con callos de trabajar. Me decía que era por el frío y por el cemento (que utilizaba para las obras de Morata). Yo le dije que se echara crema en las manos". A pesar de que el único aspecto físico que, según su mujer, le había cambiado a El Chino eran sus manos, ésta dice que le reconoció "sin ninguna duda" en el vídeo que reivindicaba los atentados no por su voz, sino precisamente por sus manos. "Tenía unas manos delgadas y finas".
 
El reencuentro con Jamal en 2003
 
A pesar de que El Chino y su mujer se conocieron en 1992, han pasado largas temporadas separados. Una de ellas fue cuando Jamal Ahmidan estuvo en Marruecos encarcelado. Cuando regresó a España, sobre el 29 de julio de 2003, se pone en contacto con ella. "Reanudamos nuestra relación a últimos de agosto primeros de septiembre". Y comenzaron a vivir juntos en la calle Villalobos. Al principio todo era como siempre, pero su viuda dijo en el juicio que dos meses después de que llegara de Marruecos "empezó a verlo un poco rarito. No me dejaba vestir igual. Decía mucho que se iba a la mezquita. Ponía impedimentos con el pelo, con la ropa, con el colegio del niño. Quería que lo sacáramos del colegio de monjas y lo lleváramos a la mezquita".
 
Contó que pasaba días sin estar en casa. Decía dedicarse a la compraventa de vehículos. "Iba a Alemania, los compraba y los vendía aquí". En los meses previos al atentado "casi nunca estaba en casa". "No me contaba nada"."Decía que estaba en Morata casi siempre", afirmó. Pero su comportamiento, según se desprende de su declaración, no había cambiado radicalmente: Seguía sin pasar mucho tiempo en casa y sin darle detalles de ninguna de sus actividades.
 
Momentos previos al atentado
 
La noche previa a los atentados, El Chino, según su viuda no durmió en casa. Ella cree que pasó la noche en Morata. Al mediodía del 11-M, él regresó a casa y la llamó por teléfono. Le preguntó si estaban bien y le dijo que no podía esperarla, que tenía que irse ya. Cuando esa noche volvió a su casa fue cuando le dijo a su hijo: "Estos de ETA se han pasado".
 
El día 12 habló con su mujer. Le dijo que había cambiado de opinión y que se había quedado en el norte. "Ya no volvió a tener el móvil disponible, hasta que después de unos días volvió a casa" y fue cuando la explicó que "quería estar tranquilo y que sabía que iban a ir por todos los moros".
 
Tras la celebración del día del padre, el día 19 de marzo, "ya no lo volví a ver aunque hablé con él por teléfono pero no me dijo donde estaba". Le indicó que "se había complicado" un asunto sobre su residencia, que había pasado por casa en su coche pero que había visto un vehículo rojo con dos personas y temió que estuvieran esperándolo.  Le pidió a ella que lo comprobara y su mujer le confirmó que allí seguía el coche. Entonces le pidió que le preparara una bolsa de ropa y que se la dejara en el bar de su hermano Mustafá.
 
Por último declaró que no cree "que el se haya montado en el tren", que El Chino tenía capacidad de liderazgo, que le gustaba que le escuchasen, pero no cree que él depositara las mochilas en los trenes. 

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