Desde los tiempos de J. M. Sala, el PSC no tiene estrategas sino marrulleros. Si en anteriores campañas electorales se ha demostrado que el socialismo catalán es incapaz de enviar un mensaje a la ciudadanía que no se funde en la cosificación y señalamiento de un PP convertido en enemigo (en enemigo del pueblo), esta vez no iban a ser menos. Los máximos dirigentes populares han aparecido representados en vallas, cartelería varia y banners de internet como los asesinos despiadados de Reservoir Dogs, una de las cimas cinematográficas de la estética de la violencia.
Este tipo de propaganda la carga el diablo, ya se sabe, y algunos se la toman al pie de la letra. Hace algunos meses, Acebes y Piqué fueron agredidos en Martorell por un grupo en el que se pudo identificar a miembros de las Juventudes Socialistas. Montilla aseguró entonces que los expulsaría de la organización. No lo ha hecho, y allí siguen.
Ahora, nobleza obliga, la campaña de Carme Chacón ha logrado fundir la más absoluta vacuidad con la más temible mala fe. Siguiendo la tradición de su partido, las carencias manifiestas se suplen con renovados ataques, configurando una forma de comunicación política que encaja a la perfección en el modelo que Rodríguez le confesó a Gabilondo. Pero como en el PSC son grandes innovadores en la infamia y siempre va por delante en cualquier iniciativa que contribuya a la degradación democrática, esta vez han resuelto, para el tramo final de campaña, incluir a la COPE en sus mensajes.
El lema es muy imaginativo. Reza: ¿Indeciso? Escucha la Cope cada mañana. Ojalá lo hicieran los indecisos, ciertamente, pero no es esa la intención de los marrulleros socialistas, sino la de seguir señalando con el dedo, construyendo enemigos y eludiendo rendir cuentas. No hay ninguna esperanza de que en la calle Nicaragua comprendan que las libertades se resienten cuando un partido que está en todos los gobiernos –central, autonómico, municipales, de las diputaciones– se encara con un medio de comunicación privado. Y si lo comprenden, menos esperanza hay aún de que les importe un rábano. Quienes tienen en su currículum las más nauseabundas corrupciones (y ese currículum, a diferencia del de Bernat Soria y Carme Chacón, es bien cierto), no se van a detener en minucias.