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Maite Nolla

Que nadie tenga dudas

Con Nebrera en la presidencia, surge una oportunidad de oro para que Albert Rivera y Rosa Díez se dejen de bobadas. Aunque visto lo visto, la oportunidad de oro puede surgir aunque la presidenta sea otra.

Aquí no hay quien escriba una línea. Tienes perfilado algo, cambian los pactos y a volver a empezar. Por tanto, tomen este artículo con las debidas reservas, ante la posibilidad de que de aquí al sábado las cosas cambien y que lo que les cuente no cuadre demasiado.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha manifestado que el partido tiene que hacer todo lo posible para que los ciudadanos de Cataluña no tengan la percepción de que es un partido anticatalán. A mi modo de ver, es un esfuerzo inútil. El anticatalanismo del PP es un recurso que antes o después alguien va a utilizar. El PP no puede luchar contra eso y todos los partidos, periodistas u opinadores nacionalistas, empezando por el PSC de Maravillas Rojo, son conscientes de que, mucho o poco, utilizarlo les favorece.

Por eso, el PP en Cataluña debe comportarse como uno de los mayores anticatalanes de la historia, que, según los nacionalistas, es Albert Boadella. Para los nacionalistas de todos los pelajes, Boadella es un anticatalán y siempre lo será; y a él le importa un bledo. A Boadella, políticamente, sólo le preocupa que nadie tenga dudas de que él está por la Constitución, la ley y la libertad. En uno de los actos más anticatalanes del siglo veintiuno, que fue el de la presentación de Ciudadanos de Cataluña en el Tívoli, en el que tanto Arcadi Espada como Francesc de Carreras pidieron a la Generalitat de Cataluña algo tan profundamente anticatalán –agárrense a la silla- como que haga el favor de cumplir su propia ley de política lingüística, ya que eso garantiza la cooficialidad y la libertad de elección en la escuela. La cuestión no es que te perciban o te dejen de percibir, la cuestión es que nadie tenga dudas.

Este fin de semana se celebra el congreso del Partido Popular de Cataluña, congreso al que no voy a ir, por los motivos que ya conocen. Yo no tengo nada en contra de la futura presidenta, aunque creo que un momento de protagonismo no justificaba pisotear a María San Gil. Pero que hayan obligado al resto de candidatos a retirarse, me parece un fraude. Me parece un fraude porque los avalistas tienen todo el derecho del mundo a sentirse engañados; unos avalaron a Sirera y otros a Fernández, pero ninguno a doña Alicia. ¿Cómo se obliga a uno que te ha avalado a que vote a otra candidata? ¿Se pactó alguna indemnización? ¿Mediaron arras penales, penitenciarias o confirmatorias, como cuando das la paga y señal de un piso?.

Que Montserrat Nebrera no quiera retirar la candidatura supone un riesgo –aunque peor sería integrarla–, ya que en ningún caso existe forma de garantizar que el que te ha avalado vote a quién te sustituye. Es decir, nos encontraremos ante una votación abierta, imprevisible y ante la posibilidad de que Montserrat Nebrera gane; que seria una catástrofe, pero se lo tendrían bien merecido.

Lo de la señora Nebrera es tan teatral como toda ella, pero está en su derecho. Pensando que su pacto con Fernández tiraba adelante, ya se había repartido los cargos en el Parlament, con Montaña y compañía, de los que, en breve, se va a publicar una recopilación de sus mejores obras de pensamiento político.

Aporta la experiencia de haber sido la número dos del PP en las elecciones de 2006 y de haber conseguido que ochenta mil personas decidieran no votar al PP, pese a tener la cabeza tan bien amueblada. Niega que en Cataluña se impongan multas por rotular en castellano, ya que ha comprado la mercancía a los nacionalistas y dice que son por no rotular en catalán. Tampoco está en contra de las multas, ni va a hacer nada para que Montilla siga con ello, ella simplementeno apostaría por multar; lo cual y nada es lo mismo, aunque le garantiza un hueco en el Oasis. Libremente no ha querido firmar el Manifiesto –no fuera a ser– y parece queno le gustaLibertad Digital. Es decir, con ella en la presidencia, surge una oportunidad de oro para que Albert Rivera y Rosa Díez se dejen de bobadas. Aunque visto lo visto, la oportunidad de oro puede surgir aunque la presidenta sea otra.

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