Si algo debemos agradecer a Esperanza Aguirre es la petición de que se produjera dentro del PP un debate sobre ideas, porque al hacerlo ha obligado a muchos a dejar claras las suyas, tras muchos años de incertidumbre. Así, tras la encendida aunque pacata defensa de la socialdemocracia formulada el sábado por Rajoy, su vehemente invitación a que liberales y conservadores se vayan del PP y las declaraciones de distintos parlamentarios populares urgiendo a su líder a que continúe por esa línea de supuesta unidad, moderación e independencia, pocas dudas caben respecto al tipo de actualización ideológica que intentará llevar a cabo Mariano Rajoy en el próximo congreso del partido.
Para desgracia de los muchos millones de españoles que no se declaran socialistas ni de izquierdas, el proyecto del actual líder del PP, consistente en la mimetización con el PSOE en busca de votos presuntamente centristas, conllevará la orfandad política de una buena parte del electorado, privado de un partido que defienda sus ideales o que al menos que se oponga a los contrarios.
Libertad Digital, coherente con su defensa de la libertad individual, la igualdad ante la ley, la economía de mercado y la nación española, nunca ha sido ni será un medio de comunicación "de partido". Así, ni hemos recomendado el voto a ninguna formación política concreta –sí hemos desaconsejado el apoyo a alguna por su práctica abiertamente contraria a los que aquí se defiende– ni hemos pretendido poner o quitar rey. Al contrario de otros medios, ni en nuestra fundación ni en nuestra dirección hay políticos, con o sin carnet. Si algo nos distingue es que nosotros no tenemos partido, sólo principios.
Por tanto, y tal y como hemos hecho siempre, nuestros criterios a la hora de elogiar o censurar a un partido o político determinado serán, en primer lugar, su defensa de aquellas formas políticas y económicas que a nuestro juicio mejor fomentan la libertad y responsabilidad individuales y la capacidad de elegir, es decir, el imperio de la ley y el Estado de Derecho. En segundo lugar, celebraremos cualquier iniciativa que redunde en la eliminación de privilegios y desigualdades entre españoles, el impulso de la libertad económica y la defensa de la civilización occidental frente al autoritarismo, la exclusión y el comunitarismo, vengan de donde vengan.
Mucho nos gustaría que la ponencia política oficialista que se presentará en el próximo congreso del PP reflejara estos principios. Sea como fuere, seguiremos criticando o elogiando aquello y a aquellos que dentro del Partido Popular o de cualquier otra formación política propongan políticas que consideramos conducentes a una sociedad más libre y más próspera, es decir, más justa.
De este modo, y acogidos al artículo 20 de la Constitución, que consagra el derecho a "expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción", sin censura previa ni servidumbres partidistas o caudillistas, seguimos donde siempre estuvimos. Son otros los que parecen haber mudado de sitio. En cualquier caso, sería deseable que tanto Mariano Rajoy como otros dirigentes del PP no olvidasen que la diferencia entre el sabio y el necio reside en que mientras el primero habla porque tiene algo que decir, el segundo lo hace porque tiene que decir algo. No basta con ser sensato; también hay que parecerlo.