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INTERVENCIÓN DE EDUARDO ZAPLANA

Señor ministro, a todos nos resulta muy doloroso estar aquí esta mañana para debatir sobre una de las mayores tragedias que ha sufrido nuestro ejército desde que participamos en misiones internacionales. Desgraciadamente, señorías -no lo podíamos prever-, el curso político se abre con esta comparecencia del señor ministro y, por ello, desgraciadamente, se hace de tapadillo, no con un Pleno extraordinario en el que compareciera el presidente, como sin duda hubieran merecido nuestros 17 compatriotas fallecidos; parece que el presidente se encuentra en Canarias y no puede asistir.
 
Quiero iniciar esta intervención, como no puede ser de otra forma, recordando a las víctimas, a sus familias, cuyo temple y cuyo patriotismo nos llenan a todos de orgullo, y a todos los miembros de las Fuerzas Armadas que ejemplarmente vienen realizando misiones de alto riesgo en el exterior. Su sacrificio y su entrega, que en casos como este llega hasta las últimas consecuencias, sí que nos hacen ser una nación mejor y más decente y que nuestros valores, nuestros derechos y nuestras libertades estén mejor preservados. Los 17 soldados fallecidos murieron en cumplimiento de los compromisos asumidos por nuestro país, de los compromisos asumidos por España. Eran miembros del Ejército de España, no eran miembros de un supuesto Estado plurinacional ni de una nación de naciones.
        
Quiero subrayar también, señor ministro, como ha dicho el portavoz de Coalición Canaria, que a mi grupo parlamentario le pareció extraño, y cuando menos precipitado, que cuando todavía estaban abiertas -hoy siguen- todas las hipótesis sobre la tragedia se decidiera otorgar a nuestros militares muertos la medalla militar con distintivo amarillo. Estos 17 soldados españoles merecen, desde nuestro punto de vista, una distinción mayor que la que puede otorgarse a un militar que fallezca en un acto de servicio. Nuestro grupo entiende que debería otorgárseles la medalla militar con distintivo rojo, como corresponde a quienes entregan su vida en el teatro de operaciones.
        
Señor ministro, deseo señalar en primer lugar que su intervención, que luego comentaré, no puede servir para dar carpetazo a esta tragedia: debe comparecer el presidente del Gobierno. Recuerdo a SS.SS. que fue el presidente del Gobierno el que con un gran despliegue, como siempre, de propaganda y autobombo y señalando que era la primera vez que se hacía, el 6 de julio de 2004 vino al Pleno de esta Cámara e informó que a partir de ese momento el Parlamento tendría -y cito textualmente- un nuevo y crucial papel en las misiones internacionales. Afirmó que ese día se iniciaba un procedimiento distinto que aseguraba la participación real del Parlamento en esa dimensión esencial de nuestra política exterior y añadió que la participación de las Fuerzas Armadas españolas en misiones en el exterior se acordaría con la participación siempre del Parlamento. Hoy es evidente que es usted quien comparece en esta Comisión, ni el presidente ni en el Pleno. Nosotros, señor ministro, no vamos a llamar cobarde al señor Zapatero, ni vamos a decir que se esconde detrás de su ministro de Defensa -eso lo hizo él cuando estaba en la oposición-, simplemente diremos que cuando hablaba del nuevo papel del Parlamento todo era pura demagogia y mentira, como se ha visto.
        
Señor ministro, ¿por qué ha tardado ocho días en venir a esta Comisión? Les hago memoria a SS.SS. Cuando cayó el Yak 42, del que tanto les gusta acordarse a SS.SS., el ministro de Defensa compareció a los nueve días -ocho días, nueve días- y ustedes dijeron entonces que era el colmo del desprecio al Parlamento; ustedes, muchos de los que se habrán reído hace un momento ¿Es esta comparecencia, señor ministro, un desprecio al Parlamento? Me imagino que no, estoy seguro que no; lo han puesto en duda en otros momentos compañeros del Grupo Parlamentario Socialista, de S.S. ¿Por qué dijeron entonces aquello? ¿Por qué el señor Zapatero y la dirección del Partido Socialista de entonces dijeron que era el colmo del desprecio al Parlamento? ¿Utilizaban a las víctimas y la tragedia en aquel momento?
 
Cuando siete agentes del CNI fueron asesinados en Irak, el entonces presidente del Gobierno estaba compareciendo en el Pleno de la Cámara a los tres días. A los tres días, señorías. El presidente y en el Pleno.
 
El señor Zapatero debe comparecer, además, porque el asunto que hoy nos acompaña es de una gravedad extraordinaria. Afganistán es una misión puesta en cuestión –esta mañana mismo lo acabamos de escuchar por sus socios de Gobierno, señor ministro- de naturaleza distinta a la que el presidente comunicó al Parlamento de un alto y creciente riesgo, que el presidente trató de ocultar y con muchas decisiones pendientes de tomar en las próximas semanas. Debía tener la decencia de explicar el presidente del Gobierno la diferencia entre nuestra situación actual en aquel país, en Afganistán, y la que él mismo defendió en el Pleno. Debía, si no fuera mucho pedir, decir la verdad.
        
Señor Bono, señor ministro, ustedes se han cansado de decir estos días que ha habido diferencias en la gestión, entre su Gobierno y los gobiernos del Partido Popular. En eso es uno de las pocas cosas en las que coincidimos. Ha dicho usted la verdad, o han dicho algunos dirigentes del Partido Socialista la verdad. Y la primera diferencia es que, desde que conocimos la dolorosa noticia, hemos mantenido una actitud responsable y un sentido de Estado que a ustedes siempre les hace falta ante determinadas situaciones y tragedias. Nosotros no dijimos, y escuchen señorías, no dijimos nunca que los soldados españoles van a volver en féretros, como dijeron ustedes. Nunca nos hubiéramos atrevido a decir que, si se producían bajas, les recordaríamos que la responsabilidad es del señor Zapatero, como ustedes dijeron del presidente Aznar, o nunca les preguntaríamos qué pasaría cuando nuestros soldados fueran atacados y vuelvan a España en féretros y cómo se lo iban a explicar a la sociedad. Ni lo hemos hecho, ni lo haremos. Esas frases son literales de dirigentes del Partido Socialista. Algunos ahora se escandalizan, el propio ministro lo ha manifestado en su intervención inicial, porque le había dicho trilero. Fíjese, señor ministro, qué diferencia de criterio de lo que pensaban hace poco y de lo que piensan ahora. El escándalo es por ese comentario. No les hemos llamado asesinos, no hemos atacado la sede del Partido Socialista, no hemos perseguido a nadie en esta Cámara, no hemos alterado el Pleno. Coincidan conmigo que no somos iguales, ni en la actitud, ni en la respuesta tampoco. Nosotros no vamos a hacer jamás demagogia con los muertos. No vamos a llamar asesinos a nadie. No vamos a llevar a cabo una persecución política y personal, como se ha hecho en esta Cámara de forma indigna. Lo que sí vamos a hacer es señalar las contradicciones e inconsecuencias que hemos observado, fruto en última instancia, de una concepción viciada de nuestra política exterior y del sentido de las misiones en el exterior de nuestras Fuerzas Armadas. Por cierto, ustedes, que en situaciones tremendamente dramáticas de nuestra reciente historia, tanto hablaron de compartir momentos difíciles con la oposición, en esta ocasión de modo sistemático han dejado de lado al principal partido de la oposición en esta crisis. Ni siquiera invitaron al líder de la oposición al acto en el que se recibieron en España a los fallecidos, pese a que se trataba de un acto que contaba con la presencia del jefe del Estado. Y tanto el señor Zapatero como usted, señor ministro, tardaron más de cinco horas en llamar a la oposición, previamente tuvieron tiempo de llamar a los medios de comunicación e incluso al presidente del Real Madrid. Convendrá conmigo que es lamentable. Como es lamentable la escena del Bernabeu o la videoconferencia.
        
Señor Ministro, le recuerdo que fue usted quien me dijo en esta Cámara que hay veces en que la teatralidad se estrella con una realidad que no consiente el teatro. Pues, deberán ustedes haber actuado en consecuencia con aquella afirmación. Para estar con las familias, para compartir su dolor, para emocionarse y transmitir el sentido pesar que todo español sintió ese día no hacían falta videoconferencias. Solo quien alguna vez ha dudado del dolor de otros puede caer en la tentación de escenificar el suyo propio. Hay circunstancias, señor Bono, y esta es una de ellas, en las que es indispensable un mayor grado de sobriedad y de contención. No voy nunca a dudar de su dolor. Le aseguro que sabemos lo que se siente en esos momentos. Por eso entenderá que no comprendiéramos que en otro momento dudaran ustedes del nuestro en situaciones semejantes. Pero hay una diferencia fundamental, señor ministro, usted no va a encontrar en el Partido Popular ni odio, ni revanchismo, sólo responsabilidad y sentido de Estado. Espero que entienda que esa responsabilidad y sentido de Estado jamás puede estar reñida con la labor de oposición. Pero esté tranquilo, que hay estilos que precisamente porque nos repugnan jamás los utilizaremos. Fíjense SS.SS. qué fácil hubiera sido para nosotros intentar utilizar esta tragedia. Bastaría abrir debate sobre las innumerables versiones de lo sucedido que hemos podido escuchar estos días y a las que se ha referido el ministro en su intervención. Qué fácil sería decir que el presidente –y haberlo dicho minutos después- en su primera alocución tras la tragedia faltó a la verdad. Recordar que, según informaciones periodísticas, han rechazado ustedes la ayuda de la OTAN para investigar el accidente. También se ha publicado. Sacar a la luz las contradicciones como su afirmación, señor ministro, de que no había riesgo en la zona, cuando luego se ha sabido que las tropas habían aumentado el nivel de alerta, que el CNI había elaborado informes al respecto, o que el JEMAD había avisado de ese riesgo. Qué fácil sería para nosotros echarles en cara que, pese a lo indubitado de la identificación, esa que era su principal preocupación, si no la única, un avión tuvo que traer otros restos con posterioridad al traslado de los féretros. Preguntas, y algunas macabras, se nos podían haber ocurrido muchísimas, pero, en verdad, como le decía al principio, somos distintos.
 
Señor ministro, habría sido deseable que usted hubiese sido mejor ministro de Defensa estos días que forense. Usted es el ministro de Defensa y hoy nos ha dicho qué paso. Ya lo sabíamos. Cómo paso, en lo que ha podido.  Sigue sin estar claro. No ha aportado nada nuevo. Pero no nos ha hablado con claridad suficiente de por qué pasó, para qué estamos en Afganistán que es, desde mi punto de vista, su auténtica responsabilidad como ministro. ¿Para qué estamos allí, señor Ministro? Es verdad que hoy se ha atrevido a algo que les cuesta a ustedes muchísimo. Hoy ha dicho que estamos allí para luchar contra el terrorismo. Después ha intentado devaluar esa misión patriótica de nuestros soldados allí. Diga, de verdad, que estamos para luchar contra el terrorismo, para defender las libertades en el mundo. Diga también, porque es verdad, que estamos para compensar otras decisiones precipitadas del Gobierno, porque esa es la verdad. Díganos si hay alguna diferencia entre los fallecidos de nuestro país y los fallecidos de otros países; si es que los soldados de uno u otro país sirven objetivos distintos; si sus misiones son distintas.
 
Por cierto, señor ministro, díganos, si puede, si han enviado telegramas de condolencia al presidente de los Estados Unidos por los fallecidos de su país como él ha hecho con nosotros, me imagino que sí. Como me imagino, y me gustaría que lo confirmase si puede luego, que han dado instrucciones a nuestra Embajada en Estados Unidos para que nuestra bandera ondee a media asta, como han hecho ellos con nuestros fallecidos en nuestro país.
        
 
Yo le dije, señor Bono, no sé si lo recuerda, en un debate anterior en esta Cámara que tragedias de este tipo le pueden suceder a cualquiera, puse de manifiesto que habían fijado ustedes unas peligrosas nuevas reglas de juego, y le dije que si ocurría una desgracia sería muy difícil que el ministro de Defensa viniera a esta Cámara para intentar buscar comprensión. ¿Es usted capaz de entender, son ustedes capaces de entender el sentimiento que invade a muchísimos ciudadanos españoles a la hora de juzgarles a ustedes en esta tragedia después de haber presenciado durante tanto tiempo su actuación y sus descalificaciones? Pero tienen suerte, tiene suerte el Gobierno y tiene suerte el ministro de Defensa, porque a pesar de su estilo de hacer política nosotros nunca le haremos responsable de la tragedia, ni a usted, ni al presidente, ni al Gobierno. No vamos a insultarle, ni a pasear pancartas con su fotografía, no traeremos a gentes para que le interrumpan a usted o al señor presidente en el Pleno, si tiene la decencia de acudir algún día. Por cierto, que los que lo hicieron han mantenido un prudente silencio en estas horas. A usted nadie le va a perseguir por los pasillos de esta casa, nunca invitaremos a nadie a esta Cámara para que insulte a ningún diputado, y es evidente quesería relativamente fácil. Es verdad que van a existir muchas diferencias. No le haremos vergonzosas preguntas que ustedes hacían ante otras tragedias similares, no nos pueden imaginar ustedes preguntándoles si subirían a un hijo suyo en ese helicóptero, no parece imaginable, no lo haríamos nunca, por respeto a las víctimas, a sus familias, al conjunto de los españoles, y sobre todo a la decencia política. Ahora bien, le aseguro, señor ministro, que estaremos muy atentos a la investigación sobre esta tragedia, porque en estos momentos las dudas razonables ahogan las certezas que conocemos.
        
Su señoría esta mañana no ha descartado nada, ninguna hipótesis. Sí que es cierto que ha apuntado de forma más evidente o más clara, con los datos de los que dispone, sobre la hipótesis del accidente, pero sin descartar bajo ningún concepto que se haya podido producir un ataque, porque las declaraciones realizadas por los soldados que volaban en el segundo aparato hablaron en su día de un fuerte impacto y comunicaron que recibieron fuego desde tierra. No nos ha dicho nada de si se les ha tomado declaración o si han manifestado y reiterado esas declaraciones. Tampoco hay precisión sobre la maniobra que hizo el segundo helicóptero, que era de evasión no de otro tipo, sino de evasión. Nos gustaría que se pudieran poner a disposición de la Cámara todas las comunicaciones entre los dos helicópteros, la conocida seis segundos antes de la catástrofe, no sabemos si fue la última.
        
Hay otra serie de preguntas que he tomado nota después de su intervención, porque con los argumentos que ha dado no han quedado para nada clarificadas. Ha dicho, me ha parecido entender, el señor ministro que los helicópteros tenían una visión permanente el uno del otro, el segundo del primero, luego entiendo, si eso es así, que el segundo tendría que ver lo que le pasó al primero, e incido en que los primeros testimonios y los que parece ser que han prestado ante el juez togado fueron claros sobre la percepción que tenían de ataque. Se ha dicho que intenta escapar el segundo helicóptero. ¿De qué intenta escapar? ¿Se le ha preguntado al piloto del segundo helicóptero? ¿Conocemos su versión, que no se ha facilitado a la Comisión? ¿El piloto accidentado conocía o no las condiciones de viento de las que nos ha hecho partícipes el señor ministro, y las posibilidades de perder altura? Hay una duda, si el piloto dijo seis segundos antes de la tragedia: ¡Cojonudo! Es evidente que las condiciones de vuelo estaban en ese momento, seis segundos antes, bajo el control del piloto, y parece ser, señor ministro, según nuestras informaciones, que veinte nudos de viento no denotan alta peligrosidad.
        
La misión táctica a la que ha hecho referencia, ¿para qué era? ¿Qué razón había para el traslado de las tropas? ¿Cuándo iban a volver? ¿Qué iban a hacer? ¿Formaban parte de otra operación mayor, de más envergadura, o era un ejercicio aislado? ¿Qué razón obliga a hacer una operación de alto riesgo si no nos explica a qué iban?
        
Me ha parecido observar también una contradicción en su información. En las órdenes de vuelo ha hecho mención a que había riesgo moderado, sin embargo, del informe preliminar de los expertos ha leído luego que el riesgo era elevado. Hay contradicciones evidentes y aspectos que convendría que se aclararan.
 
        
Señor ministro, si yo le hago esta batería de preguntas un tanto específicas algunas es porque hemos oído testimonios contradictorios como S.S., y para que nos diga si de verdad puede asegurar que la confluencia de todas estas circunstancias accidentales pueden realmente en tan poco tiempo, seis segundos desde esa supuesta última comunicación, producir la tragedia que hoy todos estamos lamentando.
 
        
Hay más preguntas, señor ministro. ¿Eran los pilotos de Cougar los pilotos de los helicópteros? ¿No serían pilotos de helicópteros Superpuma a los que se les había dado un cursillo puente? ¿Hay suficientes pilotos debidamente preparados para todas las aeronaves que están en Afganistán ahora mismo? Lo que intento, insisto, con estas preguntas es precisamente que nadie pueda pensar que el responsable de la tragedia pueda ser el piloto. A ellos se les dijo que pilotaran esos helicópteros y lo hicieron. La responsabilidad siempre sobre los medios materiales y humanos es del Gobierno y convendría que aclararan si allí en estos momentos en Afganistán están pidiendo a nuestros soldados más de lo que pueden aportar con los medios que tienen.
 
        
Yo no voy a cuestionar la validez, señor ministro, de ningún helicóptero, no lo he hecho jamás, no entraremos en el juego de cuestionar el material, lo que hemos dicho y lo que yo le digo hoy es que, según qué misión, son más útiles unos helicópteros que otro, y para saber la idoneidad de un helicóptero hay que conocer la misión, no basta con salir diciendo: los mandó no sé quién a tal punto. No, no. ¿A qué misión fueron? ¿Qué papel tenían que cubrir y cuál es el que están cubriendo ahora? Esa es la pregunta fundamental, y la pregunta es, porque no es lo mismo estar en Kabul que en otro lugar, si para la misión que estamos desarrollando son los aparatos adecuados o pueden existir otros mejores, esa es la pregunta y esa es la valoración que se puede hacer.
 
        
Yo le he notado tremendamente enfadado, en este caso no puede ser con nosotros. Fíjese si ha hecho referencias graves, ha hablado S.S. de falsedades, de informaciones sin base, de mentiras, de temeridad, todo han sido expresiones del señor ministro.                                   
 
Me imagino que todas referidas a los medios, porque no habrá escuchado ninguna de las valoraciones a las que usted ha hecho referencia de ningún dirigente del Partido Popular ni del Grupo Parlamentario Popular. No la encontrará S.S. porque no han existido. Ha querido S.S. llegar a decir lo que algunos pueden hablar en privado; eso ya lo desconozco, a tanto no llego, pero le puedo asegurar que ni no ha habido una sola declaración por parte de un dirigente del Partido Popular en el sentido que usted apuntaba, al margen de a la que ha hecho referencia anteriormente y que tiene todo el sentido.
 
Lo mejor en esta cuestión, señor ministro, y creo que es una aportación tremendamente constructiva, es que, aunque usted no ha entregado ningún documento -parece ser que no lo va a hacer, simplemente ha leído alguno-, podamos conocer toda esta información con las comparecencias y las pruebas documentales que se soliciten en la Comisión de Secretos Oficiales. Creo que es mucho más operativo y mejor para el esclarecimiento y conocimiento de la verdad. Le invito a que usted acepte en su siguiente intervención esta propuesta que le formulo. Si no fuera así, nos veríamos obligados a pedir la creación de una comisión de investigación, pero sinceramente espero que no sea necesario. En la Comisión de Secretos Oficiales podemos conocer toda la información que en estos momentos nos falta y que también le falta a usted, según su propia exposición inicial. También convendría, señor ministro, que nos dijera, si puede, por qué llevan tantos meses en tierra helicópteros que, según hemos leído, pueden ser más idóneos para esta misión simplemente por una cuestión burocrática. Todos los helicópteros pasan sus revisiones técnicas y si, desde que usted aprobó la norma hace nueve meses, aún no tienen esos permisos es evidente que es porque falta diligencia en la concesión de los certificados de aeronavegabilidad. Para seguir con este apartado de las incógnitas -y con ello lo concluyo-, le pregunto, señor ministro si nuestras tripas en Afganistán están suficientemente respaldadas para trabajar en las condiciones en que lo hacen. ¿Les permiten las reglas de enfrentamiento impuestas por usted hacer frente a posibles agresiones? Estoy seguro de que usted lo sabe, pero se lo digo porque ha sido usted quien ha fijado el principio de que es mejor morir que matar. Y nadie quisiera que ese principio tuviera un reflejo directo en las reglas que fijan qué puede y qué no puede hacer un soldado español. Esto también tiene relación con la dificultad para entender qué le pasó al segundo helicóptero, del que usted ha hablado mucho más que del primero y en primer lugar, lo que es tanto como querer saber qué estaba pasando esa mañana en esa colina de Afganistán. ¿Por qué reacciona de esa manera el segundo helicóptero? No admito que fuera por falta de pericia. Más bien la pericia del piloto es lo único que tenemos acreditado. Señor ministro, no olvide que la primera obligación de un soldado es vivir y que nuestra preocupación debe estar sobre todo con quienes están ahora mismo allí. Hay que ocuparse especialmente de ellos. Señor ministro, ¿por qué en su rueda de prensa del 16 de agosto ocultó S.S. la existencia de informes que advertían de la peligrosidad de la zona?
 
¿Por qué no hizo mención al informe del Jemad del 20 de junio del año 2005? ¿Puede ponerlo a disposición de esta Cámara? ¿Ha habido ataques de algún tipo contra nuestras fuerzas en Afganistán? ¿Se había incrementado el nivel de alerta en los últimos días? ¿Fue ese aumento de la inseguridad la razón de que los cuerpos de los militares fallecidos se retiraran con urgencia ante la posibilidad de algún ataque? La peligrosidad de la misión de Afganistán es conocida desde sus orígenes. Hoy S.S. -y en otras ocasiones también; lo reconozco- lo ha puesto de relieve, no así el presidente del Gobierno. Incluso usted, señor ministro, lo ha reconocido según el foro en el que se encuentre y según a quién deseen contentar en un momento o en otro. Sin embargo, en la rueda de prensa posterior al siniestro usted dijo que los informes de los que disponía no señalaban ninguna circunstancia de hostilidad. Una de dos: o disparar con balas trazadoras no es acto de hostilidad o usted no dijo la verdad el 16 de agosto porque admitir que existían esos informes conllevaba que habían ocultado información al Parlamento y a la opinión pública. Desde nuestro punto de vista, el Gobierno ha pecado de irresponsable al creer carente de riesgo la misión de Afganistán y si quiere también le recuerdo el informe de la Asamblea parlamentaria de la OTAN, aprobado el noviembre de 2003, en el que se dice que es una misión que sigue siendo muy peligrosa o el más reciente, del 12 de agosto de este mismo año, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. También le puedo recordar, señor ministro, que nosotros advertimos expresamente al presidente del Gobierno de la peligrosidad de esta misión. El señor Rajoy le dijo claramente que los soldados españoles no iban a poner tiritas a los niños ni a ayudar a ancianas a cruzar la calle -cito textualmente-; que iban a una zona hostil, con presencia de miles de terroristas armados, por los talibanes y los señores de la guerra. ¿Sabe lo que le respondió el señor Rodríguez Zapatero cuando el presidente de mi partido le advirtió de ese riesgo? Que el único riesgo en Afganistán había sido el Yak 42. Supongo que el señor presidente del Gobierno se habrá arrepentido de semejante afirmación. Motivos tiene, escrúpulos no lo sé.
 
Puede estar tranquilo, señor Bono, porque no le vamos a exigir, como algunos de sus socios parlamentarios, que vuelvan las tropas. No se equivoque. Identifique bien al adversario en esta cuestión. No es el Grupo Popular. A los contrarios ya lo ha escuchado. Nuestra posición ya la conoce. Usted sabe cuál es el enemigo contra el que estamos luchando en estos momentos. ¿Por qué no se atreven a decirlo claramente? Digan de una vez que la libertad no es gratis y que estamos luchando contra el terrorismo. Nuestra insistencia es para que digan la verdad, para que sean claros y transparentes, para que dejen de engañar a la opinión pública a propósito de la participación de nuestras tropas en Afganistán. Le voy a ser claro y cualquiera que se acerque a esta cuestión de buena fe sabe que lo que voy a decir es rigurosamente cierto. El pecado original de este Gobierno fue iniciar sus funciones haciendo bandera de una mal planteada retirada de nuestras tropas en Irak. Desde entonces está preso de esa decisión sin saber resolver la inevitable contradicción entre los compromisos internacionales de España y los particulares compromisos de su partido con los socios que le mantienen en el poder. Esa es la cuestión. Por eso el señor Rodríguez Zapatero no dijo la verdad al Parlamento. Restarle peligrosidad a esta misión era mentir, como denunciamos en su día. No reconocer que era una compensación por la retirada de Irak era simplemente ocultar la verdad. Cualquiera que compare el anuncio de esta misión que hizo el presidente del Gobierno con la situación actual sabe que las diferencias son evidentes y eso es engañar. Porque también se engaña cuando se oculta la verdad. No se puede decir un día, por ejemplo, que España no liderará un equipo de reconstrucción, como hizo el presidente del Gobierno, porque -y cito literalmente- es un esfuerzo mucho mayor y más complicado que exigiría una intervención mucho más amplia de nuestras fuerzas en zonas de más riesgo que Kabul y luego enviarle a usted, señor ministro, a la Comisión para, con un menor número de tropas, hacerse cargo de ese equipo de reconstrucción. Eso es lo que ha pasado, y no nos arrepentimos de haberle apoyado porque estamos firmemente convencidos de que no respaldar al Gobierno en misiones exteriores es añadir más riesgo y más presión a nuestros soldados.
 
En eso también somos diferentes. Pero no oculten la verdad. Sean claros. No oculten, por ejemplo, que nuestras tropas en Afganistán se encuentran en una misión comandada por la OTAN y no por Naciones Unidas, como reiteradamente dicen. No somos cascos azules en Afganistán. ¿O es que vamos a estar toda la vida engañando para no disgustar a los socios difíciles, que son evidentemente antiatlantistas y antiamericanos? El problema del Gobierno, señorías, es que tiene una política exterior absolutamente incoherente. Parece que les dé vergüenza defender que nuestras tropas estén desarrollando una misión militar, misión militar de alto riesgo, en cumplimiento de nuestras importantes responsabilidades internacionales y apoyando a nuestros aliados de la OTAN. No diremos que el despliegue en Afganistán que sostiene el actual Gobierno se debe esencialmente a su intento de no enfadar más a Washington por su política exterior, pero no lo diremos por respeto a los militares muertos, no porque no lo pensemos de este Gobierno, y porque la evidencia ya no puede dejar lugar a dudas. Por eso ustedes van a mandar más efectivos, porque la compensación de la retirada de Irak le exige un mayor esfuerzo en Afganistán. Déjelo patente y dígalo de una vez que Irak y Afganistán son vasos comunicantes, que hay más efectivos en estos momentos en Afganistán por la retirada de Irak, que es la verdad, señor ministro. Y diga claramente hoy que tanto la misión de Irak como la de Afganistán tienen el amparo de Naciones Unidas. No mienta. Y ustedes retiraron las tropas de Irak de forma precipitada porque conocían la resolución de Naciones Unidas y por eso lo hicieron de forma urgente y por eso las consecuencias que estamos pagando en estos momentos. Díganos, si no, señor ministro, por qué si España es un país de tamaño medio es uno de los que más presencia tiene en Afganistán y, según algunas informaciones que nos parecen solventes, se va a convertir en el segundo país después de Estados Unidos con efectivos en aquel país. Porque ustedes envían más soldados para compensar la decisión política que tomaron. Y explíqueme también, si puede, cómo cuadra ese discurso seudopacifista de la alianza de civilizaciones con un helicóptero al ras del suelo, a tope de munición por si nos atacan, luchando, como usted ha dicho, contra el terrorismo. ¿Cómo puede casar eso?
 
Señor ministro, señor presidente, voy acabando Han pasado ocho días desde la muerte de 17 soldados españoles en una zona de conflicto. La política informativa se ha reducido a la denegación de información. Hay un apagón informativo tanto más grave si tenemos en cuenta que hay un segundo helicóptero involucrado con testigos relevantes, como he dicho anteriormente. La elocuencia del Gobierno y del ministro que despliega habitualmente, cuando ha surgido la crisis se ha transformado en prohibición de hablar, en oscurantismo y en falta de transparencia. ¿Por qué se ha ordenado silencio? ¿Por qué sólo tienen autorización para hablar determinados mandos? ¿Qué temen para prohibir hablar sobre lo sucedido? No le extrañe que en estas circunstancias la gente de buena fe se pueda preguntar si se les está ocultando en estos momentos alguna cosa. Y le recuerdo que usted, señor ministro, dijo –y cito también literal- que el honor de los muertos exige que se conozca la verdad, y también dijo en esta Cámara que los ánimos no se pueden tranquilizar ordenando silencio.
 
Señor presidente, concluyo recordando de nuevo a los fallecidos, a sus familiares y a sus amigos. Perdieron la vida cumpliendo con su obligación al servicio del interés de España. Nosotros sabemos para qué estaban allí, estaban haciendo algo muy importante para nuestro país. Por eso creemos de obligado cumplimiento, y así lo defenderemos esta tarde, que el Parlamento respalde con la presencia del presidente, ahora más que nunca, las misiones internacionales de nuestras Fuerzas Armadas. Ya es hora de dejar atrás los insolventes tópicos que han lastrado hasta ahora, desde que el Partido Socialista llegó al poder, nuestra política exterior y nuestra presencia en el mundo. Ya es hora también de hablarles claro a los españoles sobre todas estas cuestiones sin dejarse llevar por una demagogia que al final siempre acaba volviéndose en contra de quien la utiliza. A partir de la verdad, del realismo, de la coherencia, nuestro partido siempre está dispuesto a llegar a amplios consensos sobre todas estas importantes cuestiones en las que está en juego nuestro prestigio exterior y el interés nacional de España. Llenaron España de voces diciendo que la culpa de que hubiera muertos, ataques o accidentes era del Partido Popular. Ahora no gobierna el Partido Popular, pero no van a encontrar ustedes esas mismas palabras. No están ustedes solos. No están solos al frente de estas importantes responsabilidades, pero no vamos a consentir que miren para otro lado y disimulen sus compromisos y sus obligaciones o dejen que se las lleve el viento. Pero no se preocupe, señor ministro, porque nosotros no vamos a ser quienes le exijamos que cumpla el compromiso que adquirió cuando decía que si se produjera un accidente con muchos menos errores y mucha menos negligencia que éste, no estaba yo en el Ministerio de Defensa. Jamás lo haremos.
 

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