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EDITORIAL

Las Damas de Blanco y la realidad cubana

Mientras el pensamiento desiderativo o la complicidad de siempre insisten en ver cambios sustanciales en Cuba, las Damas de Blanco nos ofrecen una muestra de coraje que parte de no confundir los deseos con la realidad

La detención de diez Damas de Blanco en La Habana por el simple hecho de pedir la libertad de sus maridos pone por enésima vez en evidencia el inamovible carácter totalitario del régimen comunista y la ingenuidad –si no complicidad– de quienes lo han cuestionado a la luz de algunos "cambios" como la renuncia de Fidel al cargo de comandante en Jefe, o la reciente autorización de venta de ordenadores y otros dispositivos electrónicos.

Los propios términos de la renuncia de Fidel, así como el nepotismo inherente a la designación de su hermano Raúl como heredero, ya eran suficiente motivo para que nadie pudiera confundir sus deseos democratizadores con la realidad dictatorial cubana. Otro tanto se podría decir de lo que no ha sido más que un acto de propaganda como es el permiso de compraventa de ordenadores, cuando en Cuba sigue sin ser libre el acceso a internet. Eso, por no hablar del hecho de que, gracias al generalizado empobrecimiento que ha provocado el socialismo, muy pocos pueden permitirse el lujo de comprar un ordenador.

Mientras el pensamiento desiderativo o la complicidad de siempre ven cambios sustanciales en cosas que sólo tienen como objetivo el que nada cambie, las Damas de Blanco, lejos de amedrentarse, han asegurado que seguirán luchando por la libertad de sus maridos "hasta que los liberen o las metan en la cárcel": Una muestra de coraje y valentía que parte de no confundir sus deseos con la realidad.

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