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DISCURSO ÍNTEGRO DE ÁNGEL ACEBES

El secretario general del PP cerró el plenario de la Convención Nacional del PP con un discurso en el que se comprometió a que los populares seguirán siendo "cada vez más fieles" a los valores que siempre han defendido y, además, "cada vez más centristas y moderados". Sin embargo, Ángel Acebes advirtió de que el PP no se adaptará al "papel de oposición dócil y sumisa" que Zapatero, y "quienes le acompañan", le tienen reservado "para el régimen resultante de la segunda Transición". Reproducimos íntegramente su discurso:

El secretario general del PP cerró el plenario de la Convención Nacional del PP con un discurso en el que se comprometió a que los populares seguirán siendo "cada vez más fieles" a los valores que siempre han defendido y, además, "cada vez más centristas y moderados". Sin embargo, Ángel Acebes advirtió de que el PP no se adaptará al "papel de oposición dócil y sumisa" que Zapatero, y "quienes le acompañan", le tienen reservado "para el régimen resultante de la segunda Transición". Reproducimos íntegramente su discurso:
"Queridas amigas y amigos: es obligado que mis primeras palabras sean de agradecimiento. Cuando se desarrolla un acontecimiento como este que vosotros estáis protagonizando con tanto éxito su ejecución no es una tarea fácil.
 
Si mañana, cuando clausuremos esta Convención, podemos afirmar que hemos logrado todos los objetivos que nos propusimos al convocarla, se lo deberemos —en primer lugar— a la presencia, la ilusión, el esfuerzo y el buen trabajo de todos y cada uno de los participantes, de todos y cada uno de vosotros. Pero esta Convención no se hubiera podido celebrar si un conjunto de personas no hubieran estado trabajando durante meses en una forma tan abnegada y silenciosa como eficaz. No lo han hecho buscando el "estrellato", ni siquiera el reconocimiento, pero estoy seguro de que recojo el sentir unánime de esta asamblea al expresarles nuestra gratitud.
 
Woody Allen dijo una vez que le interesaba mucho el futuro porque era el sitio donde iba a pasar el resto de su vida. Al Partido Popular le pasa lo mismo. Por eso hemos convocado, queridos amigos, esta gran Convención: Para hablar del futuro de España y de los españoles que aunque algunos les pese es donde vamos a estar y para quedarnos.
 
Mirada al futuro frente al revisionismo
 
Un futuro que ahora se presenta incierto, brumoso. No es de extrañar. En los dos años que llevamos de Gobierno socialista, se ha hablado mucho más del pasado que del presente o del porvenir.
 
Zapatero se ha empeñado en mirar hacia atrás para resucitar lo peor de nuestra historia y también para cuestionar lo mejor. Ha practicado una política revisionista y en muchos aspectos retrógrada, que ha perjudicado, sobre todo, a los ciudadanos. A los millones de españoles, a quienes Zapatero, en su mercadeo cotidiano con los nacionalismos, ha ido dejando de lado. Llevamos dos años hablando de pueblos y naciones, discutiendo de derechos históricos y deudas históricas y de no se cuantas historias pasadas mas, enfrentando los derechos de unas comunidades y las obligaciones de otras. Como si el sujeto de esos derechos y deberes —y el objeto de la acción política— fueran los territorios y no las personas.
 
La obligación del Partido Popular es denunciar esta confusión, corregir esta deriva y devolver a los españoles la confianza en su país y la esperanza en el futuro. Para eso estamos aquí. Para restituir a la persona el protagonismo que le han robado Zapatero y los nacionalistas. Para hablar de los asuntos que realmente importan a los ciudadanos y que más pueden influir en sus vidas. Porque en eso, y no en enfrentar a unos españoles con otros, consiste la verdadera regeneración democrática.
 
"Unos se empeñan en pensar y actuar como nietos"
 
Mientras unos se empeñan en pensar y actuar como "nietos", mirando por el retrovisor hacia un pasado lejano y convulso, nosotros vamos a trabajar con la vista puesta en la herencia que dejaremos a nuestros hijos, a las generaciones venideras. Eso requiere muchas cosas. Entre otras, exige pensar no sólo en los 10 millones de españoles que depositaron su confianza en nosotros, sino en todos los españoles. Eso, a nosotros, no nos será difícil. Nosotros no arrastramos nostalgias, ni rencores, ni amarguras. No tenemos cuentas pendientes con la historia ni con nadie. Sólo miramos hacia atrás para aprovechar la experiencia acumulada, para aprender de nuestros aciertos y también de nuestros errores. Nuestro único compromiso es con la España de hoy, con los españoles de hoy, con la realidad de hoy y con la búsqueda de soluciones a los problemas de hoy.
 
Algunos de estos problemas coinciden con los de países de nuestro entorno. Me refiero, por ejemplo, al auge de la inmigración y al reto de integrar a personas de distintas razas, culturas y religiones. Me refiero al desafío de la globalización y su repercusión sobre el empleo y la deslocalización, y a la búsqueda de fuentes alternativas de energía, del respeto al medio ambiente, de la referencia de español en el mundo. También tenemos que conciliar mejor el tiempo que dedicamos al trabajo y el que destinamos a la familia. E inculcar en nuestra sociedad la cultura del respeto, un requisito imprescindible para la convivencia en un estado de derecho y que afecta a todo: desde la escuela hasta la solidez de nuestras instituciones. De todos estos asuntos nos ocuparemos en la Convención con el ánimo de generar debates y proponer iniciativas políticas concretas para cambiar y mejorar nuestra sociedad y que sirvan de base para nuestros programas electorales.
 
Pero también tendremos que tratar otros problemas. Problemas que tienen la doble peculiaridad de que sólo se dan en España y de que no eran necesarios. De hecho, eran perfectamente evitables, porque son consecuencia directa de la política del presidente del Gobierno.
 
En muy pocos días se cumplen exactamente dos años desde las últimas elecciones generales. Apostaría a que ninguno de vosotros, ni tampoco quienes confiaron en Zapatero, alcanzó a imaginar entonces lo que iba a pasar. Las circunstancias requerían altura de miras. Exigían tender puentes, reforzar los consensos y aunar esfuerzos. ¿Qué ha hecho el Partido Socialista? Lo contrario. Ha restado en lugar de sumar. Ha dividido en lugar de multiplicar.
 
Zapatero y la facilidad para crear problemas
 
No exagero si digo que Zapatero es el presidente que más tensiones, enfrentamientos y desasosiego ha generado entre los españoles desde el gran consenso de la Transición. Como bien dijo una vez Mariano Rajoy, Zapatero se ha convertido en un problema para España, para los españoles, e incluso añadiría que para el propio Partido Socialista.
 
En todo este tiempo, muchas personas se han preguntado a qué responde este afán de dividir y enfrentar. No puede ser sólo la falta de experiencia o la frivolidad. Una persona que a estas alturas, en pleno siglo XXI, se hace llamar "rojo" y compara la muerte de su abuelo en la guerra con el drama sufrido por las víctimas del terrorismo es algo más que un frívolo. Zapatero actúa cegado por prejuicios ideológicos y por el resentimiento hacia todo lo que es y representa el Partido Popular. Es lo que define su política y explica sus alianzas.
 
No gobierna para todos, sino únicamente para aquellos que considera suyos. Ha quebrado el gran consenso constitucional, que es la base, el pilar, de nuestro sistema de convivencia. Ha roto el Pacto contra el Terrorismo, que era el instrumento más eficaz en la ardua lucha contra ETA. Ha sustituido una Ley educativa consensuada y buena por una que disgusta a la mayoría de los padres y divide a la sociedad. Ha derogado el plan solidario que garantizaba agua a las zonas de España que más la necesitan. Y, la guinda del pastel, ha rescatado del olvido un rancio proteccionismo para impedir que las reglas del libre mercado estropeen la gran operación política-empresarial que desde el principio se ha empeñado en tutelar.
 
Nosotros no entendemos ni podemos compartir esta forma de gobernar, que genera división, incertidumbre y pesimismo. Por eso hemos pedido al Gobierno que reflexione y rectifique. Y por eso le hemos ofrecido —y seguiremos ofreciendo— una vía alternativa.
 
Faltan a la verdad quienes afirman que nos autoexcluimos. El PP nunca ha dado ni dará la espalda a la hora de defender los intereses de España y de los españoles. ¿Cuántas veces hemos tendido la mano al PSOE para comprobar que prefiere seguir abrazado al nacionalismo e instalado en la excentricidad? Hemos ofrecido al Gobierno pactos serios, generosos y sinceros, para abordar juntos las grandes cuestiones de Estado. No sólo las reformas de los Estatutos y la lucha contra el terrorismo, sino también la educación y la política exterior. Zapatero podía haberlos aceptados. Pudo escoger la opción de la centralidad y la sensatez. Si no lo ha hecho es porque no ha querido. Porque su estrategia consiste precisamente en gobernar contra el PP.
 
El objetivo del Pacto del Tinell
 
Esto no son elucubraciones. Está escrito, negro sobre blanco, en ese monumento antidemocrático que es el Pacto del Tinell, que establece, literalmente, lo siguiente. Y os leo:
 
"Los partidos firmantes del presente acuerdo se comprometen a no establecer ningún acuerdo de gobernabilidad con el PP en el que Gobierno de la Generalitat. Igualmente estas fuerzas se comprometen a impedir la presencia del PP en el Gobierno del Estado, y renuncian a establecer pactos de gobierno y pactos parlamentarios estables en las cámaras estatales".
 
Tras leer o escuchar esto, ¿quién puede seguir acusándonos de buena fe a nosotros de no querer pactar nada con el PSOE? Nadie. Zapatero no sólo no ha rectificado el Pacto del Tinell, sino que lo ha cumplido a rajatabla. Y lo ha hecho porque considera que es la fórmula mágica para aislar al PP, para echarnos de la vida pública, para impedir la sana alternancia democrática en España. Así de sencillo, así de tremendo.
 
El complicado papel de la oposición
 
Si os digo todo esto no para alarmaros ni para fomentar un victimismo inútil. Es para que entendáis el contexto en el que hemos ejercido, y hemos de ejercer, la oposición. No es un contexto agradable. Mentiría si dijera lo contrario. Perder el Gobierno siempre es complicado. Pero lo es mucho más cuando esa derrota electoral llega de manera inesperada y coincide con un cambio de liderazgo y una campaña feroz de acoso y derribo dirigida desde el propio Gobierno.
 
Han arrojado sobre nosotros toneladas de mentiras e insultos. Nos han llamado asesinos. Nos han querido identificar con la extrema derecha, la derecha extrema y el golpismo. Han intentado dividirnos. Han llegado a detener a dos de nuestros militantes por acudir a apoyar a las víctimas del terrorismo. Y cuando nos hemos defendido, nos han acusado de crispar y provocar.
 
El Partido Popular no reaccionó como esperaban sus adversarios. Se equivocaron los profetas de la gran crisis del PP. No nos paralizó la pérdida del poder. Hemos asumido nuestra responsabilidad en la política nacional. Y también nos hemos hecho más fuertes. Celebramos congresos democráticos para renovar nuestro partido. Hemos debatido abiertamente y ese debate nos ha fortalecido. Cuando algunos creían que nos vendríamos abajo, hemos crecido en número de militantes.
 
Y de qué manera... De manera espectacular. En los dos últimos años —dos años difíciles para el PP, cuando sólo hemos tenido la fortaleza de nuestras convicciones y la ilusión de un cambio para ofrecer— se han dado de alta 70.000 nuevos afiliados. 70.000 nuevos militantes que hacen que seamos ya más de 700.000 los afiliados al Partido Popular, el partido más grande de España y uno de los mayores de Europa.
 
En estos dos años hemos afrontado cuatro campañas, tres campañas electorales y un referéndum. Hemos estado permanentemente movilizados y activos. La mejor prueba de ello son estos millones de firmas que hemos recogido en tan sólo unas semanas con el ánimo de que sea respetado el derecho de todos los españoles a opinar en lo que a todos nos afecta. Y el último ejemplo es esta gran convención en la que ha participado todo el PP.
 
El futuro del partido en manos de los jóvenes
 
Por todo esto quiero daros las gracias. El mérito de que el Partido Popular sea hoy el referente y la esperanza de millones de españoles es vuestro. De vuestra lealtad y de vuestra ilusión. Este partido es lo que sois vosotros, hombre y mujeres que queréis lo mejor para España.
 
Quiero hacer una mención especial a los jóvenes que estáis contribuyendo, con vuestras ideas y con vuestro talento, a modernizar el partido, a acercarlo todavía más a la sociedad, y a hacer de ésta una convención distinta a todas las anteriores. En vuestras manos está el futuro del Partido Popular y también de nuestro país.
 
Conozco bien a los jóvenes de nuestro partido, me fío de ellos y por eso os digo que el futuro esta asegurado en buenas manos de magníficos equipos de nuevas generaciones de jóvenes generosos e ilusionados. Y que tienen las cosas claras.
 
El PP ha superado con nota la prueba de estos dos años
 
Y así como quiero destacar vuestro ejemplo, entrega y tenacidad, quisiera también resaltar la inmensa fortuna que hemos tenido de contar con Mariano Rajoy. Mariano era un candidato extraordinario, como todo el mundo reconocía. Pero demostró su verdadera talla tras las elecciones del 14 de marzo. Desde el primer día sintonizó con un partido que no se resignaba a permanecer en la oposición. No le paralizó la perplejidad. No le abrumó la inmensidad del reto. No perdió, ni nos permitió perder, un solo minuto en lamentaciones. Se puso y nos puso a todos a trabajar. Y nos dio a todos una lección muy importante, yo diría que clave, de cara los próximos meses: por dura que sea la prueba, por incómodo que sea el camino de la defensa de las convicciones y de los intereses de los españoles, no hay que flaquear. No hay que desanimarse, ni resignarse, ni vacilar, ni desistir. Nunca, nunca, jamás.
 
¿Por qué os digo todo esto? Si os digo que el Partido Popular ha superado la prueba de estos dos años con nota y que las perspectivas son muy buenas, buenísimas, no es para presumir, evidentemente. Tampoco para alimentar la autocomplacencia, siempre fácil, siempre peligrosa. Os lo digo porque lo creo firmemente y porque lo sé. Todos los datos refrendan el optimismo y la confianza que hoy os quiero transmitir. Han pasado dos años desde el 14 de Marzo, los dos años en los que el viento sopla de manera más fuerte a favor de un presidente y un Gobierno de estreno, y en contra de la oposición. Y, sin embargo, si hoy se celebrasen elecciones generales, las ganaría el Partido Popular.
 
Pero hoy no se celebran elecciones y cuando las haya mucho dependerá, claro, de lo que hagamos a partir de ahora. Unos nos animan a que sigamos siendo cada vez mas fieles a los valores que hemos defendido siempre. Otros que seamos cada vez mas centristas y moderados. Pues, ¿sabéis que? Vamos a hacer las dos cosas a la vez. Y haremos las dos cosas a la vez porque son lo mismo.
 
De centro reformista y liberal
 
El Partido Popular se definió en su día como un partido de centro reformista y liberal, una definición que hoy, en esta convención, volvemos a revalidar. Y es que el centrismo no es permanecer callado ante los graves errores del Gobierno. El centrismo no es la equidistancia entre la igualdad y los privilegios, ni entre la solidaridad y el egoísmo, ni entre la libertad y la opresión, ni entre las víctimas y los verdugos. El centro reformista es compromiso, compromiso en la defensa de la democracia, en la defensa de las libertades de cada individuo y de sus derechos irrenunciables. Lo que somos y donde queremos estar es con esa enorme, abrumadora, mayoría de españoles que, entre otras cosas, desea que España siga siendo una nación de ciudadanos libres e iguales en derechos y obligaciones y que quieren vivir, prosperar y progresar juntos y en paz.
 
Al no adaptarnos al papel de oposición dócil y sumisa que Zapatero y quienes le acompañan nos tienen reservado para el régimen resultante de la Segunda Transición, escogemos seguramente la opción más difícil, más incómoda.
 
Si nos plegáramos a sus designios, nos criticarían menos. No nos insultarían. Posiblemente, hasta nos elogiarían. Dirían que somos moderados, flexibles, tolerantes y dialogantes. Pero esas alabanzas no podrían ocultar que habríamos renunciado a nuestros principios. Que habríamos defraudado a los 10 millones de españoles que nos votaron y también a los otros muchos que no lo hicieron pero que comparten la causa que defendemos.
 
Nos habríamos convertido en un partido sin convicciones, sin proyecto propio y, por tanto, sin posibilidad alguna de volver a gobernar este país. En definitiva, lo que nos ofrecen es más comodidad a cambio de nuestra renuncia a ganar las elecciones. Yo os propongo que no aceptemos este mal negocio. Que sepan que el Partido Popular no trabaja para su comodidad ni para la de sus dirigentes, sino para ganar las elecciones. Para que los que vivan más cómodos, más libres y con más oportunidades de desarrollarse y prosperar sean los españoles. Todos los españoles.
 
España necesita hoy, más que nunca, una oposición coherente, consciente de su responsabilidad y convencida de su cometido. Una oposición con ideas claras, dispuesta a arriesgar y decidida a defender el interés general de los españoles. Esta es la oposición que tiene que hacer el Partido Popular y cualquier otra opción sería, lisa y llanamente, un fraude que no deberíamos cometer.
 
Claro que "hay futuro", como reza el lema de esta Convención. Hay futuro para España porque hay un Partido Popular que está dispuesto a pelear por él. Porque sabemos qué es lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo. Porque no estamos equivocados sobre lo que son capaces los españoles cuando se confía en ellos.
 
Tenemos claro lo que la inmensa mayoría quiere una España cohesionada, solidaria, moderna, abierta y dinámica. Quieren instituciones sólidas y reglas del juego claras. Reclaman sentido común. Exigen gobiernos eficaces y honrados, que se ocupen del bienestar de las personas y no invadan la esfera de su vida privada. Quieren que las calles sean seguras; que la Justicia funcione; que los impuestos que pagan sean solo los necesarios; que la escuela forme bien a sus hijos; que el trabajo sea digno y la vivienda asequible; que la sanidad atienda cada vez mejor; que España sea respetada dentro y fuera de sus fronteras; que unas minorías radicales y separatistas no condicionen permanentemente su presente y su futuro; que los terroristas sean derrotados y las víctimas reconfortadas. Quieren una sociedad en la que los derechos civiles y las libertades individuales sean amplios, efectivos y respetados. Quieren que el Gobierno dedique sus energías a ofrecer soluciones y no a generar problemas innecesarios. Y quieren formar parte de una nación de ciudadanos libres, y no de un puzzle de territorios insolidarios y enfrentados.
 
Hay esperanza y hay futuro
 
Vamos a trabajar en todos y cada uno de estos ámbitos. Vamos a demostrar que la España crispada y dividida de Zapatero no es la única posible. Que hay otra España mejor, muchísimo mejor, que tenemos que empezar a reconstruir desde la oposición.
 
Ese es el ánimo y objetivo de esta Convención: plantear iniciativas y hacer propuestas para mejorar nuestra sociedad, para incrementar el bienestar y las oportunidades de los ciudadanos, para hacer frente a la inseguridad y al terrorismo de manera más eficaz, y también para fortalecer lo que nos une como españoles. Esto último es importante. Tenemos que recuperar el gran pacto constitucional. Y tenemos que acordar reformas como las que nos propone el Consejo de Estado, para fijar el techo de competencias autonómicas y así construir una España estable, segura y viable.
 
Sí, hay esperanza. Y, sí, por supuesto que hay futuro. La esperanza y el futuro que reclaman la gran mayoría de los españoles y que ofrece el Partido Popular. El camino será sinuoso y tendrá obstáculos. No os lo niego. Pero si mantenemos la mirada despejada y el rumbo firme, os garantizo que se acabarán imponiendo la razón y el sentido común.
 
Queridos amigos, se me acaban las palabras. Quiero dedicar las que me quedan a quienes ya no están con nosotros. A quienes les robaron la vida por pertenecer al Partido Popular, para amedrentar al Partido Popular, para silenciar al Partido Popular. Nos los han arrebatado, pero no han conseguido doblegarnos. Nos quedan el dolor de su ausencia pero también su recuerdo vivo y su ejemplo. No permitiremos que se apague la llama de su memoria.
 
Nunca. Y, día a día, cuantas veces se levante el sol, volveremos a repetir que no han muerto en vano. Y, día a día, cuantas veces se levante el sol, este Partido renovará su compromiso de que nadie nos tapará la boca a la hora de defender las libertades individuales. Nadie torcerá nuestra voluntad. Nadie conseguirá que traicionemos los valores que defendieron nuestros compañeros, aun a costa de arriesgar, y perder, la vida. Son los valores que nos definen. Los valores que nos justifican. Los valores que nos animan a poner todo nuestro empeño, ilusión y talento en el objetivo de ganar las próximas elecciones generales. Vamos a lograrlo. Pongámonos a trabajar".

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