La Chacón carda la lana y la Bibiana se lleva la fama. De incompetente, inculta y cenutria, que según el DRAE equivale a propalar de alguien que es lerdo, zoquete y estúpido optimizando el gasto de saliva en el empeño, ha tildado a la segunda un propio de Zapatero, cierto Valenzuela por más señas, al parecer perito cesante en menesteres relacionados con la propaganda monclovita.
Todo porque la pobre Bibiana aún no se había enterado de que el PSOE siente un "profundo respeto" –La Fashionaria dixit– por cualesquiera "tradiciones culturales" (sic) que no estén expresamente perseguidas en el Código Penal. Ecuménico acatamiento, aprecio y consideración que, además del muy castizo hábito hispano de ir de putas o la no menos secular costumbre de orinar en medio de la calle, por lo visto también incluye al velo con el que la morería esconde a su ganado femenino de la mirada lasciva del prójimo.
Sin embargo, si alguna miembra del Consejo de Ministros, Ministras, Ministres y Ambidextros ha demostrado por activa, pasiva y perifrástica ser una genuina cenutria, no ha sido la bisoña Aído, sino esa chusca chusquera de la Chacón. Y no porque vaya diciendo por ahí que no existimos ni los cincuenta mil catalanes que en su día avalamos la propuesta de ley de igualdad lingüística de Francisco Caja, ni los noventa mil que llevamos a Ciudadanos al Parlament, ni los cientos de miles que votábamos a Vidal Quadras cuando aún nadie sospechaba que el destino del PPC estaría en manos de un sanedrín de cínicos, arribistas, paniaguados y mindundis.
Ni tampoco porque al modo freudiano se le haya escapado la verdad entre los pliegues del inconsciente (decir que "gracias a la inmersión ya no hay catalanes de primera y de segunda" es reconocer de modo palmario que la lengua se usa para discriminar entre catalanes). No, si la Carme(n) merece su título de cenutria no es por todos esos dislates. Más bien porque al sentenciar que la prohibición del uso del español como idioma docente constituye "el mayor éxito de Cataluña" está llamando lerda, zoqueta y estúpida a Marta Mata, la mitificada pedagoga y fundadora del PSC que, recordando su infancia republicana, confesaba lo que sigue en sus Memorias:
Ay, Carme, Carme, charnega tenías que ser.Mi vivencia es la de un aprendizaje en las dos lenguas sin ninguna clase de conflicto. El maestro se dirigía al niño en la lengua familiar del alumno, y en cuanto a la lectura y la escritura había escuelas que hacían una semana en catalán y una en castellano, también había otras que lo hacían día sí y día no, en algunas se enseñaba por la mañana en una lengua y por la tarde en la otra. Recuerdo que tuvimos una muy buena educación literaria en catalán: acompañábamos todos los estudios de ciencias con los textos poéticos correspondientes, que sacábamos de la antología literaria de Artur Martorell. Angeleta Ferrer, profesora de Ciencias Naturales, para explicarnos el almendro y el paso de las estaciones nos hacía leer el dietario de Maragall (...) Debo decir que al mismo tiempo había unos poetas castellanos extraordinariamente valorados en la escuela: Juan Ramón Jiménez, Alejandro Gascón, García Lorca, Machado...