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CRÓNICAS COSMOPOLITAS
¡Shalom, Sharon!
Que nadie cuente conmigo para manifestar la menor crítica a Israel en las circunstancias actuales.Carlos Semprún Maura

Que nadie cuente conmigo para que haga, como tantos, como la muchedumbre de seudosabiondos que desde sus despachos de París, Madrid o Londres, pongamos, entre una entrevista por televisión y una merienda de negros, se permiten decidir sobre lo bueno y lo único y condenar sin miramientos a Israel y, sobre todo, a Sharon. La oleada de antisemitismo —al pan, pan y al vino, vino— que invade Occidente es la más potente de la Historia y la más peligrosa. En ciertos aspectos es aún peor que la de la Alemania nazi, allá por los años treinta del pasado siglo, porque entonces el nazismo se equiparaba a la derecha, y todas las izquierdas, que lo fueran o lo fingieran, se sentían obligados a declararse antirracistas, y por lo tanto a condenar el antisemitismo nazi.

Pero hoy el antisemitismo es de izquierdas y ya no existe esa barrera, sincera o fingida, del antirracismo, y como muchos sectores de la derecha tradicional siguen siendo antisemitas e incondicionalmente proárabes, la marabunta antisemita es impresionante. Cuidado, mucho cuidado, estoy hablando de peligro, de desinformación y de mentira, sin olvidar un segundo que el antisemitismo nazi se plasmó en el genocidio de los campos de exterminio. Y si hoy, pese a la represión antisemita que desde hace decenios existe en muchos países árabes y la violencia antijudía en Europa no existe nada comparable a los campos nazis, valdría la pena preguntarse, cosa que desde luego nadie hace, si no es porque Israel existe y posee la bomba.

Hace decenios que la prensa, en los países arabomusulmanes, es abiertamente antisemita y, como se trata de dictaduras, la prensa es la voz de su amo, sin los tapujos antisionistas de la gauche divine europea, y sin que nadie proteste. Exquisitos poetas, cineastas, artistas, egipcios o sirios, etc, se declaran abiertamente antisemitas, con argumentos nazis y te explican que si Israel es Satanás, es porque es judío, sin precisar, claro, que hay un millón de árabes israelíes, con diputados y alcaldes, y que si USA defiende Israel, es porque el lobby judío domina ese país. Cosas parecidas salen en la prensa y en los discursos políticos de la socialburocracia europea pero no únicamente, en los que se pretende justificar su condena absoluta de Israel, porque la extrema derecha norteamericana sería favorable a ese país. Mentira absoluta, pero ¿qué más da?

También hay amigos que se dicen de Israel, como, por ejemplo, Mario Vargas Llosa o Claude Lefort, y algunos más, quienes escriben: "¡Viva ISRAEL!, ¡Muera Sharon!", o algo muy parecido. Desde luego, el derecho a la crítica es absoluto, pero si ese conformismo no me extraña del todo por parte de Mario, sí que me extraña por parte de Lefort, quien en otras ocasiones, incluso cuando Israel había desencadenado guerras, por sorpresa, como la de los "Seis días", había defendido ese país, y ahora condena absolutamente a Sharon. (Le Monde 18.4.2002). Citando muy de paso los atentados suicidas, todo su artículo constituye una condena de las operaciones militares israelíes en los "territorios", llegando a la incoherencia intelectual de denunciar las "masacres" de Yenin, añadiendo, por si las moscas, "si se confirman". Que un intelectual como Lefort, inteligente y al tanto de los problemas israelo-árabes, se atreva a condenar supuestas masacres, antes de que se confirmen, demuestra a qué nivel de delirio hemos llegado.

Seré bestia, y lo soy, pero 200 probables muertos palestinos combatiendo con las armas en la mano en Yenin ¿pueden compararse, por ejemplo, con las 30.000 víctimas de las FARC al año en Colombia? Lo que más me indigna es que ninguno de los prestigiosos intelectuales, quienes intentan convencer a las "masas" de que Israel tiene derecho a existir, que es incluso el único país democrático de la región, pero que llaman a liquidar a Sharon, se olvidan, vete a saber por qué, de que Sharon no sólo ha sido elegido democráticamente, sino que preside un gobierno de unidad nacional en el que están representados desde los pequeños partidos religiosos sectarios hasta el gran partido laborista. Con los ministerios de Defensa y Asuntos extranjeros, con Ben Elaizar y Peres, cargos esenciales en estos momentos. Barak, ex primer ministro, el que mayores concesiones ha hecho para la paz, se declara solidario de este gobierno, que no es de Sharon, sino de Israel, hasta que los israelíes lo cambien, si quieren, cosa que ningún ciudadano de los países árabes de la región puede hacer.

Además, las cosas como son, Palestina no existe, existen hombres, mujeres y niños que se califican y ellos mismo se consideran palestinos, pero Palestina, jurídica y sobre todo políticamente, no existe, existen los países árabes. No me refiero al hecho de que jamás haya existido un estado palestino en la Historia, eso no quita que tengan derecho a uno, me refiero al hecho de que todas las instituciones y organizaciones "palestinas" no lo son, son súbditas de países extranjeros. La UE costea todos los gastos de la administración de Arafat, y por lo tanto también sus terroristas. O sea que nosotros, demócrata-cristianos, socialistas, liberales europeos, subvencionamos, a veces sin quererlo, los atentados suicidas de "los mártires de Al Aqsa", que dependen de Arafat y algunos aplaudimos a nuestros "representantes" cuando hablan de lucha contra el terrorismo. Hamás y otras organizaciones terroristas islámicas están subvencionadas por los Emiratos y Arabia Saudí. Irak, cada vez más islamizado, paga 25.000 dólares por cada atentado suicida logrado y 10.000 si fracasa, o sea si no hace muertos civiles. Irán ayuda a los Hezbolá del Líbano, y Siria, en ese mismo Líbano, que ha magistralmente convertido en "protectorado" suyo, tiene sus propias organizaciones palestinas.

Es pesado repetir, pero es que la mentira repite, cuando en 1947, la ONU decide la creación de dos estados, uno judío, otro palestino, no fueron estos, sino los países árabes, quienes se negaron a la creación de ambos estados, y allí comenzó la guerra que aún perdura. Porque se trata de una guerra, de una guerra de los países árabes contra Israel, y las guerras, desde luego, hacen muertos.

Admitamos, y es lo más probable, que, a trancas y barrancas, se cree pronto un estado palestino, a partir de lo que hoy se califica de Autoridad palestina. Para muchos, por lo visto, sería la paz, y el comienzo de una nueva era de concordia universal. Pero ¿quién puede tomárselo en serio? Hoy la Autoridad palestina es el terrorismo, el desastre económico, la corrupción absoluta y la dependencia total a los países árabes, y además con subvenciones de la UE. Pensar que mañana pueda existir un estado palestino, independiente, democrático y pacífico, que haga la paz con Israel y no dependa de los petrodólares ni de los diversos ayatolás podrá parecer una solución, pero no pasa de ser una estafa.

Me ha llamado la atención, desde los atentados del 11 de septiembre, la impresionante cantidad de gentes que, en la prensa, o en privado, relaciona directamente dichos atentados con la guerra en Oriente Próximo, para aplaudir o justificar el terrorismo islámico porque es antiyanqui y por lo tanto anticapitalista, y condenar rotundamente a Israel, porque forma parte, por lo visto, del campo imperialista. A veces, algunos, expresan sus dudas, sus críticas, no se puede comparar, dicen. Me temo que se equivoquen, y que tengan razón los enemigos de la democracia, quienes, aunque confusamente, vislumbran que se trata de una guerra planetaria y que incluso si no son fanáticos islamistas, ni suscriben los monstruosos principios talibanes, están dispuestos a aliarse con ellos para destruir lo que nosotros consideramos como democracias imperfectas, dignas, sin embargo, de que se muera por ellas. Reconozco, pues la existencia de dos campos, con sus infinitas contradicciones y matices, y en este sentido, Israel constituye hoy una avanzadilla de la democracia, que no es perfección, pero algo infinitamente más civilizado que la barbarie circundante que pretende destruirle.

Y, mientras tanto ¿qué hace España, su Gobierno, presidente de turno de la UE? Absolutamente nada, hundida en la ciénaga del cobarde conformismo europeo. Se habla de una conversación telefónica con Sharon, se oye a Piqué y parece como si hablara Hubert Verdines, y nos recuerdan a la "Cantabte calva" de Ionesco. Bueno, tal vez sea mejor así, nuestros ministros europeos serían capaces de enviar un regimiento paracaidista a Jerusalén para detener a Sharon. Que no cuenten conmigo.