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Francisco José Alcaraz

Víctimas del terrorismo y víctimas de atentados terroristas

Si a nosotros se nos convirtió en víctimas de atentado terrorista en nombre de un proyecto político, ¿cómo no vamos a dedicar todos nuestros esfuerzos a oponernos a ese proyecto?

En mi última intervención en la asamblea de socios de la AVT, en abril de 2008, me dirigí a los asociados presentes y les dije: "En estos años como presidente de la AVT he conocido lo mejor y lo peor del ser humano." Tengo tantos argumentos para justificar esas declaraciones, que necesitaría escribir otro libro para recogerlos todos.

En estos años, he podido asistir a multitud de reuniones en las que se ha debatido el concepto de víctima del terrorismo y he recibido numerosas solicitudes de ciudadanos que decían ser víctimas. Aunque parezca extraño, el concepto de víctima es un tema que dista mucho de estar claro a ojos de la opinión pública e incluso de los expertos. En muchos casos, la laguna legal del concepto priva injustamente a muchas personas de su reconocimiento como víctimas del terrorismo, mientras que otras muchas personas sí que tienen ese reconocimiento por ser simples espectadores de un atentado. He podido encontrar incluso casos de personas que proclaman su condición de víctimas con engaños y mentiras, inventándose atentados, tiros y bombas.

Es necesario que la sociedad entienda la diferencia que existe entre el concepto de víctima del terrorismo y el de víctima de atentado terrorista, porque se trata de una distinción importante. Son algo más de mil los ciudadanos asesinados por distintas organizaciones terroristas en España y varios miles más los heridos; hablamos, por tanto, de varios miles de víctimas de atentado terrorista. Las víctimas de atentado terrorista son las que han perdido la vida o han sufrido heridas a causa de un atentado. Y permítanme lanzar la siguiente reflexión: si un batasuno pro-etarra, que por casualidad estuviera presente en el lugar de los hechos, muriera a consecuencia de una bomba como la de la T4, ¿cabría denominarle víctima del terrorismo? ¿O más bien sería una víctima de atentado terrorista? Desde mi punto de vista, a esa persona se la puede denominar víctima de atentado terrorista, pero no víctima del terrorismo.

Para llegar a esta conclusión hay que tener presente que cualquier terrorismo (como por ejemplo el de ETA), utiliza el terror, por medio de atentados, como medio para imponer un proyecto político, tratando de privarnos de nuestra libertad y de acabar con nuestro sistema democrático. Es por ello que la mayoría de los ciudadanos que no compartimos el proyecto de los terroristas somos víctimas del terrorismo: porque esos atentados van dirigidos no sólo contra los ciudadanos que estaban presentes en el lugar del atentado, sino contra toda la sociedad española y, por lo tanto, contra los españoles en general. Víctima del terrorismo es, por tanto, todo aquél contra el que se dirige el proyecto político de quienes usan el terror como arma para imponer sus tesis.

Siempre dije que ser víctima de un atentado terrorista no te hace ni mejor ni peor persona. He podido comprobar que, cuando en el corazón de alguien anida la maldad, lo que hace es acentuar de forma negativa su condición de víctima del terrorismo, mientras que las personas bondadosas y con buenos principios son más sensibles y solidarias tras haber padecido las secuelas del terror.

Es por ello que, en ocasiones, la condición de víctima es utilizada con fines egoístas por algunas personas, persiguiendo tan sólo sacar la máxima rentabilidad a su condición. Esas personas se interesan en exclusiva por las subvenciones, ayudas y prebendas que se puedan derivar de su estado, dejando a un lado la esencia de las victimas del terrorismo, como es el hecho de que somos víctimas de un proyecto político.

Sí: un proyecto político. Hay un argumento que se utiliza a menudo y que ha calado en una gran parte de las víctimas. Cuando quienes quieren desactivar los movimientos cívicos dicen que las víctimas estamos politizadas, muchas de las víctimas asumen inconscientemente el argumento y por ello son capaces de decir que no tenemos que meternos en política. Pero si a nosotros se nos convirtió en víctimas de atentado terrorista en nombre de un proyecto político, ¿cómo no vamos a dedicar todos nuestros esfuerzos a oponernos a ese proyecto?

Además, política no sólo es decir que en nuestro nombre nadie va a negociar con asesinos; política no sólo es decir que hay que buscar la verdad del 11-M; política no sólo es decir que no queremos a los proetarras en las instituciones. También es política pedir esas subvenciones que dan los políticos en materia asistencial; política es pedir mas prebendas y reconocimientos, como las medallas que conceden y firman los políticos; política es pedir un tratamiento prioritario en empleo o vivienda. Pero claro, para quienes quieren prevalerse de su condición de víctimas ese tipo de política no descalifica.

No obstante, tengo que destacar que, afortunadamente, son muchas más las víctimas que ostentan a la vez las dos condiciones: la de víctima del terrorismo y la de víctima de atentado terrorista. De éstas he aprendido mucho y son las personas que para mí merecen más admiración, porque velan por la Memoria, la Dignidad y la Justicia sin dejarse seducir por todo ese mundillo que pervierte y diluye su doble condición.

De la misma manera que creo que hay personas que, no habiendo sufrido ningún atentado, tienen unos principios y formas de actuar con mucho más mérito, si cabe, que las propias víctimas que han sufrido un atentado terrorista, porque luchan por esa Memoria, esa Dignidad y esa Justicia sin ser ellos mismos afectados directos y sin buscar ningún tipo de subvención ni de prebenda económica.

Es por ello que, en la medida en que las víctimas de atentados terroristas nos unamos, apoyemos y reconozcamos a las víctimas del terrorismo, es decir, a esos ciudadanos que hacen suya la lucha contra el proyecto político de quien atentó contra nosotros o nuestros familiares, tendremos un mayor poder para hacer frente a cualquier ofensiva terrorista y a los gobiernos que quieran recoger las nueces del árbol que los terroristas mueven.

En ese sentido, este artículo se lo quiero dedicar a los millones de españoles víctimas del terrorismo que han secundado la rebelión cívica, pero en especial a un grupo que ha sido perseguido y ninguneado por muchos, ya que representa buena parte de lo mejor de la resistencia cívica: los peones negros. Gracias a ellos, mucha de la verdad del 11-M que esta por esclarecer nunca dejará de reclamarse.

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