(Libertad Digital) A las 9 de la noche del 15 de marzo, el servicio telegráfico de la policía (Tepol), envió un fax al juzgado número 6 de la Audiencia Nacional. Solicitaba al juez Del Olmo "con carácter urgente" una orden judicial para que la Amena facilitara los datos de 30 tarjetas vendidas al locutorio Siglo Nuevo, a cargo de Jamal Zougam. La orden finalmente se produce al día siguiente, el 16 de marzo de 2004. A este lote, según un informe de la Fiscalía, pertenecen las tarjetas (la encontrada en la mochila de Vallecas y seis más) que "se utilizaron para encender los siete teléfonos móviles bajo el área de influencia de la BTS de Morata de Tajuña, el día 10-3-04".
Según el jefe del departamento del Magreb de la Unidad Central de Información Exterior, UICE, las tarjetas se activaron "entre las 16.00 y las 19.00 horas del día 10 de marzo. Puesto que la información referente a ellas caduca a las 72 horas, no habría estado disponible más allá de las 19.00 horas del 13 de marzo, por lo que la Policía no pudo contar con ella, ya que no contó con la orden judicial hasta el 16. O si accedió a ella, fue sin el respaldo de dicha orden.
El día 12 aparece en la Comisaría del Puente de Vallecas la famosa mochila que no llegó a explotar, con más de 10 kilos de Goma 2 ECO, y que fue desactivada por el funcionario Tedax llamado Pedro. La mochila tenía además un teléfono de la marca Trium T-110, conectado a un detonador, y que no hizo explotar el contenido de la bolsa. La información del diario El Mundo recuerda que dicho teléfono fue custodiado personalmente por Juan Jesús Sánchez Manzano hasta el complejo de Canillas.
El teléfono estaba apagado, a pesar de lo cual lograron descubrir que estaba programado para estallar a las 7.40 horas. "¿Cómo lo encendieron si no conocían su número PIN?", se pregunta Casimiro García-Abadillo. "Esta operación, clave para la investigación, no ha sido descrita en el sumario". No obstante, el periodista revela de "fuentes solventes" que un policía cambió la tarjeta del móvil por la del suyo propio, y con ella logró encenderlo. De este modo, accedieron a la información del Trium T-110 y vieron así la hora a la que estaba programado el despertador que haría estallar la mochila, pero que finalmente no llegó a hacerlo.
El inspector concretó a preguntas de las acusaciones particulares que ningún colaborador de su sección facilitó "información previa sobre los atentados". "Nadie avisó o facilitó datos sobre la comisión de un atentado", indicó.