Finalmente, el 11-M ha terminado su singladura procesal. Desde que las investigaciones se redujeron al yihadismo, la izquierda y sus medios no han dejado de respaldar la versión oficial. Su objetivo fue doble: culpar a Aznar de las muertes por haber apoyado la invasión de Irak y ocultar que el atentado, al provocar la victoria socialista, la deslegitimaba.
Sorprendentemente, buena parte de los medios de derechas respaldaron también la versión oficial. En este caso, tal actitud se debió al miedo. Miedo a que, si las investigaciones señalaban a cualquier otro autor que no fuera el yihadismo, sería el sistema, y no el Gobierno, el que se tambalearía.
Unos pocos medios no socialistas insistieron en someter a examen la versión oficial y hallaron un gran número de agujeros negros, según la feliz expresión del primer artículo de Fernando Múgica en El Mundo. Los demás, tanto de derechas como de izquierdas, desautorizaron tal actitud crítica acusándola de "conspiranóica".
El desconcertado electorado de derechas, en principio muy inclinado a no aceptar que un grupito de musulmanes pertenecientes al más cutre hampa de Madrid hubiera organizado un atentado terrorista de tan amplias consecuencias políticas, se fue dividiendo hasta que una parte considerable de él se hizo oficialista.
Contribuyó a ello, desde luego, la presión de los muchos medios de derechas que lo eran, así como las declaraciones de muchos políticos del PP que, con tal de que no se hablara del 11-M, prefirieron aceptar la versión oficial. Contribuyeron igualmente las complicaciones que fueron enredando el caso, cuajado de nombres árabes difíciles de recordar, sutilezas de derecho penal imposibles de entender, complicaciones técnicas varias en relación con los móviles, las tarjetas telefónicas y los explosivos. Pero, fue definitivo el despliegue de la hábil táctica oficialista para hacer creer a la opinión pública que los críticos no pretendían tanto censurar la versión oficial como probar la autoría de ETA. Una vez descartada la participación de la banda terrorista vasca, la posición de los críticos quedó desautorizada ante muchos, como si no estando demostrada la participación de ETA, sólo fuera posible la autoría yihadista.
A los oficialistas de derechas que, sin orientarse en el laberinto del 11-M, estén dispuestos a dudar, les propongo que se planteen tres cuestiones, dando por bueno, como hacen los jueces, que, en efecto fue la célula de Leganés la que proyectó, organizó y perpetró el atentado. Pregúntense:
1. ¿Por qué a la única persona condenada por haber colocado las bombas no se le ha probado la pertenencia a dicha célula?
2. ¿Por qué al único superviviente de esa célula se le absuelve de haber cometido el atentado?
3. ¿Por qué entre la documentación y ordenadores de los miembros de la célula no se ha hallado ningún documento acerca de la justificación política o religiosa del atentado, ningún croquis relativo a la fabricación de bombas con móviles, manuales de explosivos, detalles sobre los horarios de los trenes, colocación de las bombas, estructura de los vagones y cálculos sobre la hora adecuada para hacerlos estallar?
Si creen, como yo, que la versión oficial es incapaz de dar cumplida respuesta a estas tres preguntas, sean bienvenidos al selecto club de "conspiranoicos" del 11-M.