Las fobias, los antiamericanismos o antisemitismos, suelen enmascararse tras la crítica legítima a la actuación de un Gobierno. Sin embargo, se pueden diferenciar ambas cosas con sólo observar si se produce un doble rasero a la hora de juzgar actuaciones similares y si se critica al grupo odiado tanto por hacer una cosa como por hacer la contraria.
Así, por ejemplo, es fácilmente distinguible la crítica al Gobierno de Olmert, ayer el de Sharon y antes muchos otros, de la judeofobia; basta ver si se critica a Israel por lo que sucede en Gaza ahora que está en manos palestinas mientras antes se le exigía que dejara de ocupar la Franja. Si además se impone el doble rasero de condenar a los judíos por impedir el acceso de los palestinos a Israel mediante una barrera de seguridad mientras se calla ante el muro que ha construido Egipto en su frontera con Gaza
Ambas cosas, y otras mucho peores, suceden en el repulsivo reportaje publicado hace unos días por El Correo Gallego. Al contrario que periódicos como La Vanguardia, carecemos de la arrogancia de pretender imponer un cambio en la línea editorial de otro medio, lo cual no nos ha de impedir criticarlos cuando la ocasión lo merece. Quienes equiparan el nazismo con las acciones de los judíos para sobrevivir no es sólo moralmente repugnante, sino que pone de manifiesto una capacidad para el análisis manifiestamente mejorable: ¿qué dirían estos antisemitas si los israelíes ejercieran la capacidad bélica que poseen para hacer de verdad lo mismo que los nazis, esto es, exterminar por completo al pueblo palestino?
Afortunadamente, nunca tendrán la oportunidad de responder a esta pregunta, porque Israel es una democracia occidental que respeta los mismos derechos humanos que son ignorados y violados constantemente por todos sus vecinos, palestinos incluidos. Una diferencia que estos exabruptos judeófobos no hacen sino dejar aún más de manifiesto.