Por una vez y sin que sirva de precedente, la partida de Carme(n) Chacón ha echado mano de los fondos que el Estado destina a financiar las actividades filantrópicas del PSC para atacar a una empresa privada. Al parecer, ahora, su fobia contra la COPE la tienen que pagar los propios trabajadores de la cadena con sus impuestos, y no el consejo de administración de cualquier entidad financiera extorsionada por la Generalidad, tal como aconsejaba la costumbre. Por lo demás, es fama que el Muy Presuntamente Honorable José Montilla dispone de mil millones de razones –al tres por ciento de interés compuesto anual– para escuchar La Mañana todas las ídem.
Nada debería extrañarnos, pues, que pretenda hacer partícipe de su personal entusiasmo por el programa al prójimo. Y es que la Chacón y Montilla, sin duda, arden en deseos de que sus votantes del Bajo Llobregat puedan acceder a ciertos aventis que ningún otro medio local considera perentorio explicarles. Sin ir más lejos, sólo escuchando La Mañana, tal como hoy aconseja la Carme(n) en vallas y pasquines, supo el común de la conmovedora historia de amor entre la ETA y el PSC. Un idilio que comenzó poco después de que en el ordenador del etarra José María Dorronsoro hubiera sido descubierto un requerimiento al Comité Ejecutivo de la ETA reclamándole el nombre del futuro director de Egunkaria. Cargo que, superado el preceptivo trámite de la consulta vinculante, recaería en un ciudadano libre de toda sospecha, el plumilla abertzale Martxelo Otamendi.
El mismo Otamendi que, una vez establecido por el Juzgado Central de Instrucción número 6 que ese panfleto formaba parte del entramado financiero de ETA, sería detenido por colaboración con banda armada. Que no era otro Martxelo en libertad condicional que el que recibiría la invitación de acudir a Barcelona al objeto de ser homenajeado con besos y arrumacos por la Generalidad. Al punto de que el piadoso Josep Maria Carbonell –aquel monaguillo del CAC que soñaba con cerrar la COPE– defendería una moción hagiográfica sobre su asunto en el Parlament. Huelga decir que la resolución del PSC condenaba a la Justicia española al tiempo que absolvía simbólicamente a su ilustre invitado, el filoetarra procesado.
Entremés que daría paso al plato fuerte del romance: un homenaje público al bueno de Martxelo, entre cuyos convocantes figuraba el mismísimo José Montilla. El postre, como ahora también en forma de dinero público, se serviría al final de la fiesta. Así, Berria, la cabecera legal que heredó la plantilla del boletín etarra clausurado, contaría desde su nacimiento con el apoyo financiero –en forma de acciones suscritas y desembolsadas– de la UGT catalana. Y ello por orden expresa de José María Álvarez, sempiterno diputado del PSC y secretario general del sindicato en Cataluña.
Lo dijo la COPE.